Jue 31.12.2009

SOCIEDAD  › FAMILIARES Y VíCTIMAS DEL BOLICHE MARCHARON DESDE PLAZA DE MAYO HASTA ONCE

A cinco años del horror de Cromañón

La columna ocupó dos cuadras y se dirigió, recorriendo Avenida de Mayo y Rivadavia, desde Plaza de Mayo hasta la capilla de Once, casi en la puerta de Cromañón. Antes, una parte de los familiares había asistido a una misa oficiada por Bergoglio.

A las 21.05, la marcha empezaba a dar sus primeros pasos. Es inevitable, en ese momento, sentir cómo la congoja aprieta la garganta. Después se suelta, se acomoda, la angustia se va distribuyendo o filtrando, como el agua. A cinco años del incendio de Cromañón, los familiares y víctimas del boliche de Once realizaron su marcha, desde Plaza de Mayo hasta la capilla de Once, en Bartolomé Mitre y Ecuador. Marcharon alrededor de dos o tres mil personas, al inicio visualmente separadas en dos grupos –diferencias ideológicas que le dicen, unas participaron de la misa y otros no–, diferencias que luego parecieron disolverse. Antes, desde las 19, el arzobispo Jorge Bergoglio calificó a la ciudad, en abstracto, de “coimera, casquivana, vanidosa y superficial” y la comparó con “una madre que no tiene lágrimas para llorar a sus hijos”. Mientras, en la plaza, las banderas del PO, del MST, de grupos que claramente no tenían pretensiones de participar de la misa, comenzaban a marcar algunos ritmos.

A la salida, las cámaras se colocaron alrededor de José Iglesias, padre de uno de los chicos fallecidos y abogado del grupo más numeroso de familiares. Sostuvo que no había cambiado nada, que la experiencia no había servido y que el resultado final del juicio vendría demorado unos tres o cuatro años más.

La situación más patente de la división no sólo geográfica fue la espera. Durante media hora, una buena parte de los familiares, ya ubicada sobre el inicio de la Avenida de Mayo, esperó a que finalizara el acto de los que habían quedado ocupando la plaza en una anticipación del acto. A las 21 y monedas, desde la cabeza de la columna se decidió no esperar más y se dio inicio a la marcha. Al rato, se sumó el resto. Después, la división sería menos visible, al calor de las batucadas y las pancartas de memoria. Iglesias reveló que el juez Alberto Baños ordenó peritajes comparativos de imágenes de cinco seguidores de Callejeros con tres identikits elaborados por sobrevivientes, para tratar de determinar si alguno puede ser reconocido como el autor del disparo de la bengala que inició el incendio. “Siempre nos interesó saber quién fue. No tiene la misma responsabilidad Chabán que quien tiró la bengala, pero si se lo encuentra, tendrá que responder ante la Justicia”, sostuvo.

Cuando inició la marcha, un grupo de mujeres del cuerpo de tránsito de la ciudad comenzó a cerrar el paso a los automovilistas en las intersecciones con la Avenida de Mayo. Y a medida que las dos cuadras de marcha pasaban devolvían el paso. Es notable descubrir cómo opera la diferencia. El corte causaba la misma incomodidad que provocaría un corte piquetero. Pero a cambio de éste, la marcha por Cromañón no desataba el odio diferencial. Los automovilistas, es cierto, gesticulaban un poco, pero especialmente a las guardias de tránsito, que se mantenían en su papel de corte e impedían el avance de los paragolpes. “¿Y yo qué hago si te dejo pasar y alguien se cae abajo de tus ruedas?”, preguntaba altiva una que parecía más jefa que las otras. Y el automovilista la miraba entre resignado y mirada típica de “qué te cuesta”. Pero no reclamaba. Las bocinas, a espaldas del resignado, sonaban hasta que los conductores parecían enterarse de que no eran los diferentes los que cortaban el tránsito.

La marcha siguió provocando escenas semejantes en cada una de las intersecciones, especialmente en las de la 9 de Julio. Cuando la marcha se detuvo en Congreso, una madre muy joven le explicaba a su chiquito justo sobre la esquina de Entre Ríos, después de que el chiquito destapara la pregunta contundente de qué quieren. “¿Te acordás lo que le pasó al tío? –le dijo al niño mientras señalaba una enorme sábana en la que se veían los rostros de los 193 jóvenes fallecidos–. A todos ellos les pasó lo mismo y ahora sus mamis y papis marchan en protesta.”

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