Lun 26.01.2009

SOCIEDAD  › EL SECUESTRO Y LIBERACION DE BERGARA SUMA DATOS INEDITOS, EXTRAÑOS Y ATIPICOS

Puntos oscuros en el caso de los polis

Todos los implicados, hasta el momento, son o fueron policías. La propia Bonaerense investiga y detiene a sus colegas. La forma de la liberación es demasiado sorprendente y mueve a conjeturas. Hoy, Bergara intentará reconocer a los detenidos en rueda de presos.

› Por Horacio Cecchi

“Estoy muy bien. Gracias por preocuparse. Quiero volver a mi vida normal”, dijo Leonardo Bergara a la prensa. Difícil. Los 33 días secuestrado no se borran de un plumazo. Además, hoy deberá aportar datos en ruedas de reconocimiento. Aunque se supone que será muy difícil que reconozca a nadie. Lo tuvieron encapuchado y cuando lo secuestraron los encapuchados eran los de la banda. De todos modos, las ruedas se deben realizar y en ella serán expuestos en diferentes tandas, los tres detenidos hasta el momento en la causa, los bonaerenses Víctor Veiga, Maximiliano Costa y el recién llegado al traslasrejas Jorge López, jefe de calle de la subcomisaría de El Pato y dueño de la vivienda donde fue abandonado Bergara. Entre tanto, sigue prófugo el exonerado en la era Arslanian, José Luis Pardini, dueño de un Renault 9 en el que se sospecha que fue secuestrado Bergara el 22 de diciembre pasado. Por el momento, las hipótesis son amplias –o al menos dicen eso los investigadores–. Pero por primera vez, y tratando de no hacerlo, el gobierno bonaerense debió aceptar que algún sector de la Bonaerense metió su pata negra en un caso, que de tan claro pareciera estar oscuro.

Los puntos oscuros y los puntos raros de un caso llamativo desde cualquier lado que se lo mire:

- Hasta la fecha, es difícil registrar un caso de secuestro en el que todos los detenidos, incluyendo sospechados, liberados con falta de mérito y prófugos, son policías o ex policías. El primer detenido fue Juan Vicente Cardozo, jefe del Departamento de Criminalidad de la Distrital de Berazategui. Su línea de celular recibió el llamado de los secuestradores. Fue liberado pero sigue siendo investigado. El segundo, fue su ayudante, el subteniente Víctor Veiga, todavía detenido: reconoció que tenía en su poder el celular de Cardozo, pero dijo que no atendió la llamada de los secuestradores por que no atendía llamadas de desconocidos. Siguió el jefe de calle de la 1ª de Quilmes, Maximiliano Costa, que sigue detenido. Los secuestradores llamaron a su celular para preguntar “¿qué pasó con la comida del chancho”, dando a entender que Costa podría encargarse de la provisión de alimentos. El cuarto fue el ex cabo el Oreja Ocampo, cuyo Renault 9 estaba en el círculo de los sospechosos. Pero por ahora, el Oreja tocó de oído en el caso, porque fue liberado. El quinto detenido es el jefe de calle de la subcomisaría de El Pato y dueño de la vivienda donde encontraron a Bergara, el subteniente Jorge López. Hay varios prófugos: José Luis Pardini, ex bonaerense cesanteado por Arslanian, y que según mencionan fuentes del caso, tiene un familiar en la 1ª de Quilmes, por ahora no como detenido sino como parte de la lista de preventores. El Renault 9 de Pardini prófugo está en la lista de principales sospechosos. Otros dos prófugos, uno de ellos una mujer, también son de la Bonaerense.

- La liberación de Bergara es extraña. Fue abandonado en la casa de López. ¿Lo dejaron allí para que el dueño de la casa de El Pato pague el pato? ¿O se trata de un error motivado por la subestimación que provoca la impunidad? La duda abre la versión de una interna policial. De todos modos, lo más probable es que hayan decidido liberarlo y no que se trate de un error: Bergara no estaba amordazado, no tenían problema de que gritara. Al mismo tiempo, también es cierto que sus gritos no serían escuchados fácilmente ya que la casa está a más de una cuadra del vecino más próximo. La llamada al 911 parece haber sido realizada por la misma banda. Pero entonces, López aparecería como víctima de una interna.

- La misma duda se abre cuando aparece mezclado el celular de Cardozo, a quien algunas fuentes señalan como un policía que estaba investigando y aportando demasiados datos y molestaba a alguien. Ese alguien, obviamente, suena a una jerarquía superior o con capacidad operativa.

- La capacidad operativa de la banda es innegable. No es sencillo estar fuera del alcance, durante 33 días, buscado por todas las policías del país, siendo trasladado en varias ocasiones como lo reconoció el propio Bergara, y quedar atado en una casa.

- Sea válida o no, lo cierto es que esa línea no separa a la Bonaerense de las sospechas. Al contrario, en todo el caso la policía provincial queda así más embarrada.

- No da buena idea de objetividad el que quienes investigan, persiguen y detienen a los sospechados son colegas de la misma Bonaerense. Lo más normal y lógico es que cuando una fuerza aparece sospechada en un caso no deba ser investigada por colegas de la misma fuerza. Intentando ocultar ese detalle no menor, tanto el gobernador, Daniel Scioli, como el ministro de Seguridad, Carlos Stornelli, dijeron a quien pudiese escucharlos que los policías fueron descubiertos por Asuntos Internos de la Bonaerense. No parece alcanzar.

- Como mínimo, sorprende la historia del celular utilizado por los secuestradores, cuyo rastro apareció en Ciudad del Este, Paraguay. Según aquel relato, el celular supuestamente fue encontrado por una mujer en la calle, desde allí llamó a su madre en Paraguay para avisarle que pasaría las fiestas allá. Después, el celular terminó en manos de un familiar también detenido. Pero lo que más sorprende es que toda la información y la búsqueda en el país vecino fue provista y organizada por miembros de la fuerza sospechada.

- En la misma línea, sorprende como un fallo del procedimiento judicial el que en las dos primeras detenciones, el capitán Cardozo y el subteniente Veiga hayan sido trasladados juntos al juzgado federal, en contacto. Alguna versión sostuvo que Veiga salió del traslado pálido, y en ese momento pidió cambio de sus abogados particulares. Hasta ese momento, la versión de su defensa era que jamás había tenido el celular al que llamaron los secuestradores en su poder. Habrá que recordar que el celular está a nombre de Cardozo, su superior directo. Luego, cambió su historia, dijo que tenía al celular en su poder, pero que no atendió. Instantáneamente, sus dos abogados particulares renunciaron. ¿Habrá sufrido presión de su superior para que diga la verdad? ¿O para que la oculte cargándose la culpa? De una u otra forma, ¿quién admitió que estuvieran en contacto? ¿Fue un lapsus difícil de creer de parte de los bonaerenses que los custodiaban?

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