SOCIEDAD
Una casa hecha de residuos por diseñadores con compromiso social
Paredes de tetrabrik, tejas de plástico, un horno que funciona a basura. La primera casa ecológica es también la más económica. Una apuesta al compromiso social desde el ámbito del diseño.
› Por Eduardo Videla
En una ciudad donde, de a poco, se les ha dado valor a los desperdicios, se exhibe a partir de hoy la primera vivienda construida íntegramente con materiales reciclados. Las paredes, en su interior, son paneles hechos con envases de tetrabrik prensados, y están recubiertas por fuera por bloques huecos, confeccionados con botellas de plástico molidas y polvo de demolición; en el techo hay tejas de microconcreto, una mezcla de plástico y cemento, pero también un colector solar: una manguera que serpentea entre botellas de plástico y que sirve para calentar agua sin consumir combustible. La construcción, expuesta en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD), en el barrio de Barracas, ofrece una cara diferente de los eventos organizados por el gobierno porteño en el mes dedicado a los diseñadores. “El objetivo es apoyar la formación de microemprendimientos, integrados por desempleados y gente de bajos recursos, que puedan construir sus propias viviendas y producir materiales de construcción”, explicó a este diario el director del CMD, Adrián Lebendiker.
“En este momento de desintegración, la cadena social se rearma a partir de la basura”, define el arquitecto Carlos Levinton, ideólogo del proyecto de la ecocasa y director del Centro Experimental de la Producción, de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Se refiere así a los actores que participan de su iniciativa: desde los cartoneros de la Cooperativa El Ceibo, de Palermo, y algunos beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar, que participan del reciclado y la construcción de materiales, hasta los estudiantes de Arquitectura, que intervienen en los procesos de capacitación, y las empresas que producen materiales a partir de residuos reciclables.
Una de estas empresas es T-Plak, que elabora paneles con restos de envases de tetrabrik. “Son placas aislantes de la humedad y resistentes al fuego, que permiten armar la cáscara de la casa en un día. Luego se recubre el exterior con ladrillos o bloques que, para darle terminación a la vivienda, pueden revocarse”, explica Levinton. La idea recoge la metodología de la construcción en las villas: la cáscara de chapa o cartón, cubierta luego de ladrillos de canto.
Como la materia prima son desperdicios, el costo de los materiales es muy bajo: los paneles cuestan apenas 7 pesos el metro cuadrado. Los bloques de PET (nombre del material de las botellas plásticas), producidos en el Centro Experimental de Arquitectura, han costado 5 pesos por metro cuadrado, contra 27 de los tradicionales.
Complementa la muestra un horno de barro, que funciona con un combustible ecológico, bloques compactados de basura que contienen restos de poda, cáscaras de verduras, papel y cartón. Y también un set de cultivos hidropónicos (que crecen en canteros con agua, sin tierra) en esa suerte de invernadero que forma el colector solar. También podrán verse, hasta el 22 de octubre, los procesos de producción de los distintos materiales.
“El diseño no son solo los objetos glamorosos que podemos ver en los negocios de Palermo Viejo o Arenales. Son productos que tienen valor porque son funcionales y pueden ser producidos en forma industrial”, argumenta Lebendiker, para explicar la presencia de la casa ecológica en un evento dedicado al diseño. “Es una manera de que la muestra dé cuenta de la realidad, en un momento en que la basura ha irrumpido en la agenda de la ciudad de la mano de la crisis”, agrega.
En efecto, lo que hasta hace poco tenía como destino natural el relleno sanitario indiscriminado, hoy puede ser seleccionado y convertido en materia prima. Una campaña oficial ha comenzado con la diferenciación domiciliaria de papel y cartón, como respuesta al fenómeno de los cartoneros. Para Levinton, sin embargo, la recolección de cartón no es sustentable: “Cuando deje de tener buen precio ¿de qué van a vivir los cirujas?, se pregunta. Y como respuesta, propone la creación de “fábricassociales”, en las que el estado tenga un papel estimulante, con la incubación de emprendimientos.
El primer paso podría darse en el mismo Centro Metropolitano de Diseño, donde Lebendiker aspira a instalar “un centro de entrenamiento para brindar capacitación en producción de materiales y autoconstrucción”. La iniciativa cuenta con el apoyo del secretario de Desarrollo Económico, Eduardo Hecker, quien destacó “la inteligencia de estas nuevas propuestas que plantean desde el diseño la posibilidad de un desarrollo sustentable”.