La necesidad de respirar otro aire impulsó el traslado de obras a Europa, y de unas pocas a Canadá y Estados Unidos, la mayoría invitadas. El deseo de oxigenación fue retratado en Lejana tierra mía, donde también asomaron otros conflictos de tipo generacional. Es que en 2002 la realidad incidió de manera poderosa en los temas y en las estrategias de producción. Surgieron nuevas salas en casas, talleres y fábricas, como La Maravillosa, Timbre 4, El Alambre y La Sodería, y en bares-teatro como Tuñón, Kaló, Virasoro, Kafka, donde el actor Horacio Roca debutó como director conduciendo al músico y actor Martín Pavlovsky en El afinador. La autogestión fue en aumento. Se reforzaron fundaciones como Crear Vale La Pena, y se inauguró un espacio que promete cultura: el Centro Cultural de la Cooperación, levantado frente al Teatro San Martín.