Cada episodio de No te lo pongas (por People and Arts, los jueves a las 21.30) selecciona a una víctima, nominada por su familia, para recibir la invasión de esta policía femenina de moda. Las chicas más chusmas de Inglaterra siguen a la participante por situaciones dentro y fuera de su casa, la filman como detectives, le revisan los cajones y le toman fotos. Después le regalan un cheque de tres mil dólares para renovar el placard. Pero, como nada es gratis, le piden a cambio una sesión de espectáculo, es decir, un momento a solas en la cabina de control observando el karma de “lo que era” hasta clamar por una redención. Más sádico que cualquiera de sus precursores, No te lo pongas humilla a la dama con risotadas que sólo podrían apuntar a la transformación. Woodall y Constantine analizan las prendas de las participantes para dar paso a “la aventura de compras”, que atribuye al shopping la única expectativa de felicidad. Las participantes lloran, se arrepienten, y las modistas les enrostran su refrán: “Al que quiere celeste...”.