SOCIEDAD › CINCO EMPLEADOS DE IRON MOUNTAIN DECLARARON ANTE LA JUSTICIA QUE LOS ASPERSORES NO ARROJARON AGUA
Los cinco empleados que se encontraban en el galpón de Barracas, cuando se inició el incendio, coincidieron en sus testimonios ante la fiscalía. Dijeron que el sistema de alarmas sonó, pero que los aspersores automáticos no entraron en funcionamiento.
› Por Horacio Cecchi
Si las sospechas sobre el origen del fuego en el galpón de Iron Mountain, en Barracas, daban vueltas alrededor del sistema antiincendios interno, la declaración de cinco empleados de la empresa de protección y almacenamiento de documentación, ayer, ante la fiscal que investiga el caso, afinó el foco sobre la misma empresa. De sus declaraciones surge que el sistema de aspersión de agua no se puso en funcionamiento. El dato no aclara la pregunta base: por qué se inició el fuego. Los datos que aportarán los peritos fortalecerán o debilitarán las hipótesis del accidente o del incendio intencional. Pero hasta ayer, la búsqueda de esos datos no se había iniciado porque entre los hierros retorcidos y los restos de mampostería seguían bailando las llamas (ver aparte). La otra incógnita queda por ahora por fuera de la investigación y por el momento es hacia adentro de los manuales operativos: el muro, la “sorpresiva” dirección de su caída, y la concentración de integrantes en un punto de riesgo.
La fiscal Marcela Sánchez, subrogante (a cargo provisoriamente) de la fiscalía en lo criminal 37, que investiga las causas del incendio y sus resultados trágicos, tomó declaración a cinco empleados de la empresa Iron Mountain. Los cinco se encontraban en el interior del edificio que IM tiene en Barracas, utilizado especialmente como depósito para documentación y archivos.
De acuerdo con datos proporcionados, se trata de un jefe de planta, dos operarios, una empleada de limpieza y un guardia de seguridad. En sus declaraciones, los cinco coincidieron en que, alrededor de las 8 de la mañana del miércoles, comenzó a sonar la alarma de incendio de uno de los sectores del depósito. Según la misma fuente, el empleado de seguridad y la mujer de limpieza se dirigieron al sector pero no vieron nada que los alarmara y regresaron a sus puestos.
Poco después comenzó a sonar la alarma de otro sector, y ellos mismos regresaron y entonces sí detectaron llamas. En ese momento, los cinco empleados coincidieron en que entre todos intentaron extinguir el incendio con matafuegos, que estaban en buenas condiciones de operabilidad. Cuando vieron que el fuego se volvía incontrolable decidieron dar aviso a los bomberos y abandonaron el edificio.
Los cinco aseguraron que los aspersores, que desparraman el agua desde el techo, no funcionaron. El dato es importante porque es el que el mismo día del incendio ya barajaban en sus dudas en el ámbito de los bomberos. Ayer el director del cuartel de Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha, de La Boca, Antonio Sette, confirmó la duda. “El sistema contra incendios, el plan de evacuación, según tengo entendido, porque no lo he visto, era la característica de la empresa. Tenía todos los elementos necesarios para ser habilitado como tal. La pregunta sería: ¿por qué no funcionó?”
Es, precisamente, una de las preguntas que guían la investigación de Marcela Sánchez. La primera dificultad que enfrenta es la de acceso de los peritos. Hasta anoche, el incendio seguía controlado pero activo, lo que impedía el trabajo de los peritos (ver aparte).
El ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, dijo “creo que fue una fatalidad” y destacó que “tanto (Pedro) Barícola como (José) Méndez estaban perfectamente capacitados” y añadió que “tendremos que rever, en este tipo de situaciones, cómo ingresamos (al siniestro) porque nunca se había dado que una pared cediera hacia afuera. El protocolo de acción conjunta está perfectamente determinado y funcionó tal cual está establecido”.
Un ex empleado de IM, entrevistado por América24, Mario Escalada, puso la lupa en el incendio involuntario pero con responsabilidad de la empresa: “Cuando yo trabajaba ahí empezaron a hacer recortes y sacaron un vigilador bombero de día, antes estaba las 24 horas ahora está solo a la noche”, pero también señaló hacia el factor humano cuando agregó en relación al aspersor y la falta de agua que “pudo haber pasado si la presión estaba baja en ese momento, y no se hayan dado cuenta y no hayan revisado”.
Hoy, Sánchez tomará testimonio a tres bomberos que participaron en el operativo y que resultaron heridos pero ya fueron dados de alta: Martín Coppola y Nicolás Scorza, bomberos de la Federal, y Daniel Herrera, bombero voluntario.
Respecto de la otra pregunta, la del muro y el manual, Carlos Ferlise, presidente del Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios de Argentina, dijo a radio La Red que “nunca un incendio es igual a otro y lo que pasó es una fatalidad. Eso dicen los libros con los que estudiamos para convertirnos en profesionales de la emergencia. Pero generalmente pasa lo contrario, las paredes ceden para adentro”. La pregunta sigue en pie y resulta difícil de ceñir al momento, porque sin pretenderlo pareciera interpelar a las víctimas: ¿las tareas exigían concentrar un equipo entero en un punto de riesgo?
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