En una sociedad como la nuestra no hay nada que esté aislado, y así como el país está un tanto distendido, noto que la música popular se encuentra en este estado. Aun así, yo destaco particularmente este envión que apareció hace un tiempo, pero que se hizo realmente visible este año, en lo que hace a las manifestaciones de la música del noroeste. De ahí que hayamos tenido en una cartelera permanente a personas como Bicho Díaz, Ricardo Vilca, Fortunato Ramnos, Tucuta Gordillo, las Hermanas Cari, Tomás Lipán, entre una cantidad de músicos que han hecho que apareciera con una gran fuerza nuestra música. Ha sido un reconocimiento merecido, y conociéndolos a todos ellos desde lo íntimo, desde sus inicios, no ha sido nada más que justicia con un trabajo de años. En este sentido, me alegra que este año haya ocurrido algo inédito: se vieron afiches en las calles de Buenos Aires de todos ellos casi en forma simultánea. Y otro lindo dato: hoy está Fortunato Ramos compartiendo escenarios con alguna banda rockera, o yo mismo. Celebro esta alianza que hay en presentaciones como las de la Bersuit, donde un charango ya no es más ajeno, es un hecho familiar.
También quiero mencionar un trabajo discográfico de Gustavo Santaolalla, la banda de sonido de Diarios de motocicleta. De todos los discos próximos a mi música que escuché es el más notable, como su trabajo en Amores perros. Con esto quiero confirmar una vez más el deseo de que no descubramos El cóndor pasa cuando lo cantan en inglés en Europa. Son cosas que pertenecen a esta América morena.