Con sólo dos semanas de vida y habiendo nacido prematuramente, murió a causa de algo que las autoridades sanitarias definieron como un “terrorífico error profesional”: una enfermera lo alimentó por vía intravenosa, en lugar de hacerlo mediante la sonda nasogástrica. A Ryan, el bebé nacido por cesárea el 29 de junio, cuando los médicos comprendieron que su madre no sobreviviría al contagio de la gripe A, no fue posible salvarlo luego de que las autoridades sanitarias notaron el error fatal. “El hospital asume toda la responsabilidad posible tanto humana como patrimonial, aunque sabemos que cosas como éstas no se pueden reparar”, declaró Antonio Barba, el director del hospital.

La responsable del fallecimiento del pequeño fue una enfermera que, aunque tenía experiencia en otras áreas, recién se iniciaba en la unidad infantil de cuidados intensivos, por lo que la supervisaba un colega. De acuerdo con Barba, en un momento en que aquél se retiró, la mujer “ha confundido la vía de administración de una fórmula láctea específica para niños prematuros y la ha introducido en vena, cuando debía ir por la vía nasogástrica”. Fuentes hospitalarias adujeron que podría explicarse por la falta de personal y de planificación del hospital.

Rayan era el hijo de Dalila, la joven marroquí de 20 años que falleció, por gripe A, en el mismo hospital madrileño un día después de la cesárea. Ella fue la primera víctima mortal del virus en el país, y su viudo acusó al hospital de mala praxis: su esposa había tenido que concurrir cuatro veces al lugar para hacer comprender a alguien que estaba realmente enferma.