El papa Benedicto XVI fue recibido ayer por una multitud en la ciudad de Friburgo, última etapa de su complicado viaje oficial a Alemania. Friburgo es el único bastión católico de su recorrido, pero hubo un incidente cuando un hombre efectuó un disparo. Cerca de 25 mil personas esperaron al Pontífice enarbolando banderas del Vaticano. Benedicto se abrió paso entre la multitud, sonriente, a bordo de un papamóvil con las ventanas abiertas. “Benede-tto, Benedetto”, corearon los feligreses de la ciudad universitaria, en plena Selva Negra, antes de que el jefe de la Iglesia Católica entrara a la catedral para orar junto a 600 fieles. La calidez del recibimiento se vio empañada porque, poco antes de la celebración, un hombre disparó con una pistola de aire comprimido contra uno de los controles de seguridad. El autor del disparo fue detenido y el Papa dio misa con normalidad.

Benedicto había visitado por última vez esa catedral el 24 de septiembre de hace 33 años, cuando fue invitado a la celebración del Día de los Católicos junto a la Madre Teresa de Calcuta. “Después de los bonitos encuentros en Berlín y Erfurt, estoy muy feliz de poder estar aquí, en Friburgo”, dijo el Papa, más relajado. Fueron difíciles sus visitas a un Berlín marcado por el ateísmo y a Erfurt, agnóstico y protestante.