Mié 28.05.2003

SOCIEDAD  › EL FISCAL NO ACUSO Y EL IMPUTADO FUE ABSUELTO Y SALIO EN LIBERTAD

El crimen del piquetero quedó impune

Javier Barrionuevo fue baleado por un puntero de Ezeiza. En el juicio oral, el fiscal desechó las pruebas. Pedirán juicio político.

› Por Horacio Cecchi

Apenas dos días bastaron para dar la pauta de que una cosa es un homicidio a mansalva y otra si el que dispara es un puntero político. Máxime si el muerto es un piquetero. Entre el viernes y lunes pasado se sucedieron las dos únicas audiencias por el juicio oral que se lleva en los Tribunales de Lomas de Zamora, aparentemente, sólo aparentemente, contra Jorge Bogado, por el homicidio del joven piquetero Javier Barrionuevo, ocurrido el miércoles 6 de febrero de 2002, cuando Bogado intentó ir del trabajo a su casa a las 2 de la madrugada y en su camino se cruzó un corte de ruta. Fueron dos disparos y dos únicas audiencias porque el fiscal Pablo Pando decidió desistir de su tarea acusadora con el argumento de que no había pruebas, pese a los cinco testigos, las pericias balísticas que apuntaban contra Bogado, y el propio Bogado, que reconoció el hecho. Y como el fiscal no acusó, el imputado fue absuelto, está libre y volverá a su parrilla, a ser el “Batata” puntero político de Alejandro Granados, el mandamás de Ezeiza.
Desde cualquier punto de vista, el caso de Javier Barrionuevo desnuda paradojas. Paradoja 1: En la madrugada del 6 de febrero de 2002, un grupo de piqueteros del MTD Aníbal Verón reclamaba por los planes Trabajar prometidos por un sistema político que primero anuló su condición de trabajadores, y después les retaceó los planes de ayuda creados para que sobrevivan sin trabajar. Alrededor de las 2.30 de ese día, una columna de unos 200 piqueteros había cortado la Ruta 205, sobre el arroyo Ortega, en El Jagüel, partido de Esteban Echeverría y a cuatro cuadras de BZ, la parrilla de “Batata”. Llevaban cuatro días de corte de ruta porque no disponían del derecho a huelga por razones obvias.
Paradoja 2: A esa hora, Jorge Bogado decidió cruzar el piquete. Podría alegarse, como alegó luego la policía, que “los vecinos se irritan por los cortes”. Pero el parrillero no encaró el piquete como (o tan sólo como) un vecino fácilmente irritable sino como un puntero político del poderoso de Ezeiza, Alejandro Granados, menemista aún no bajado. Un retén policial, supuestamente para desviar a potenciales desprevenidos, se adelantaba unos doscientos metros al corte.
Paradoja 3: Según declararon en el juicio los policías del retén, justo cuando pasó Bogado, en inusual urbanidad frente a tanto descampado, uno había ido a un baño a tres cuadras y el otro miraba para otro lado. Ambos aseguraron no haber escuchado los disparos. Y Bogado pasó.
Paradoja 4: Cuando Bogado pasó con su Falcon blanco, no sólo su patente (C1.208.427) era ilegal. La Taurus DT99, 9 milímetros, con 15 proyectiles, que llevaba consigo no estaba registrada ni tenía permiso de portación. Desde la ventanilla y sin detenerse, dos veces disparó “Batata”, según él mismo reconoció en el juicio. Las dos al aire, aclaró.
Paradoja 5: La primera al aire rozó la cabeza de un chico apodado Guchi. La segunda, a sólo 50 centímetros de aire, impactó en el cuello de Barrionuevo y salió por la nuca.
Paradoja 6: La versión policial sostuvo desde el principio que “Bogado disparó al aire en defensa propia”, aunque fue imposible saber cómo lo supieron, dado que uno de los retenes supuestamente estaba en el baño y el otro, también supuestamente, miraba para otro lado y los dos aseguraron no haber escuchado nada. La tarea se completó en la subcomisaría de El Jagüel, por entonces a cargo de Claudio Boriani: durante la mañana de ese mismo día treinta piqueteros se presentaron como testigos, pero no se tomó declaración a ninguno.
Paradojas 7 y 8: Ante la falta de testigos, el fiscal Lorenzo Latorre dejó en libertad a Bogado. Un día después, cuando el piquete se levantó frente a la mismísima subcomisaría y los llamados de la prensa no dejaron de sonar, llegaron los testimonios y, con ellos, la primera prisión de Bogado acusado de homicidio simple. Un fallo de Cámara le concedió la libertad con ciertos requisitos que cumplir. Pero a fines del año pasado, el abogado Carlos Zimmerman y la cámara oculta de “Puntodoc” demostraron que Bogado no cumplía esos requisitos y la Justicia debió volverlo a prisión.
No duró mucho. El viernes pasado se inició la novena paradoja: el juicio oral por homicidio simple contra Jorge “Batata” Bogado. Las audiencias se llevarían a cabo en el Tribunal Oral 5 de Lomas de Zamora, a cargo de los jueces Pablo Little, Pedro Pianta y Guillermo Piume. A cargo de la acusación debía encontrarse el fiscal de juicio 5, Pablo Pando. Debía, porque su rol, desde el inicio, pareció superar a la defensora de oficio en defensa del acusado: “Hacía preguntas que favorecían notablemente al acusado –relató a Página/12 Carlos Zimmerman, abogado que colaboró en la reunión de los testigos–. A los cinco testigos de la acusación les hizo preguntas que parecían de la Inquisición. Si llevaban palos, si estaban enmascarados, si las gomas que quemaron dejaban espacio para que pasaran los autos, si había mucho o poco fuego. Hasta les preguntó si habían participado en los saqueos. Nunca preguntó cuántos disparos había hecho el acusado. Ese dato salió de los testigos, que hablaban sin que el fiscal pudiera frenarlos”.
Dos días duró la paradoja nueve. Hasta que el lunes pasado, después de pedir que uno de los piqueteros que se animó a declarar fuera procesado por falso testimonio –cuestión que el tribunal decidió desestimar por absurda–, el inquisitivo Pando decidió dar por terminado su papel y el juicio mismo. Consideró ante el tribunal que no disponía de pruebas y decidió declarar desierta la acusación. Según las normas procesales, los jueces no tienen la atribución de condenar si el fiscal no pide condena. Y pese a que el propio Bogado reconoció el hecho, Pando no planteó ni el exceso en legítima defensa, ni un homicidio culposo. No fue una vulgar paradoja: si lo hubiera hecho, le habría abierto la puerta al tribunal para que elevara la condena. Por lo tanto, “Batata” Bogado quedó absuelto. Paradoja diez: Pando pidió el procesamiento de los policías, alegando que si hubieran estado se habría evitado el suceso. El mismo suceso que el propio Pando negaba que hubiese existido.
Ante tanta paradoja, y para evitar subsiguientes, el próximo viernes, cuando el tribunal lea la previsible sentencia, los piqueteros volverán a hacer un corte en la 205, y el abogado Zimmerman analizará los fundamentos de esa sentencia para pedir el juicio político del fiscal inquisitivo.

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