SOCIEDAD › EL SENTIDO DE RATEARSE (POR INTERNET) > EN TORNO DE LA RATEADA MASIVA CONVOCADA EN LA WEB II
› Por Néstor Abramovich y Gabriela Farrán *
Siempre fue así. Cuando los pibes se hacían la rata, sus padres y docentes nos enterábamos después; o nunca. Hasta que un día, con no poca anticipación, alguien publicó en Facebook: “26/05/10 Rateada Nacional! Vamos muchacho/as. inviten a sus amigos asi el 26 de mayo nos ratiamos todos!” (sic).
Siempre fue así: cuando los pibes se hacían la rata y sus padres y docentes nos enterábamos, los retábamos y hasta los sancionábamos. ¿Y ahora?
Podríamos sacar el viejo manual de moral y civismo y enfurecernos porque, en lugar de usar la tecnología para hacer mejores monografías, despilfarran recursos en una descarada falta a las normas. Podríamos, desde otro extremo ideológico, considerar que se trata de una movilización autonomista, una especie de versión 2010 del que se vayan todos.
Quince días después de aquella primera proclama, la página ya anda por los ciento treinta mil seguidores, estudiantes secundarios en su mayoría. Muchos de ellos y de los adultos que la navegan hacen desde lecturas minimizadoras que ven en esta rateada una picardía sin importancia hasta otras tremendistas que descubren una conspiración contra las celebraciones del Bicentenario. Hay quienes apuestan incluso, en versiones bien argentas, a la prolongación del feriado ya alargado.
Entretanto, los medios concentrados fogonean: creen haber encontrado en esto otra muestra de lo mal que está todo. Ya hace tiempo que suponen haber develado algunos misterios del mundo escolar para convertirlo en un lugar de malas noticias. Una vez más parecen estar pensando: “Esta rateada es tan escandalosa que vende; promovámosla”.
Los canales de noticias descubrieron que es bueno televisar las pantallas de las computadoras con miles de mensajes que apoyan o cuestionan la movida. Ese espacio indefinido que era Internet –difícil de establecer si privado o público– entra de lleno al mundo de la fama y a la hoguera de las vanidades: son unos cuantos millones los que ahora ven algo que sólo hubiesen leído cien o doscientas personas.
El boom del rating minuto a minuto es también el de la cantidad de amigos registrados. Si los medios miden fuerzas de ese modo, los pibes, ¿no estarán haciendo lo mismo? ¿No querrán medir su capacidad de convocatoria? No lo sabemos. Cierta falta de códigos compartidos nos complica la lectura del fenómeno, que además debe tener muchas capas y aristas. Si dejamos de lado nuestras lentes normalistas y las de los ’70, los ’80, los ’90 y hasta las de 2000; si miramos al sol de frente podremos, luego de un primer momento de enceguecimiento, hacerle lugar a la curiosidad, a la pregunta genuina, a la búsqueda de sentidos y oportunidades.
Sabemos que no es políticamente correcto que como educadores digamos esto, pero la verdad es que –descargados de prejuicios– queremos ver qué va a pasar. Esto de la rateada mediática es nuevo. Puede tanto que resulte un bluff o una gran movida nacional sin consignas; una protesta alimentada de sí misma que les sirva para saber que si quieren pueden, aunque no sepan qué.
No es por despreciarlos. Quizá los pibes no estén conscientes, pero si ésta les sale bien van a quedar emponderados; y si hay potencia, hay capacidad de creación; y si hay capacidad de creación, hay un acto político con un antes y un después.
Desde el Jurásico se los demoniza. Desde South Park se los banaliza. Tranquilos todos. En cualquier caso habrá un después en las escuelas que puedan ser escenarios para la expresión de la potencia.
Especialistas en Educación. Directores del Colegio de la Ciudad.
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