Jueves, 27 de marzo de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › HACE DIEZ AÑOS, LA FDA APROBABA LA COMERCIALIZACION DE VIAGRA, PARA LA DISFUNCION SEXUAL MASCULINA
En una década, 35 millones de hombres en más de 120 países utilizaron el sildenafil. El consumo crece en todo el mundo, sobre todo el uso “frívolo y recreativo”, entre los jóvenes. Para los especialistas, es “uno de los descubrimientos farmacológicos más importantes”.
Por Pedro Lipcovich
Empezó por casualidad: en los ensayos clínicos de un medicamento contra problemas cardíacos, muchos de los pacientes se ponían, como quien dice, un poco cachondos. Hoy se cumple una década de la introducción en el mercado del Viagra, que ya fue probado por 35 millones de hombres. Su uso ha dado lugar a una nueva picaresca: la del seductor famoso que sólo tiene sexo una vez con cada mujer pero que –sólo la primera vez– necesita Viagra; la del hombre que ocultaba la pastilla a su esposa y ésta, al descubrirlo, lo acusó de infiel. En los últimos años se ha desarrollado un uso “recreativo”, que encubre inhibiciones y contribuye a la ingesta de alcohol y otras drogas. Para algunos, “es un invento tan importante para la calidad de vida como lo fue la penicilina para preservar la vida”. Para otros, “la preocupación es que muchos hombres se hacen psicológicamente dependientes de esta droga”.
El 27 de marzo de 1998, la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos dio su aprobación al sildenafil, nombre genérico de la droga designada con la denominación comercial Viagra por el laboratorio Pfizer. “Originariamente, habíamos probado el sildenafil como una droga cardiovascular, por su capacidad para disminuir la presión arterial –recuerda Brian Klee, director médico de esa firma–, pero, durante los ensayos clínicos, advertimos que la gente no quería abandonar la medicación a causa de que, como efecto colateral, tenían erecciones más firmes y prolongadas.” Diez años después, 35 millones de hombres en más de 120 países utilizan la pastilla. Los ingresos de Pfizer por la venta de este medicamento, sólo durante el año pasado, llegaron a 1764 millones de dólares.
En la Argentina, como el sildenafil empezó a comercializarse antes de la ley de patentes medicinales, diversos laboratorios producen el medicamento. “Es uno de los descubrimientos farmacológicos más importantes del siglo pasado –sostiene Amado Bechara, a cargo del sector Disfunciones Sexuales del Hospital Durand y profesor en la UBA–; así como, en el orden de la preservación de la vida, los antibióticos constituyeron un vuelco, el sildenafil produjo un vuelco en el orden de la calidad de vida.”
“Cada año el consumo aumenta más en la Argentina, como en el mundo –destaca Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), y puntualiza que “crece el consumo frívolo o recreativo, el del joven que quiere mejorar su performance cuando ha consumido alcohol o droga o está cansado–. Lo dicen incluso con ostentación: ‘Quiero pasarla bomba...’, como si tomaran champán, pero en realidad están inseguros. Este consumo circula en un circuito under, donde el medicamento se compra por fuera de todo control. Y sucede que, así, muchos fracasan: porque no han esperado lo suficiente o porque la tomaron junto con la comida, lo cual disminuye el efecto del sildenafil, o porque tomaron una pastilla vencida o falsa”. Justamente en estos días, un juez en Alemania pidió el arresto de dos norteamericanos y un inglés acusados de haber vendido Viagra falsificado, por Internet, a más de 50.000 personas en distintas partes del mundo.
Otro problema es el de los que lo toman a escondidas: “No le cuentan a la pareja, hétero u homosexual, que lo toman; entonces, tienen que esconder las pastillas: me tocó intervenir en un par de casos donde la mujer descubrió el blister y acusó al marido de infidelidad: ¿¡cómo iba a necesitar Viagra con ella!? Una de ellas echó al marido de la casa, hubo que hacer una especie de pericia para demostrar que no lo había usado con otra”, recuerda Sapetti.
Hay quienes lo necesitan cada primera noche con una mujer: “Recuerdo el caso de un destacado profesional, donjuanesco, que, si no tomaba sildenafil la primera noche, no podía. Muchas veces son tipos famosos que, por su prestigio, sienten que no pueden fallar la primera vez, que probablemente sea la última con esa mujer”.
Pero la causa más obvia de fracaso es que simplemente el tipo no tenga ganas: “El Viagra no actúa en la primera fase de la erección, sino sólo cuando ésta ya ha comenzado, y algunos, en lugar de empezar con las caricias, la ‘franela’, se quedan esperando a que haga efecto”, advierte Sapetti sobre estos apocados.
Otros, al revés, tienen su erección sólo cinco minutos después de tomar la pastilla, “lo cual es sólo efecto placebo, porque en ese momento la pastilla no salió del estómago –observa Sapetti–; a algunos les alcanza con mordisquear la pastilla o rasparla sobre los dientes, o la cortan en pedacitos para ingerir sólo uno: no digo que esté mal pero son efectos no farmacológicos; ellos necesitan ese talismán para funcionar bien”.
En todo caso, “lo fundamental es corregir los factores de riesgo: muchas veces la disfunción tiene causas como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, la depresión; a veces un hipertenso recién se detecta cuando consulta por disfunción sexual: de ser así, limitarse a darle Viagra, sin tratar el problema de base, es condenarlo”.
Aun para quienes no usan Viagra, “la difusión del sildenafil hizo que la disfunción eréctil empezara a tratarse abiertamente –sostiene Bechara–; la gente hoy habla del tema, está más informada; a nivel mundial, se empezó a generar más docencia en cuanto a la respuesta sexual humana”.
En cambio, el psicoanalista César Hazaki, director de la revista Topía, advirtió que “en la medida en que la inhibición sexual se vincule con la sexualidad infantil reprimida, el aparente camino sencillo de medicalizarla no la va a resolver: reaparecerá, inesperadamente, como un síntoma distinto”. En Estados Unidos, Abraham Morgentaler, titular de Urología en Harvard, manifestó que “es preocupante que muchos hombres hayan adquirido dependencia psicológica respecto del Viagra”.
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