Creo que en el último tiempo hubo una desviación en la música popular de raíz nativa llamada folklore, se siguió un rumbo que se aparta de las raíces. Esta música no puede perder ciertos elementos que le pertenecen, relacionados con nuestra manera de ser, el lugar, las costumbres, la tradición entendida no como pasado sino como preservación de los valores culturales que nos pertenecen. Lo que empezó a aparecer, sobre todo en los grandes festivales y en los medios, son canciones aboleradas, el llamado ‘folklore romántico’, que no es folklore, aunque esté de lo más bien cantado. Escuchamos mucho de eso este año.
El folklore puede y debe evolucionar, pero sin perder nunca los elementos que lo caracterizan. Sucede a veces con algunos músicos de otros géneros que pueden poner algo propio y hacer algo noble. Algunas cosas de Divididos, como la versión del poema de Atahualpa Yupanqui El vientito de Tucumán, por ejemplo, me parecen hermosas, muy nobles. Veo, en general, una cierta inquietud en la muchachada por buscar nuevas respuestas, un cuestionamiento que me parece muy sano. Eso abre una luz de esperanza para el folklore, para que empecemos a cuidar más los valores culturales que nos definen como argentinos y como pueblo de este continente americano.