Jue 25.09.2008

SOCIEDAD  › TRES BOMBEROS RELATARON EL HORROR VIVIDO DURANTE LOS RESCATES EN CROMAñóN

“Dos metros de gente apilada”

Uno de los testigos declaró que se encontró con la pila humana del otro lado de la puerta de emergencia. Otro dijo que estaban abiertas sólo dos de las seis puertas vaivén. El tercero contó cómo las personas sacaban brazos y cabezas por el hueco del portón.

De más está decir que a medida que el juicio de Cromañón se adentra en los testimonios de aquella noche negra de humo, el caso se interna en la disco, en los pasillos con volutas de gas de cianuro, se empiezan a escuchar los gritos y cualquiera se representa los dedos retorcidos clamando por ayuda. Por eso, aunque se sepa, aunque haya ocurrido hace casi cuatro años, las declaraciones ya empiezan a desbordar la solemnidad judicial, impactan por abundancia de fantasmas. Ayer les tocó el turno de declarar a tres bomberos, los tres primeros en internarse en ese espectáculo horrendo. Luis Areco dijo que al abrir el portón de emergencia alternativo, después de seis a diez minutos de forcejeo, se encontró del otro lado con “dos metros de gente apilada y enroscada”. Otro de los bomberos, Adrián López, sostuvo que de las seis puertas vaivén de la entrada principal, sólo dos estaban abiertas. El subinspector Darío Salgado confirmó el relato de sus compañeros: cuando intentaban abrir el portón, “las personas desde adentro sacaban los brazos y las cabezas por el hueco”.

El cabo primero Luis Areco, del Cuartel Central de Bomberos, dijo que apenas llegó al portón de emergencia, más conocido como de emergencia alternativa, intentó levantarlo con la ayuda de unas veinte a treinta personas que parecían haber logrado escapar del lugar. “Con las manos”, dijo cuando quiso explicar en qué modo llegaron a abrirla después de entre seis y diez minutos de esfuerzo. “No se podía usar barretas ni herramientas porque la gente sacaba brazos y la mitad de la cabeza por una abertura que habían hecho para respirar y los podía lastimar.”

“La cantidad que había era, sin exagerar –aclaró Areco–, dos metros de gente apilada, entrelazada”, la que se había amontonado del otro lado del portón. También confirmó que la puerta estaba cerrada desde dentro con un alambre que se enrollaba en una valla y un candado en la barra antipánico. El candado fue roto con la presión de quienes intentaban forzar desde fuera. Y el alambre quedó partido por los que bregaban por salir. Esa declaración carga responsabilidades sobre Chabán en el mismo sentido en que ya lo habían hecho los peritos arquitectos que detallaron el sistema del portón de emergencia alternativo clausurado.

El inspector Adrián López, jefe del Cuartel Cuarto aquella noche, sostuvo que ingresó por la puerta principal del local, confirmó que de las seis puertas vaivén sólo dos estaban abiertas. “Cuando entro, la visibilidad era nula. Me topo con una montaña de chicos enroscados y entonces hicimos el salvamento y rescate de estas personas.” También describió el caos que reinaba en el lugar, cuando dijo que “un chico arrojaba agua con una manguera apuntando contra la pila de víctimas y le dije que dejara de hacerlo porque los estaba ahogando”. Sostuvo que todos los que salían pugnaban por volver a entrar y entonces tuvo que pedir que lo ayudaran haciendo un pasamanos fuera del local hacia las ambulancias. “De esa manera ellos se sentían útiles y no reingresaban al boliche”, sostuvo. Al salir recordó que las seis puertas vaivén ya estaban abiertas porque alguien había forzado los pasadores, que se veían doblados.

Areco dijo que en el local no se veía nada y que “la gente, por la desesperación que tenía”, lo agarraba y se le colgaba y le terminó rompiendo el equipo de oxígeno. Continuó su tarea de rescate con una “mojita” (similar a la máscara que se colocan los pilotos de automovilismo debajo de sus cascos) para no quemarse la cara. Y dejó en evidencia la precariedad con que trabajan los bomberos cuando describió que no cuentan con equipos para detectar el tipo de humo que emanaba del local y que utilizaban linternas comunes que debían comprar ellos, porque Bomberos no se las suministra. Dijo que dos de sus compañeros estuvieron entre cuatro y seis meses en terapia por la intoxicación porque no había equipos de oxígeno para todos. En total, fueron 15 los bomberos internados durante la tragedia por inhalación de gases tóxicos.

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