SOCIEDAD › INCIDENTES EN ONCE CON UN GRUPO QUE PRENDIO FUEGO EN EL HALL
Tras la aparición del cuerpo de Lucas, un grupo de personas se subió a los molinetes y provocó roturas. Amigos y familiares del joven no avalaron esa forma de protesta y se retiraron a otro sector. Luego, unos jóvenes prendieron fuego y la policía disparó gases.
La tensión en el hall, los pasillos y los andenes de la Estación Once estuvo presente durante todo el día de ayer, pero recrudeció a partir de las 17, cuando circuló la noticia de la aparición del cuerpo sin vida de Lucas Menghini Rey. Los cánticos se fueron politizando a medida que aparecían más militantes de base de partidos políticos. Comenzaron con viejos hits: “¡Que se vayan todos! ¡Que no quede ni uno solo!” o “¡Asesinos! ¡Asesinos!”. Por casi tres horas, las cámaras de televisión transmitieron en vivo, sin que los gritos y cantos pasaran a acciones materiales. Pasadas las 20.30, un pequeño grupo incendió cartones, tiró bombas molotov, rompió molinetes y la guardia de Infantería tiró gases, echó a los manifestantes y cerró la estación.
“La televisión dice algo que no está confirmado. Les pido que levanten la foto de Lucas y hagan silencio”, dijo pasadas las 18 alguien que se identificó como tío del joven de 20, que estuvo dos días desaparecido. La bronca crecía con la noticia de que Lucas había aparecido entre el tercer y cuarto vagón del tren que chocó el miércoles pasado. Los amigos de Lucas prefirieron quedarse en el hall, donde estuvieron sentados todo este tiempo a la espera de novedades. Los acompañaban algunas madres de jóvenes fallecidos en Cromañón y sobrevivientes de esa tragedia.
Con la noticia confirmada, en la línea de molinetes, donde el jueves pasado se juntaban firmas para que el gobierno nacional le quite la concesión y los subsidios a la empresa TBA, un grupo de casi 200 personas coreaba frases contra la empresa. Muchos jóvenes se subieron a los molinetes para poder golpear las chapas que indican la ubicación de los andenes. Los insultos al personal de Infantería se hicieron cada vez más frecuentes, al igual que los gritos contra el personal de TBA. Otro grupo de personas pidió “prudencia” ante las cámaras.
“¡Ese cuerpo no es de Lucas! ¡Es de un chico que pedía monedas en el tren!”, fue el grito de batalla de una joven. Eran las 19.50. Minutos después voló la primera piedra contra la fila de la policía. Luego una botella y otra piedra. Un joven se acercó al cordón de la guardia de Infantería y comenzó a gritarle, a centímetros: “Putos de mierda”. Después salió la policía científica, luego los familiares y amigos (ver aparte). La situación comenzó a desbordarse cuando un joven incendió un pedazo de cartón, luego otro rompió parte de los molinetes y blandía la tapa de uno de ellos. En ese momento, los bomberos, que habían estado trabajando para sacar el cuerpo de Lucas, se acercaron a apagar el fuego.
Cuando alguien comenzó a quemar basura, la policía ya estaba tirando gases lacrimógenos y expulsando al grupo que provocaba los incidentes. Primero cerraron las persianas de salida sobre la calle Mitre. Luego las que dan a la avenida Pueyrredón, pero cuando intentaron bajar la cortina metálica sobre la calle Perón, un joven logró trabarlas. En el medio, un policía debió ser atendido por tres colegas por un corte en la cabeza. Cuando finalmente vino una ambulancia a buscarlo, seis uniformados despejaron la entrada de Perón y salvaguardaron la cortina, que no llegó a bajarse. Por el hueco, salían quienes acaban de llegar a la estación.
“Yo tengo que viajar a Morón, dejame entrar, por favor”, mentía uno de los jóvenes que habían provocado incidentes. Cerca de él, una señora pedía “más palos” y “cárcel para los quilomberos”. Afuera, un grupo de diez personas seguían tirando piedras, esta vez hacia la estación. Apoyados por carros hidrantes y casi tres docenas de guardias de Infantería, a partir de las 21.30 quedó acordonada toda la avenida Pueyrredón. El grupo que había sido expulsado de la estación se diseminó hacia la avenida Rivadavia. El fantasma de una pelea campal, saqueos y destrozos, como ocurrió el 23 de diciembre de 2010, ya se había disipado.
En la calle quedaron cientos de pasajeros esperando que se reanudara el servicio y otros tantos curiosos que sacaban fotos.
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