SOCIEDAD › AYER SE LANZO LA RED “ARGENTINA ARDE”
Desde la imagen alternativa
La convocatoria fue especial: que todos los que habían registrado imágenes de cacerolazos y represión compartieran materiales. Iniciativa para circular contenidos alternativos.
La lente se mueve a la altura de la cintura del que la lleva, uno que corre como los demás en la Plaza de Mayo del 20 de diciembre, acalorado, con los ojos ardiendo, empujado por la desesperación que producen los caballos al arremeter contra los manifestantes. “El que graba no es un camarógrado: es un manifestante con cámara.” Así lo definen los integrantes de Indymedia, Cine Insurgente, Boedo Films y Contraimagen, cuatro colectivos de artistas y videastas que desde que la calle fue tomada por las protestas no paran de registrar aquello que peligra no existir al ser negado, ocultado, o simulado por “la prensa corporativa”. Estos grupos lanzaron ayer “Argentina Arde”, una red contra lo que ven como desinformación de la prensa tradicional.
El lanzamiento fue un éxito inesperado, con 120 personas que acercaron imágenes, performances y obras de teatro a una asamblea en la Casa de las Madres. La experiencia es un rescate de la experiencia del 68, en la que los ingenios azucareros en asamblea inspiraron a otros artistas la exposición “Tucumán arde”, de altísimo voltaje político. Para fin de mes, planean una mega muestra en Plaza de Mayo o el Obelisco de los fuegos que atraviesan al país de los ardores.
Shaun Dey y Rick Rolley, dos miembros de Indymedia internacional, llegaron desde Londres y Seattle a poner el hombro y sus experiencias en los grandes combates antiglobalización a los jóvenes locales que construyen la página argentina de Indymedia. También participaron de estas ramificaciones crecientes que nacen con la articulación de acciones con otros grupos comprometidos. Rolley, de 26 años y pañuelo en la cabeza a lo Leonardo Fabio, llevaba ayer un entusiasmo que lo hacía tropezar en su castellano para definir lo que veía. “Esto que aquí ocurre, por la energía que significa la gente todo el tiempo movilizada, resulta mucho más profundo que lo que vivimos en Seattle, Quebec, Ginebra o Génova –dijo a Página/12–. Esto significa para el mundo el ejemplo claro de lo que puede provocar la política del FMI, por primera vez tan incontrastable”. Rolley es uno de los creadores de Indymedia, una red global con activistas en 65 países, nacida en 1999 como un colectivo de colectivos dispuesto a transmitir por internet “todo aquello que la prensa corporativa sabíamos que no querría que trascendiera. Es como ahora con Argentina, desde comienzos de enero ya nada se sabe sobre los conflictos reales afuera”, agrega Dey.
Si se ingresa a argentina.indymedia.org –cinco mil personas lo hacen por día y más de un millón llegan por la página internacional– puede encontrarse lo ocurrido desde el 19 de diciembre en adelante, sin saltarse un solo conflicto, cacerolazo, asamblea, marcha, piquete, pedrada, detención, represión en el interior. También está allí lo publicado por los medios nacionales con críticas ácidas. Por ejemplo, sobre el último de los cacerolazos, un autor “Indignado” comenta la notable diferencia entre lo que él vio en la Plaza –y muchos vieron en televisión en vivo– y lo que se describió en los diarios. La diferencia entre la actitud de los medios masivos de aquella noche del miércoles 19 y las sucesivas coberturas, hasta que ya no hubo transmisiones en vivo, son una especie de enseñanza para estos activistas de la imagen.
Sebastián H. habla de John Reed y sus crónicas de revoluciones, de Rodolfo Walsh y la prensa clandestina, como modelos, acaso como abuelos que hicieron lo suyo dejando gérmenes insospechados. Fernando Krichmar, de Cine Insurgente, prefiere referenciarse en Raymundo Gleyzer y su intento en pleno ‘75 de construir en el país unos 500 cines que abrieran el campo de la imagen a la narrativa de las luchas sociales. Su grupo tiene experiencia en grabar al calor de las gomas quemadas en los piquetes, en los desocupados y sus discursos encendidos o cotidianos. En el caso de Contraimagen, el grupo “recién terminó un documental sobre la represión en Salta, ‘Salta 2001’; y trabaja en uno sobre el conflicto de los trabajadores neuquinos de la cerámica Zanón”, cuenta Natalia, una de susintegrantes. Boedo Films incursionó también en los cortes de rutas argentinas. Alejados de la estética y la ética del lamento por los males pasados, los insurgentes del video y el cine han hecho finalmente contacto con los más globales e internéticos Indymedia. El resultado comenzó a vislumbrarse ayer, en la casa de las madres, cuando un salón caluroso y repleto, se convirtió en una auténtica asamblea en la que se definieron los primeros pasos de esta red “Argentina Arde”.
Entre los súbitos asambleístas había, como en las buenas fiestas, de todo un poco. La convocatoria invitaba a todo aquel que hubiera registrado imágenes del 19 y el 20, sea cual fuere su oficio, a reunirlas con otras para destemplar el silencio y el olvido en el que comienza a quedar la batalla de Plaza de Mayo bajo el imperio de los interminables anuncios económicos y el silencio mediático. Así, ayer aportaban lo suyo Bryan, un canadiense que había comenzado como fase final de un doctorado un documental sobre la crisis argentina, pero antes de los cacerolazos, y que pospone una y otra vez el cierre de su trabajo. O un fotógrafo aficionado que conoció a uno de los Indymedia cuando hubo que rescatarlo de los gases que le apuntaron al cuerpo los de la Federal quemándole la ropa. O Sebastián, otro camarógrafo que ayer vino con su grupo autogestivo a mostrar su material aun crudo de aquella tarde de los fusilamientos. El estuvo al lado del cuerpo desfalleciente de Gustavo Benedetto, el chico al que mataron de un balazo en la cabeza frente al banco HSCB. Y sin embargo no tiene imágenes de ese momento. Prefirió correr a un teléfono por una ambulancia, armar un cordón para que lo movieran hasta la camilla. Luego pudo ver lo que grabó Crónica. “Es importante entender que sos un activista que tiene encima una cámara. Las decisiones que tomás son otras”. Krichmar, de Insurgente, lo dice así: “Hay que construir algo que sea capaz de horadar la capa de subjetivación que propone el poder”.