SOCIEDAD
› CINCO POLICIAS ACUSADOS POR LA MUERTE DE UN MUSICO
El gatillo fácil a juicio oral
Alejandro Levickas fue baleado en una persecución policial a presuntos delincuentes. Su hermano había muerto en la caída de una avioneta en el Delta. Mañana, juicio a cinco uniformados.
El 29 de setiembre de 2000, en Beccar, Alejandro “Batata” Levickas y su amigo Manuel Fernández Gache quedaron en medio de una persecución policial. Levickas murió de dos disparos policiales junto a uno de los ladrones. Fernández Gache perdió una pierna. Hoy, casi dos años y ocho meses después, cinco uniformados de la Bonaerense serán llevados a juicio oral. Los cabos primeros Jorge López y Juan José Cabrera, motociclistas del Comando de Patrullas de San Fernando, fueron acusados del homicidio de Levickas, y de tentativa de homicidio contra Fernández Gache; a Cabrera también se le endilga la muerte del asaltante; los cabos Eduardo Solís, Silvio Barretto y Osvaldo Luna, del mismo comando, están acusados de tentativa de homicidio contra Fernández Gache y el segundo asaltante, un menor que resultó detenido. El juicio se llevará cabo en el Tribunal Oral 3, de San Isidro, a partir de las 9 de la mañana.
El caso tuvo varias coincidencias trágicas. La primera, ocurrida apenas ocho días antes de la muerte de Levickas, contó también con la intervención de la Bonaerense. El 21 de setiembre de 2000, mientras Carlos Ruckauf era el gobernador provincial de la mano dura, y Ramón Verón su ministro de Seguridad, una persecución policial tras un asalto al Banco Itaú de Beccar terminó con la muerte del músico Mariano Witis, confundido por los policías como integrante de la banda. Por ese crimen fue detenido y acusado el cabo Emir Champonois.
La segunda coincidencia tocó a la familia Levickas. El 7 de julio de ese mismo año, Pablo, de 28 años, hermano mayor de Alejandro y docente, murió junto a dos colegas en el Río de la Plata al caer la avioneta que los trasladaba a la isla Martín García a dar clases.
Alejandro Levickas, de 21 años y músico como Witis, se había reunido con su amigo Manuel Fernández Gache frente a un galpón de Telecom en la avenida Centenario. Unos minutos antes, alrededor de las 13.15, un Peugeot 106 rojo robado, en el que viajaban al menos dos delincuentes (algunas versiones señalaron que eran tres) fue detectado en la plaza de San Fernando por dos motociclistas del Comando de Patrullas. Se sumaron a la persecución dos patrulleros Monza. El Peugeot tomó por Centenario. Al llegar a la altura del 1100 ya tenía destrozados el parabrisas y la luneta trasera por efecto de los disparos policiales. Al 1100, Centenario se presentaba angosta por trabajos de reparación de la calzada. El Peugeot subió entonces a la vereda.
Fue entonces cuando atropellaron a Levickas y su compañero, que estaban por subir a una moto de baja cilindrada. Fueron arrastrados casi media cuadra hasta que el auto se detuvo por los impactos. Pero Levicka no murió por el topetazo del vehículo sino por un balazo que recibió en la cabeza. Las pericias demostraron luego que había partido de un arma policial, igual que otro proyectil que se le encajó en la cintura. Fernández Gache recibió varios disparos en una de sus piernas, que debieron amputársela.
Uno de los asaltantes, Mario López, murió dentro del vehículo, mientras que el otro, un menor, resultó herido y fue detenido. Tras la autopsia y las pericias balísticas, el sábado 5 de mayo de 2001 fueron detenidos cinco policías, acusados de haber participado en la persecución. Las pericias demostraron además que la lluvia de balas partió únicamente de pistolas y ametralladoras UZI policiales.
Se demostró así que las balas que impactaron en Levickas y Fernández Gache fueron disparadas por Jorge López y Juan José Cabrera. Este último también fue acusado de dar muerte a Mario López. Además, Eduardo Solís, Silvio Barretto y Osvaldo Luna, según las pericias, dispararon contra Fernández Gache y el asaltante que quedó herido. Los dos primeros enfrentan condenas de hasta 25 años. Los otros tres, de entre 4 y 16. “Deben pagar por lo que hicieron –dijo Luis Levickas, padre de Alejandro-. Pero ellos también son víctimas de la falta de adiestramiento, oficio y preparación.”