SOCIEDAD › INSPECCION DE LA JUSTICIA PORTEÑA EN LOS BARRIOS MAS AFECTADOS POR EL TEMPORAL
Una comitiva judicial recorrió varias villas y sentamientos para verificar la situación de los vecinos después de la tormenta de la semana pasada. La jueza Elena Liberatori, que estuvo en la 21-24, detectó que siguen los problemas. Y escuchó las quejas.
A más de una semana del temporal que azotó el área metropolitana, la “ineficiencia” y el “clientelismo” en la asistencia brindada por el gobierno porteño fueron corroborados ayer durante una inspección ocular que realizó la Justicia porteña. La magistrada Elena Liberatori recorrió durante tres horas la Villa 21-24 para evaluar el grado de cumplimiento de la medida cautelar que otorgaba a la Ciudad 24 horas para asistir la emergencia en las zonas más afectadas. La inspección fue una de las cuatro realizadas en simultáneo por referentes barriales, representantes de la Defensoría General porteña y funcionarios del gobierno comunal. El juzgado presentará hoy su informe sobre el recorrido y podrá dictar medidas sancionatorias.
“Como habíamos dicho, ha habido ineficiencia en este procedimiento de entrega de materiales y de ayuda”, sostuvo la jueza Liberatori tras la recorrida en la Villa 21-24. En esta causa “trabajamos en dos niveles: el puntual de que esta o aquella casa están sin techo y, por otro lado, el de las inconsistencias o ineficiencias que presenta la gestión. (La intención es) que haya un protocolo de cómo deben hacerse estas cosas para evitar el clientelismo, que es uno de los problemas que hemos detectado: entonces a uno se le da mucho y a otro, que lo necesita, no se le da nada”.
Tras procesar la información recabada en las visitas, la jueza podrá “llamar a una nueva audiencia, ordenar que se cumpla de manera efectiva e inmediata el fallo de Fabiana Shafrik –que ordenó, a raíz de una denuncia de la Defensoría General porteña, que el Gobierno de la Ciudad tendría 24 horas para la realización de relevamientos sobre el riesgo edilicio de viviendas y para la provisión de materiales, colchones, alimentos y frazadas, entre otras medidas– o imponer una sanción a la ciudad de Buenos Aires por no haber acatado la orden judicial”, según informaron fuentes de la Defensoría porteña.
Cuatro equipos de trabajo del Juzgado en la Contencioso Administrativo y Tributario Nº 4, a cargo de Liberatori, se dividieron las zonas más afectadas por la caída de árboles, derrumbes y voladuras de techo para hacer el recorrido. La magistrada también ordenó ayer inspecciones oculares en los asentamientos del barrio Zavaleta, Magaldi, Carrillo 1 y 2, La Veredita, Los Pinos, Los Piletones, Fátima, la Villa 15, la 1-11-14, y el complejo de Castañares y Lafuente, entre otros.
La comitiva integrada por Liberatori y la defensora Lorena Lampolio se interna en la Villa 21-24. Jorge, que camina con muletas por las calles embarradas de su barrio, cuenta que “por lo menos, el 80 por ciento del material se bajó al comedor (Centro de Primera Infancia) El Algarrobo que es del macrismo y ahí hubo mucha avivada”.
En la manzana 24, la familia de Facundo Correa, que murió al caer un árbol sobre su casa, levantó un santuario (ver aparte) sobre los restos de la única viga en pie de la casa de material. Tampoco quedó un solo ladrillo en la casa de Nélida, de 33 años. “Estoy en la calle con mis nenes de 12 y 17 años. Acá vinieron a limpiar las cosas, pero después sólo promesas. Yo quiero que me levanten mi casa. Estoy asustada, sin ninguna ayuda, ni psicológica, ni nada.” A su lado, el papá de Facundo acusa: “Queremos justicia, es lo único que pedimos, que dejen de darnos sólo palabras. Acá el Estado siempre está ausente”.
La comitiva avanza por las manzanas por calles, pasillos, bajo cables que cuelgan en medialuna a centímetros de las cabezas. Mirta Junco, otra vecina de la villa que tiene siete hijos y dos nietos, cuenta que se le voló el techo por completo. “Le pedí a mi sobrino que me ayude a juntar algunas de las chapas que se volaron para poder hacerlo de nuevo, porque no vino nadie a ver qué pasaba.”
Antonio, boina a cuadros y pelo canoso recogido en una colita de pelo, sale al cruce en la manzana 25. La imagen es impactante. Su casa es la última de la calle que desemboca directo al Riachuelo. Los nenes caminan descalzos entre cantidades de bolsas plásticas en que los vecinos protegieron algunas de sus pertenencias. La mitad del techo de chapa de su hogar se le vino al suelo y los fotógrafos retratan a los integrantes de su familia que quedaron a la intemperie.
“A ver, vengan por acá”, les dice a unos pocos periodistas y se interna a través de la cortina que hace las veces de puerta en la casa de enfrente. Erica Rodríguez se refugió en esa vivienda de techo de madera, podrida, con su bebé, después de que se le cayera el techo en su vivienda. “En El Alfarero me dijeron que no nos iban a dar nada porque somos unos ‘muertos de hambre’ y ‘unos villeros de mierda’, y después cuando reclamo me dicen que ya nos dieron todo.”
Para Antonio, “estuvo mal hecha la repartija, todos lucraban con las chapas mientras nosotros dormimos sin techo”.
Informe: Rocío Magnani.
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