Mié 31.10.2012

SOCIEDAD  › CONDENA POR EL CRIMEN DE NICOLáS ARROYO

Perpetua estilo “TVR”

El TOC 3 de Morón condenó a Esteban Román por el crimen de Nicolás Arroyo. En los alegatos el fiscal proyectó imágenes de las contradicciones de los testigos al estilo TVR.

El Tribunal Oral Criminal 3 de Morón condenó ayer a perpetua a Esteban Román, de 31 años, por el crimen de Nicolás Arroyo, cometido durante un asalto en Castelar en septiembre de 2010. En el caso, por el que desfilaron diez testigos, cinco de la acusación y cinco de la defensa, el fiscal Marcelo Varona Quintián puso en práctica durante su alegato un original sistema para subrayar las contradicciones de la defensa, al proyectar mientras hablaba una secuencia de los testimonios en los que los propios testigos se desmentían a sí mismos.

Arroyo, de 18 años, fue asesinado alrededor de las 23 del 3 de septiembre de 2010, cuando el chico se quedó dentro de un auto esperando que su amigo comprara una gaseosa en un kiosco de Ituzaingó, en la esquina de Blas Parera y William Morris. En ese momento, un hombre se acercó a robar el kiosco, mientras Nicolás se distraía mandando un mensaje de texto a su novia. No se pudo saber si existió un intento de robo directo a Arroyo o si el asaltante interpretó que estaba intentando comunicarse con la policía. Nadie escuchó una discusión ni gritos. Sólo una explosión, el disparo que impactó en la espalda del joven provocándole la muerte. “No le robaron nada, lo mataron por nada”, afirmó Norma Cruz, la madre del joven.

El arma con que fue baleado Arroyo nunca fue hallada. La dueña del kiosco donde ocurrió el crimen reconoció en la sala a Román como quien había disparado contra el joven, de 18 años. El crimen fue reconstruido apoyándose en esa declaración, en la del amigo de Arroyo que había bajado del vehículo para comprar una gaseosa, y en el relato de una pareja que caminaba hacia el kiosco y fue asaltada por un cómplice de Román, apodado Papelillo, quien nunca fue hallado ni detenido.

La campera mencionada por la dueña del kiosco fue hallada “en la casa de un compadre de Román de apellido Iriart”, dijo Norma Cruz a este diario. Durante un allanamiento secuestraron la prenda.

Durante la instrucción, los Iriart acusaron a Román de “ser chorro” y que por ese motivo no le habían prestado la campera. Más tarde, la hermana de Román se enteró de lo que habían declarado y, según los mismos testigos, los conminó a que cambiaran la declaración.

Durante el juicio oral, ambos aseguraron que la policía entró abruptamente en su casa sin orden judicial, que les robaron prendas entre las que estaba la campera, y que habían sido trasladados para declarar por separado. A uno de ellos, dijeron, lo metieron en una oficina y al otro, recordaron, lo llevaron a los fondos de la comisaría y lo obligaron a firmar para irse.

Pero el fiscal hizo una filmación de la comisaría, en la que no existen fondos porque se trata de un pequeño espacio con tres oficinas también chicas. Otra escena digna de TVR fue cuando el acusado dijo que había pasado la noche con su ex pareja Gabriela y sus dos nenas, porque la mujer estaba embarazada de su actual pareja y quería dejar a las nenas en la casa de Román, e iba allá para que se fueran acostumbrando. Así, Gabriela coincidió con Román, dijo que habían pasado la noche juntos, que Román roncaba y que las nenas estaban inquietas y salían a la calle todo el tiempo. La hermana del acusado en cambio dijo que su hermano había pasado la noche en la casa de ella, que había ido con las nenas y Gabriela, y que no los vio pasar hacia la calle en toda la noche por lo que dedujo que estaban allí.

Ayer, los jueces Raquel Reneé Lafourcade, Mariela Moralejo Rivera y Alfredo Bonanno, del TOC 3 de Morón, concluyeron dando todo el crédito a la acusación y dictaminaron la perpetua.

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