Lunes, 24 de agosto de 2015 | Hoy
El célebre templo de Baalshamin, en la antigua ciudad de Palmira, al este de Siria, comenzó a construirse en el año 17 en homenaje al dios del cielo fenicio. Terminó embellecido por el emperador romano Adriano en el año 130. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Desde ayer, no existe más. Después de destruir la famosa estatua del León de Atenea y asesinar al director de las Antigüedades de Palmira, Jaled al Asad, los yihadistas del grupo Estado Islámico lo hicieron volar por los aires. El argumento: que rendía honor a un dios falso.
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