SOCIEDAD
› EL PRIMER CONSEJO BARRIAL DE NIÑOS EMPIEZA A FUNCIONAR ESTE AÑO
Cuando los chicos tienen la palabra
La experiencia, en La Boca, es el comienzo de una propuesta que se extenderá a toda la ciudad. El consejo está conformado por chicos de 9 a 12 años que elaborarán propuestas para mejorar el barrio.
Ya tienen algunas ideas.
› Por Eduardo Videla
Una ciudad mejor es posible y será aquella en que se escuche la opinión de los niños. Ese principio, elaborado por el pedagogo italiano Francesco Tonucci, es el que guía la experiencia que está a punto de iniciar un grupo de chicos de La Boca: la conformación de un consejo barrial donde nenas y varones de 9 a 12 años elaborarán propuestas para mejorar el lugar donde viven. Se trata del puntapié inicial de una propuesta que se extenderá, de a poco, a toda la ciudad y que en el país tiene su antecedente más antiguo en Rosario. Los encuentros preliminares ya comenzaron y sirvieron para delinear las primeras propuestas: crear más espacios verdes y lugares para juegos, limpiar el Riachuelo y hacer de la calle un lugar más seguro, son algunas de las ideas sobre las que trabajan los chicos. El grupo promotor se reunirá durante el verano con la idea de lanzar en marzo el primer consejo barrial para una Ciudad Amiga de los Niños, un proyecto que impulsa el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes porteño y UNICEF Argentina.
“Hay muchas veredas rotas, y casi ninguna tiene rampas para sillas de ruedas”, observa Victoria (12), que rompe el hielo y arroja la primera propuesta. “También hay que limpiar el río, y la gente tiene que dejar de tirar basura al agua, que está llena bolsas y botellas de plástico”, agrega Fiorella, de 10 años. Los chicos no se resignan a que el Riachuelo esté sucio para siempre y sueñan con la posibilidad de bañarse o pescar alguna vez en esas aguas que en un tiempo fueron marrones. Y las propuestas no solo están dirigidas a las autoridades sino a sus vecinos: “Podemos poner carteles en el barrio para pedir que no tiren basura en la calle, y que los carteles estén hechos por nosotros”, proponen.
Los espacios verdes son pocos en la Boca y los que existen, a veces, se vuelven hostiles para los chicos. “Muchas amigas de la escuela dicen que no tienen una plaza cerca de su casa”, transmite Natalia, de 9 años, que vive cerca de la Plaza Matheu. “Pero ahí, a la tarde, se juntan chicos de 15 años o más a tomar alcohol”, protesta Fiorella. “Y las mamás se asustan y no nos dejan ir”, vuelve a intervenir Natalia. Resumen: tiene la plaza enfrente pero no le pertenece.
La inseguridad es un fantasma que recorre el barrio e invade la vida de los chicos. “Tendría que haber más vigilancia policial, pero también más trabajo”, dice Victoria, que no desconoce de dónde proviene tanto delito. Para Matías (11), la inseguridad es también jugar a la pelota en la calle, porque en escasean los potreros. O la violencia que estalla los domingos, en lo alrededores de la Bombonera, cuando las hinchadas se enfrentan en la calle. “Cuando hay partido no podemos salir de casa, la misma policía no nos deja, o si estamos afuera no podemos entrar”, se queja Fiorella, que vive a metros del estadio. “Cada tanto se pelean o se putean, y a veces la policía tira gases”, agrega Victoria, también vecina, que comparte el temor de sus compañeras.
También se preocupan por la cantidad de pibes de la calle que hay en el barrio, “chicos que se van de su casa porque sus padres les pegan”, dice Daiana (12), o lo supone, ya que no suele tratar con ellos porque “algunos son reviolentos”. Y Tamara (11) cuenta el caso de esa señora que “se quedaba sentada y mandaba a su nena a vender”. Los chicos concluyen que “tendría que haber más comedores infantiles, más viviendas, y también los padres tendrían que tratar mejor a sus hijos”.
Los seis chicos charlan con Página/12 en las butacas de la platea baja de Boca, el club donde realizan actividades recreativas organizadas por la Fundación SOS Infantil. La ONG es una de las tantas que participa en la organización de los consejos infantiles, y los chicos son solo algunos del medio centenar que componen el grupo pionero de la experiencia porteña.
Ninguno de ellos trabaja, todos van a la escuela pública y no sufren malos tratos. Pero por eso no dejan de reclamar por los derechos infantiles conculcados, como ese tan común de no ser escuchados por los mayores. “Cuando hablan ellos tenemos que esperar, y cuando nos toca anosotros, nos interrumpen cuando quieren y siguen hablando”, se queja una de las chicas.
En el Parque Lezama, dicen, hay algunos espectáculos gratuitos para chicos. “Pero la calesita debería permitir algunas vueltas gratis”, reclama Natalia. En el barrio no hay cines: para ver una película hay que ir hasta el centro. Y los espectáculos teatrales suelen ser para adultos o más bien caros.
Los chicos de La Boca se entusiasman con repetir lo que ya hicieron sus pares de Rosario, que los visitaron hace dos semanas para contarles su experiencia. “Nos gustaría que haya un día en que los padres no vayan a trabajar y jueguen con nosotros en las plazas”, dice Tamara. Se refiere al Día del Juego y la Convivencia, que se celebra en Rosario desde hace cuatro años, el primer miércoles de octubre, por resolución de la municipalidad local.
Ese es apenas uno de los logros de los consejos rosarinos, que incluyen desde la construcción de un cordón verde, formado por canteros en las veredas del área oeste de la ciudad, una de las zonas más carenciadas; un paseo ecológico llamado la Granja de la Infancia, un complejo de juegos denominado Jardín de los Niños, y la Feria Retro, una suerte de Mercado del Rastro a lo largo de siete cuadras, todo surgido de propuestas de los niños rosarinos.
Los pibes boquenses volverán a reunirse el 11 de enero, a partir de las 10 en el Museo Benito Quinquela Martín, en Pedro de Mendoza al 1800. Después, una delegación viajará a Rosario para conocer de cerca el resultado del trabajo de los consejos en esa ciudad. “La idea es que en marzo, cuando comiencen las clases, esté todo listo para lanzar el primer consejo, como experiencia piloto, que luego se va a extender a otros barrios de la ciudad”, explica a este diario Florencia Elgorreaga, cooordinadora del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la ciudad. Las propuestas que elaboren los chicos serán analizadas por una comisión que integran funcionarios de esa área, del consejo del Plan Urbano Ambiental, de Educación y Desarrollo Social. “Incluso, se les dará voz en la discusión del Presupuesto Participativo”, agrega Elgorreaga.
Los chicos se van de la Bombonera con la sensación de que este puede ser un verano distinto. Se sienten protagonistas y, se nota, sienten el vértigo del desafío.
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