SOCIEDAD
› RECLAMAN UN PLAN DE PREVENCION PARA EVITAR EL MIEDO AL REGRESO
Volver pero pensando en la próxima
Un equipo de expertos realiza un relevamiento “casa por casa” para determinar las condiciones de habitabilidad de las viviendas afectadas.Piden que se elabore un plan de salvataje para una futura crecida. Preocupa el aumento de casos de hepatitis.
› Por Carlos Rodríguez
El nivel del río Salado sigue bajando y las aguas se van retirando de los barrios afectados, pero todavía hay 15.000 viviendas inundadas y el total de casas involucradas en la catástrofe ronda las 40.000. El Comité Ejecutivo Para el Regreso a Casa, integrado por expertos oficiales y de organismos no gubernamentales, está realizando una recorrida “casa por casa” para evaluar las condiciones generales de habitabilidad, desde el estado de la estructura edilicia hasta las tareas de higiene necesarias para la salud de sus moradores. En un alto de una actividad que lleva cerca de una semana, Carlos Zapata, ambientalista de la Universidad Nacional del Litoral, le dijo a Página/12 que además de las tareas básicas que exige la emergencia “hay que comenzar a hablar de la próxima inundación, que puede ocurrir mañana o en cien años, pero que debe ser prevista mediante un Plan de Contingencia para planificar la defensa de vidas y bienes, para que los fenómenos naturales no nos agarren desprevenidos nunca más”. En tanto, a nivel oficial se sigue con atención el aumento de casos de hepatitis A, qu ya suman 26.
Desde distintos niveles técnicos se viene señalando la necesidad de comenzar a discutir y proyectar obras de infraestructura, entre ellas la finalización de la defensa oeste de la ciudad, cerrando el anillo ubicado en el barrio Hipódromo por donde se produjo el ingreso del agua que anegó el 33 por ciento de la ciudad. Zapata hizo hincapié en la necesidad de discutir y darle forma “a un plan de emergencia para organizar a los pobladores sobre cómo deben actuar cuando se produce una inundación, cualquiera fuera su alcance”. El ambientalista consideró que, como punto de partida, podría tomarse “el modelo que existe en la ciudad de Resistencia (Chaco), que es un buen ejemplo de lo que hay que hacer cuando las aguas avanzan sobre las zonas pobladas” (ver aparte).
Zapata sostuvo que la actual inundación “tuvo efectos muy graves porque la mayoría de la gente, y eso lo venimos comprobando durante las recorridas que estamos haciendo, jamás fue afectada por un fenómeno como éste y no estaba preparada para enfrentarlo”. Dio como ejemplo que “muchos abandonaron sus casas cuando comenzaron a llegar las aguas y con la inocente creencia de que podían salvar sus pertenencias, las dejaban sobre las camas o sobre los muebles más altos. Cuando llegó el agua, que tuvo niveles de excepción, los objetos flotaron junto con la cama y fueron cayendo. El destrozo fue total, la gente perdió todo”.
En una inundación, las evacuaciones tienen que ser “tempranas”, es decir antes de que llegue el agua y “debe estar en manos del grupo encargado de coordinar el Plan de Contingencia, que dispone de los medios necesarios para retirar de las casas a los pobladores y a sus pertenencias en forma organizada”. Zapata resaltó que la imprevisión hizo que hoy “muchas personas manifiesten que tienen terror de volver a sus casas, porque no quieren vivir la misma experiencia. Y si vuelven, lo que puede ocurrir es que cualquier lluvia leve los ponga otra vez ante una situación de crisis desde el punto de vista psicológico”.
Zapata se hizo una pregunta que debe ser respondida por las autoridades políticas: “¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Vamos a permitir que los inundados que quieran volver a sus casas, en las zonas bajas de la ciudad, puedan hacerlo?” Luego de aclarar que, aunque se cree que “no se va a producir mañana mismo otra inundación, es necesario que ahora, en caliente, se discuta la organización de un plan de salvataje. Yo creo que Santa Fe no se debe preparar para un terremoto ni para que se produzca la erupción de un volcán, sino para enfrentar cualquier tipo de inundación, porque estamos en territorio inundable”.
Sobre la situación actual en las casas inundadas a las que han ido volviendo sus habitantes, precisó que el Comité que integra, “superado el caos inicial”, está ahora trabajando en forma satisfactoria, conparticipación de expertos y voluntarios aportados por el Ministerio de Gobierno, la Municipalidad, personal de la Universidad Nacional del Litoral, la Universidad Tecnológica Nacional y organizaciones no gubernamentales. “Hay muchas personas que perdieron absolutamente todo, desde lo material a lo afectivo, ya que algunos sufrieron la muerte de seres queridos o la pérdida de su historia, como significa el hecho de que las aguas les hayan llevado todas las fotos familiares, los únicos recuerdos que tenían de un padre ya fallecido, de una madre, de los abuelos.” Zapata recalcó que lo sucedido es tan grave que “muchos de ellos hoy no quieren regresar a sus casas, porque tienen temor de una nueva inundación o de que se les caiga la vivienda”.
Otro de los problemas tiene que ver “con la pérdida del trabajo, por ejemplo en el caso de los cartoneros, que hoy dejaron de tener lo que era su actividad, les guste o no, y andan deambulando sin rumbo por barrios que son muy diferentes a su hábitat natural”. En los damnificados de clase media lo que se nota es “una situación de desarraigo que tiene que ver con el hecho de tener que vivir con parientes o amigos, lejos de ‘su’ lugar, de sus cosas, y también con la pérdida de valores preciados como muebles, libros, discos, elementos íntimamente relacionados con su modo de vida”.
En cuanto al estado de las viviendas inundadas, dijo que se está realizando un “experimento piloto” que incluye a las casas que todavía están bajo las aguas. “Lo que se hace es una evaluación preliminar sobre condiciones de habitabilidad y estado de la estructura, de la que participan ingenieros civiles y ambientalistas.” Hasta ahora se encontraron “casos de viviendas muy precarias que han quedado en muy malas condiciones y otros casos en los cuales los daños no parecen ser irreversibles”. A partir de ahora se tiene información para, cuando llegue el momento, empezar los trabajos en esos inmuebles. En el caso de los edificios en torre, donde las aguas ocuparon los pisos inferiores, el análisis “que todavía no empezó” es más complejo “y tendrá que hacerse piso por piso, incluso entre los que no estuvieron bajo agua”.
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