PSICOLOGíA › SOBRE LAS IDEAS PSIQUIATRICAS EN LA ARGENTINA
“Desde la década del ‘30”
Por Sylvia Bermann
El jueves pasado se publicó un fragmento del libro Freud en las pampas, de Mariano Ben Plotkin. No sólo razones de índole familiar me impulsan a ampliar su enfoque.
Luego del fin de la Primera Guerra Mundial, del estallido de la Reforma Universitaria de 1918 –y también por la influencia de José Ingenieros y de Alejandro Korn–, se abre una perspectiva médica y social diferente, cuyo conocimiento permite captar el rico y variado desarrollo de las actividades de salud mental en nuestro país en la primera mitad del siglo XX. En especial, a partir de la década del ‘30 comienza a despertarse en el país el interés por el psicoanálisis y los aspectos sociales de la salud mental. En ese año, Gregorio Bermann visita a Freud en Viena, iniciando un vínculo que, sin embargo, nunca fue demasiado estrecho. En 1936, a raíz de su defensa de Aníbal Ponce, el ministro de Instrucción Pública, el “Canguro” de la Torre, lo expulsa del cargo de profesor titular de Medicina Legal en la Facultad de Medicina de Córdoba.
En ese mismo año comienza a publicar la revista Psicoterapia, de cuyo programa vale la pena transcribir: “Hasta hace poco, la psicoterapia no había entrado en el cuerpo de la medicina científica. Empujada por el interés creciente hacia los problemas del alma, que ha prendido con inusitada fuerza en los últimos lustros, la psicoterapia ha hecho irrupción en la medicina académica. Da fe de ello la tumultuosa, desbordante y hasta anárquica formación de escuelas, tendencias y métodos de investigación en el dominio de la psicología médica. Cualquiera sea su origen se percibe la aspiración a una psicoterapia tan distante de la que se enseña comúnmente, como puede serlo la localización de las facultades hecha por Gall al conocimiento de las funciones corticales elaborado por Von Monakow y Pavlow, por Vogt y Brodmann. Nos referimos a la psicología médica que ya hizo algo más que sus primeras armas. En primer término, a las enseñanzas de Freud, cuyo nombre no puede recordarse aquí sin admiración y sin gratitud. Al psicoanálisis ‘del que ningún médico psicólogo tiene derecho a despreciar los datos’ (Kretschmer); al conocimiento del hombre según Adler; a la psicología analítica de Jung; al psicoanálisis activizante de Stekel; a la caracterología de Klages y Lazurski (...)”. La publicación de Psicoterapia se interrumpió en 1937, cuando su director organizó, costeó y dirigió una Misión Médica Argentina que se instaló en el frente de Madrid hasta el fin de la Guerra Civil.
Cierto es, sin embargo, que los accidentes de nuestra historia dificultan todavía un análisis ordenado y serio de su transcurso. Me tocó ser presidente de la Federación Argentina de Psiquiatras en pleno proceso militar, en reemplazo de Marie Langer, quien abruptamente debió emigrar. Y a los pocos meses, tras el secuestro y desaparición de mi hija mayor, abandonar también el país, permaneciendo siete años en México, aunque ésta es ya otra historia.