SOCIEDAD › LAS EXCLUSIVIDADES QUE OTORGA EL GOBIERNO PORTEñO EN EL SARMIENTO
Ayer estuvo cerrado para los vecinos por una olimpíada de la UCA. Otra empresa programó un torneo de fútbol. Las quejas.
› Por Gustavo Veiga
El espacio público es público hasta que el gobierno porteño decide a quiénes les confiere su uso privado. El Parque Sarmiento se transformó en un ejemplo de esa política donde hay hijos y entenados. Una empresa organiza para octubre un torneo auspiciado por la administración de Mauricio Macri donde deben pagarse 400 pesos de inscripción por equipo y 180 por partido jugado, pero en marzo se cancelaron los entrenamientos de la selección de fútbol gay porque no había vigilancia nocturna. Ahí también se disputó ayer una Olimpíada de la Universidad Católica Argentina (UCA) mientras no se permitía la práctica de deportes a otras personas en todo el predio.
The Futbol Company es una sociedad dedicada a crear y organizar eventos deportivos con el propósito de construir “conexiones duraderas con consumidores, proveedores o empleados” para provocar después “altos niveles de lealtad” a las compañías que la contraten. La Copa Parque Sarmiento, un certamen de fútbol para equipos de nueve jugadores, es una de sus iniciativas y comienza el 8 de octubre. La inscripción para las categorías Sub-20, senior (mayores de 35 años) y libres está abierta, siempre que se paguen 400 pesos de inscripción y 180 por partido disputado. Se jugará en las mejores canchas del parque los sábados y domingos, con una pelota Nike (aclaran en la empresa) y terna arbitral. Los premios son las consabidas copas y medallas, más un juego de camisetas completo.
¿Qué beneficio recibe la ciudad a cambio de la cesión? No se sabe. Sí se conoce que el gobierno porteño auspicia la copa que ideó The Futbol Company, especializada en reuniones de ventas, capacitación, promociones y también en family days.
En el Parque Sarmiento, además de campeonatos de fútbol, también se realizan olimpíadas. La Universidad Católica Argentina (UCA) desarrolló ayer la tercera de sus competencias de este tipo, de la que participaron estudiantes de las distintas facultades de esa casa de estudios privada. La ombudsman adjunta Graciela Muñiz constató que las instalaciones se habían cedido en forma exclusiva. Nadie podía ingresar a realizar actividades deportivas si no era de la UCA. Sólo se podía caminar y contemplar el paisaje.
Según la Subsecretaría de Deportes porteña, que dirige el ex rugbier Francisco Irarrázaval, “alrededor de dos mil estudiantes provenientes de las distintas unidades académicas de Buenos Aires, Mendoza, Paraná, Pergamino y Rosario” se presentaron en diversos deportes.
En ese predio de 70 hectáreas, Boca Juniors disponía del uso exclusivo de seis de las once canchas de fútbol y vestuarios remodelados a nuevo para sus pibes de las divisiones inferiores. Mientras esas instalaciones fueron utilizadas por el club que Macri presidió durante doce años (1995-2007), los fines de semana se cerraban con cadenas y candados para que nadie tuviera acceso a la zona. Pero en marzo pasado, una denuncia terminó con ese convenio de uso precario que se extendía hasta el 2011. Un pedido de informes del legislador socialista Raúl Puy hizo lo demás. A Boca se le fijaba a cambio del beneficio una obligación irrisoria: cortar el pasto de las canchas. Platense, All Boys, Defensores de Belgrano y Excursionistas también practican en el Sarmiento, aunque en condiciones no tan ventajosas como las otorgadas en su momento a la institución xeneize.
El mismo mes en que los chicos de Boca dejaron de ir al parque ubicado en el barrio de Saavedra, curiosamente, la selección nacional de fútbol gay también fue desalojada del lugar. El hecho ocurrió el 19 de marzo, después de que el plantel practicara allí durante algo más de un año por una decisión del gobierno de Jorge Telerman. “Esa noche llegamos como todos los días unos treinta jugadores y otras veinte chicas del seleccionado de lesbianas, pero nos negaron la entrada de manera sorpresiva. Nosotros nos entrenábamos de noche, después de las 20, por razones laborales. Usábamos tres canchas que están al fondo del parque y que no eran tan buenas. El argumento que nos dieron fue que, como no había vigilancia, debíamos abandonar el lugar. Pero antes jamás habíamos tenido algún tipo de problemas”, cuenta Néstor Gammella, el técnico del equipo que salió campeón del mundo el año pasado.
Ahora, los Dogos (por ese apodo se conoce a la selección gay) gestionan otro sitio donde puedan continuar con los entrenamientos. La Secretaría de Deporte de la Nación les facilitó uno de sus predios en Ezeiza, aunque todavía no decidió si podrán ir en horario nocturno. “El subsecretario Irarrázaval no nos encontró una solución y hasta nos dijo que teníamos privilegios. Fue un golpe muy duro para nosotros, porque hasta perdimos jugadores. Hoy no tenemos la misma cantidad de gente”, agrega Gammella.
El Parque Sarmiento pasó de épocas de un deterioro casi irreversible a períodos donde su infraestructura se cuidaba un poco más. Administrado por el Estado o por empresas privadas, su pileta olímpica llegó a ser utilizada para recitales y hasta funcionó un circo en sus instalaciones. Hoy no parece estar amenazado por una concesión mal otorgada (debería votarla la Legislatura) o la falta de presupuesto, pero sí está claro el uso que se le da a ese espacio público y casi gratuito donde la entrada sale un peso los sábados, domingos y feriados.
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