LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Alejo García advierte sobre la necesidad de que la Universidad repiense sus prácticas en comunicación con la sociedad.
› Por Alejo García *
El filósofo y teólogo Rubén Dri, en una investigación publicada luego de la crisis del año 2001 sobre el surgimiento de las asambleas barriales y los movimientos sociales, decía “La alienación de la Universidad en relación con la sociedad tiene notorias semejanzas con las de la Iglesia”.
En la actualidad, en tiempos de debate, de reconceptualización sobre el rol de los medios masivos de comunicación, de los organismos de derechos humanos, de las iglesias, de las organizaciones sindicales y sociales, entre otros, la Universidad no debería quedarse ajena a ese movimiento de “mirarnos a nosotros mismos”, de repensar sus propias prácticas y de contextualizarlas en el escenario actual.
¿Cuál es hoy el rol de los docentes e investigadores universitarios? ¿Es posible pensar la formación académica por fuera del contexto latinoamericano actual? En tiempos donde se habla de “periodismo militante”, de la posición subjetiva de quienes tienen la tarea de comunicar, ¿se puede pensar en la idea de investigadores o profesionales militantes? ¿Es posible construir una mirada “objetiva” en las Ciencias Sociales?
La trabajadora social Alicia Negri plantea que “la educación popular en las aulas universitarias permitiría el ‘encuentro’ entre los saberes de docentes y estudiantes, en un trabajo cooperativo que potencie las posibilidades de decir nuestra ‘propia palabra’, en la tarea de formarnos como productores de conocimiento crítico y no como simples consumidores condenados a la repetición”.
El especialista en comunicación e investigador universitario Jorge Huergo se pregunta “¿Cómo volvemos a comunicar la Universidad con la comunidad de la que formamos parte? Tenemos que dejar de pensar la academia fuera, y esto no se resuelve sólo en la militancia. ¿Cómo la Universidad se comunica con los movimientos de la complejidad cultural y la conflictividad social, en diálogo con la construcción de saber popular y de poder popular? Para esto, debemos alentar procesos de curiosidad, de elaboración de preguntas y de búsqueda ‘con’ esos movimientos y esas organizaciones, y no ‘para’ ellos o por fuera de ellos’”.
La recuperación del sentido de la formación universitaria estará dada en poder recuperar la direccionalidad política de la educación popular, es decir en construir conocimiento con sus comunidades para incidir en las políticas sociales con perspectiva local pero también latinoamericana. El concepto del “pensar situado” del que hablaba el filósofo argentino Rodolfo Kusch debería volver a ocupar hoy un lugar en las aulas y sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de nuevas casas de estudio que se han creado en los últimos años en varios partidos del conurbano bonaerense y que permiten que miles de jóvenes accedan a ellas, siendo los primeros universitarios de sus familias.
En otras palabras, la Universidad podría atravesar el desafío de pensar lo cotidiano sin hacer “seguidismo intelectual” a los autores de moda para hacerlo desde un enfoque latinoamericano y animarse a intervenir y comunicar esas reflexiones que surjan de la interacción con la comunidad e incidir así políticamente modificando la calidad de vida de la población.
Las luchas de los movimientos sociales, los organismos de derechos humanos, las centrales sindicales y las organizaciones de la sociedad civil en general deben contar con vasos articulantes que comuniquen esas prácticas defensoras de los derechos del hombre, siendo ese el campo donde la universidad encontrara su función de ser.
El sacerdote jesuita José “Pichi” Meisegeier, que vivió hasta sus últimos días trabajando junto a los vecinos de la Villa 31 de Retiro, decía en una de sus últimas apariciones públicas en la Universidad Popular de las Madres que la Universidad tiene su responsabilidad social en formar cuadros técnicos, profesionales que cuenten con las herramientas para acompañar los procesos de organización de los que menos tienen.
Entendemos que ese es el desafío actual de las universidades, su opción preferencial por los pobres, por los lugares adonde el Estado no llega y animarse a formar profesionales desde una dimensión ético-política enmarcada en lo que Carlos Eroles definía como “una praxis social de los derechos humanos”.
O como decía Ernesto Guevara en su discurso al recibir el premio Honoris Causa en la Universidad Central de las Villas: “Y el pueblo que ha triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca”.
* Licenciado en Trabajo Social, docente universitario.
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