SOCIEDAD › LA CASA DONDE VIVIó VICTORIA OCAMPO SERá ESCENARIO DE UNA óPERA
La obra es La Oca del Cairo, una comedia cantada en francés. Antes o después se pueden recorrer los jardines y la casa.
› Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata
Pablo González Aguilar es pediatra, con especialidad en adolescencia, pero su gran pasión en esta, su “segunda etapa de la vida” –afirma–, es la lírica y el teatro, al que le dedica horas de descanso, luego de cumplir con sus turnos y actividades médicas en un hospital privado de la ciudad. Estudiante avanzado de la carrera de régisseur en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, este año en Mar del Plata, su ciudad de adopción, está preparando la presentación de una muy poco difundida e inconclusa obra del músico austríaco Wolfgang Amadeus Mozart. La Oca del Cairo es una “ópera bufo”, una comedia cantada en francés –otra rareza en un autor que hizo casi todo su trabajo en alemán o en italiano–, que tiene el formato de un vodevil con amores cruzados, mentiras y supuestos que luego caen por su propio peso. “Cerca del mar también hay lugar para el arte y esta ópera es muy divertida, especial para los que quieren descubrir la lírica, cuyos argumentos son muchas veces mucho más sencillos y populares de lo que se cree”, asegura González Aguilar, con un entusiasmo que lo emparienta con el Mozart de Amadeus, la película de Milos Forman con guión de Peter Shaffer.
El montaje de la obra tiene algunos ingredientes que la presentan como un acontecimiento social, dado que se va a realizar no sobre un escenario tradicional, sino sobre la galería posterior de la mansión, de estilo inglés, que fue de la abuela de la escritora Victoria Ocampo. La Villa Victoria ocupa dos manzanas con entrada por Matheu 1815. La casa principal fue construida en madera y hierro, con una estructura totalmente desmontable, y fue traída al país en 1912. Además, para darle un toque especial a la puesta, los asistentes, luego de la función, podrán comer algunos de los platos que serán mencionados en la obra, entre ellos un brick de ave, un helado con jarabe de frambuesa y un café de buena calidad, que era “un toque exquisito, sólo posible para las clases pudientes, en el momento en que Mozart escribió La Oca del Cairo”, en el año 1783.
Las funciones se harán los días 16, 17 y 18 de enero, a partir de las 20.30, pero se recomienda a los espectadores que concurran horas antes a la Villa Victoria para recorrer sus jardines, lleno de árboles exóticos, como un tilo de Holanda, un arce del Hemisferio Norte, un agracejo de Japón, un crespón o Arbol de Júpiter de la India, un álamo plateado o una magnolia de Estados Unidos. En el interior de la casa podrán encontrar, entre otras reliquias, el piano que perteneció a Victoria Ocampo, que será utilizado en el sostén musical de la ópera. La obra fue concebida “en la etapa de mayor maduración del artista”, en un momento en el cual quería dedicarse a pleno a la comedia, algo que no era muy bien visto por la alta sociedad, en los años en que fue concebido el trabajo.
“El argumento es muy gracioso, porque narra la historia de Don Pippo, un marqués que se cree viudo porque está convencido de que su mujer se ahogó en un naufragio. Por eso está planeando su boda con una chica mucho más joven, a la que tiene encerrada en una torre porque ella está enamorada de otro. El marqués también quiere casar por la fuerza y con un conde a su propia hija, encerrada junto con su prometida”, explica González Aguilar. Los amantes de las mujeres hacen entrar en escena a La Oca del Cairo, un objeto mecánico que supuestamente predice el futuro y que, al hablar, le aconseja al marqués que desista de sus planes matrimoniales. Finalmente aparece la mujer del noble, que no había muerto como él suponía, y todo termina a puro desatino.
Antes de la ópera, que tiene una duración menos extensa que la mayoría de estos espectáculos, los cantantes, todos del Instituto de Arte del Teatro Colón, interpretarán algunas canciones de Mozart poco difundidas, en distintos lugares de la Villa Victoria, lo que permitirá apreciar la belleza del parque y de la edificación, que ahora funciona como museo y puede ser visitada por el público en general. “A la gente, no bien llegue, la vamos a recibir con champagne y tarteletas de faisán.” Para los espectadores, antes del comienzo de la obra principal habrá una explicación breve del argumento y sobre la letra de algunas de las canciones. “Es muy poco lo que se sabe acerca de la historia de esta ópera. Apenas lo que Mozart cuenta en algunas cartas que le envió a su padre. La primera vez que se representó fue en Francia, en el siglo XIX, y muy pocas veces más en el mundo.”
González Aguilar nació en Buenos Aires, donde estudió medicina en la UBA. De muy chico, a los 4 años, se radicó con su familia en Mar del Plata, donde tiene su residencia fija. Hizo la especialidad de Pediatría en el Hospital Italiano. “En la historia de mi familia hubo músicos, cuatro laudistas españoles, y desde muy chico fui adicto a los alaridos que profieren los cantantes”, ironiza sobre la música que lo apasiona. Intentó cantar, pero sólo llegó integrar un coro, hasta que decidió seguir la carrera de realizador. Sin dejar su profesión de médico, montó varios espectáculos en Mar del Plata y en el teatro Roma de Avellaneda. Al entusiasmo de González Aguilar sólo le falta la risotada que hizo famosa, en Amadeus, el actor Tom Hulce, a cargo del rol principal.
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