LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A partir de la afirmación de que la lengua determina la estructura del pensamiento, Enrique y Roberto Samar ofrecen un ejemplo para trabajar el tema en el ámbito educativo.
› Por Enrique Samar * y Roberto Samar **
El pensamiento dominante entiende el lenguaje como entidad exterior al pueblo, gobernado por reglas que hay que respetar y sólo modificable por la Real Academia Española. Según Wikipedia, esta institución se dedica a la “planificación lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática dentro y entre los diversos territorios; garantizar una norma común, en concordancia con sus estatutos fundacionales”. Sin embargo, no tienen en cuenta que la gran riqueza de los pueblos es su diversidad y no la uniformidad.
En realidad, el lenguaje no es algo exterior al hombre, que puede ser administrado por unos pocos, ya que se desarrolla en forma permanente entre los hombres, es decir, es una construcción colectiva cuyo alcance y devenir son inconmensurables. Su sentido es en función de su uso, de su intercambio, lo cual genera una modificación constante. Ese uso está atravesado por ideologías, cosmovisiones y necesidades. Obviamente, como toda relación entre hombres, va a estar atravesada por relaciones de poder. A modo de ejemplo: la cosmovisión y el lenguaje de los pueblos originarios fueron intencionalmente invisibilizados. Esto no es casual, porque el lenguaje es parte de los lentes con los cuales leemos el mundo. En algún punto, modificarlo contribuye a modificar las lecturas que podamos hacer de la realidad, porque no hay cultura ni política sin lengua, y en la lengua es donde se cocina el pasado y el futuro, es decir se hace memoria del futuro.
Como dijo Adolfo Colombres en el II Congreso de las Lenguas: “La aventura humana no se funda en la escritura sino en la palabra. La lengua determina la estructura misma del pensamiento. Se piensa porque se habla y no al revés. Quien pierde sus propias estructuras de pensamiento y de aprehensión simbólica del mundo ha perdido el alma de su cultura”.
En ese marco es que a partir de las luchas colectivas se están construyendo nuevos discursos más inclusivos. Recientemente la comunidad mapuche Manke y Maripil, de El Huecú, Neuquén, cuenta con su radio. Es la cuarta emisora perteneciente a un pueblo originario desde la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
En ese mismo sentido, en la Escuela Nº 23 del distrito escolar 11 de la Ciudad de Buenos Aires, se busca integrar en el lenguaje una mirada intercultural colaborando en la construcción de nuevos discursos y por lo tanto en formas más inclusivas de vernos. Así el pasado 23 de abril, transformaron el tradicional Día del Idioma. “Mari Mari peñi, mari mari limgen”, saludó el director. “Mari Mari peñi”, contestaron trescientos niños en mapuche. “Ama sua, Ama llulla, Ama quella”, les dijo, y ellos respondieron al saludo incaico. “¿Kamisaki?” les preguntó en aymara. “Waliki”, “Bien gracias”, le contestaron.
Momentos después descubrieron un enorme cartel con el nombre de la biblioteca escolar votado por los niños: “El lugar de los sueños”, “Kerâ oî hape” (guaraní).
Saludaron en mapuche, guaraní, quechua y en aymara en primer lugar porque son nuestros idiomas, porque así se escribieron las Actas de la Asamblea del Año XIII y la Declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán. Pero además porque somos un país multicultural, pluriétnico y multilingüe y los pueblos originarios tienen derecho a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua y su cosmovisión e identidad étnica.
* Director de la Escuela 23 del D.E. 11 CABA.
** Licenciado en Comunicación Social. Docente de Filosofía Política Moderna UNLZ.
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