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“Fue autor de novelas policiales deslumbrantes. Más tarde fue el autor de unos reportajes tremendos e implacables en los que denunciaba las masacres nocturnas y las corrupciones de escándalo de las Fuerzas Armadas argentinas. En todas sus obras, aun en las que parecían de ficción simple, se distinguió por su compromiso con la realidad, por su talento analítico casi inverosímil, por su valentía personal y por su encarnizamiento político.” Las palabras del Premio Nobel Gabriel García Márquez sobre Rodolfo Walsh son sólo parte de un acto elemental de justicia literaria. De Walsh dijo el uruguayo Eduardo Galeano: “Es un escritor que devuelve la fe en el oficio cuando la pobre tambalea, estando como está el camino tan lleno de impostores”. Ricardo Piglia veía en él, entre otras cosas, un adelantado: “Frente a la buena conciencia progresista de las novelas ‘sociales’ que reflejan la realidad, Walsh levanta la verdad cruda de los hechos, la denuncia directa”.
Es que Walsh, como eternizó en la inolvidable Carta de un escritor a la Junta Militar, fue un autor dispuesto a pagar con su vida el compromiso de “dar testimonio en momentos difíciles”. Por eso, entre otras cosas, un grupo de tareas de la ESMA lo secuestró el 25 de marzo de 1977. La mezcla de escritor notable, militante político noble y ser humano inolvidable late en la lógica del documental que estrena hoy Canal (à). En el marco del ciclo “Ciudad natal”, el especial repasa aspectos literarios y políticos de su vida, a partir de imágenes y textos y de entrevistas realizadas a familiares y colegas. Los testimonios de Lilia Ferreyra (última compañera de Walsh) y Patricia Walsh (una de sus hijas) se articulan constantemente con el análisis y los comentarios de los periodistas Horacio Verbitsky y Daniel Link.
Nacido en 1927 en Choele Choel, una localidad de la provincia de Río Negro, Walsh trabajó con suma conciencia lo que la historia llama su oficio, sin prisa pero sin pausas. A través de sus obras de ficción, o bien por la trilogía de investigación periodística compuesta por Operación Masacre, Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo?, Walsh aparece desde el futuro de su vida como un modelo de compromiso con los textos. Lo mismo pasa con su labor de militancia política, que aparece para redefinir el sentido de su obra, y al cabo de su vida. “Como militante montonero tuvo una entrega absoluta, total, una lucidez como pocos”, cuenta Verbitsky, amigo y compañero de Walsh. “Tuvo la honestidad de la crítica y al mismo tiempo la entrega del compromiso. La identidad de la crítica no implicaba borrarse. No es que criticaba y se quedaba en su casa: criticaba y ponía el cuerpo, ponía el cuerpo y criticaba. Y vio tempranamente la semilla de la derrota, como otros que también cuestionamos de forma severa y frontal las decisiones estratégicas que estaban conduciendo al desastre, pero nadie lo formuló con la brillantez, la lucidez y la claridad con que lo hizo Rodolfo.”
El programa, que examina cada uno de los textos escritos por Walsh, se detiene un buen rato en la Carta de un escritor a la Junta militar, aquel texto de 1977 en que denuncia las brutalidades cometidas hasta ese momento por la dictadura. Ferreyra deja en claro que la inclusión de la firma y el número de documento de Walsh al pie de ese texto fue realizada con la intención de reforzar su credibilidad. “Fue un gesto para recuperar su identidad. La trayectoria que tenía como periodista y escritor comprometido y militante le daba peso al documento como para avalar las denuncias”, dice la última de las cuatro parejas que tuvo el escritor. Por su parte, Link señala el alto vuelo literario que acompaña las denuncias inscriptas en la carta: “Walsh consigue escribir uno de los textos más potentes y eficaces en términos de denunciar las atrocidades cometidas por la dictadura militar argentina”.