LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Lorena Suárez reivindica el papel de la comunicación para transformar imaginarios que contribuyan al acercamiento a la realidad del Riachuelo y a su recuperación.
› Por Lorena Suárez *
El Riachuelo ha comenzado a estar en la escena pública con noticias positivas desde hace poco, cuando las obras del plan de saneamiento, llevadas a cabo por Acumar, empezaron a dar sus frutos y eran inocultables por los medios de prensa.
El río Matanza-Riachuelo carga con una connotación negativa desde su nombre. Tanto Matanza, que remite a muerte, a lo inevitable, a lo que no tiene vuelta atrás, como Riachuelo, término referido a un cauce de agua menor, que no llega a ser un río.
A aquello se le suman años de vincular al Riachuelo con hechos negativos. Los titulares de los principales diarios del país han publicado históricamente la palabra “Riachuelo” acompañada de términos como: muerte, contaminación, corrupción, promesas incumplidas, suciedad, mal olor, cementerio de barcos. La acumulación de esas noticias ha generado imaginarios negativos en la población, y comportamientos asociados a la negación y el alejamiento de la problemática.
El grado de desinformación y de asociación a lo negativo ha provocado un alejamiento tanto en el plano físico como simbólico. En nuestro trabajo en la Acumar observamos cómo los más jóvenes cuando se acercan al Riachuelo plantean preguntas como “¿se puede navegar?”, “si me caigo, ¿me muero?”, exponiendo imaginarios alarmistas que niegan cualquier tipo de ecosistema posible.
Es un alejamiento físico porque consideran que no puede obtener experiencias positivas si se acercan, pero que produce a la vez un alejamiento en el plano de lo simbólico: no quieren enterarse de nada que esté vinculado con ese cauce de agua. Es así como en ese doble alejamiento cuesta mucho desarrollar interés en torno de lo que pasa en el Riachuelo.
Sería un error creer que los temas ambientales no interesan a los argentinos. Causas como la de las papeleras en Gualeguaychú o la minería en Famatina generaron reacción por parte de la población. En Buenos Aires era muy común que los automóviles llevaran pegados stickers en sus lunetas traseras con la leyenda “No a las papeleras” o “Defendamos a Famatina”. Sin embargo, ninguna luneta llevó ni lleva la leyenda “Por un Riachuelo limpio”. Es notable el desinterés frente al Riachuelo, como si nada quedara por hacerse, como si su destino fuera inevitable, trágico, irreversible.
Revertir los problemas ambientales requiere trabajar en el orden de los hechos concretos, las obras, la acción, pero del mismo modo requiere trabajar profundamente en la complejidad del nivel simbólico.
Campañas de concientización y sensibilización que instalen el tema, que propongan un reencuentro de la población con su río, se imponen para volver a ponerlo en el lugar positivo que tuvo alguna vez en el imaginario de los argentinos y que conserva aún cierta memoria. Es muy frecuente escuchar que la gente mayor que habitó históricamente los barrios de los márgenes cuente anécdotas vinculadas con la interacción positiva con el río.
A eso apunta la campaña “Postales” lanzada recientemente: a recuperar el Riachuelo como escenario de momentos felices, de retratos familiares, parejas, paisajes para que circulen imágenes dignas de ser compartidas y que apunten a recuperarlo como emblema.
Como apunta la campaña, el Riachuelo es trabajo, tango, fútbol, política, deporte, derechos humanos, historia, naturaleza, paisaje. En síntesis, es nuestra identidad. Está presente en miles de películas, postales, fotografías, páginas de diarios, revistas, libros. Pensar en su recuperación es ante todo pensarlo en función de sus usos y de una nueva relación de los argentinos con ese río.
Son muchas las acciones y los resultados positivos que hay hoy para mostrar e informar. La comunicación alrededor del Riachuelo empieza –temerosa y de a poco– a tener otros emisores, otros voceros, otras miradas que ven en el río lo que ya no puede negarse: el cambio, su recuperación. Desde la política, varios grupos empiezan a tomar el tema para militar, para hacer política, para demostrar que la recuperación del Riachuelo es un síntoma de la recuperación del país. En ese sentido, hace días, la Presidenta publicó en su blog “Saneamiento de la Cuenca Matanza–Riachuelo, en serio y a full”. Ya había hecho referencia al tema en la apertura de las sesiones legislativas de este año y dejó claro que el Riachuelo está en la agenda de este gobierno.
La recuperación del Riachuelo empieza a sumar adeptos. La comunicación es clave en este proceso; como herramienta política de transformación encarada a revertir esos imaginarios negativos que arrastra el Riachuelo, podremos lograr una mayor permeabilidad en la sociedad sobre los avances en la recuperación del estado de ese río con tanto potencial para que de a poco empecemos a verlo de frente, reconocer sus fortalezas, su riqueza y alegrarnos con las buenas noticias que en él acontecen.
* Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), responsable de la estrategia comunicacional de Acumar.
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