Mié 26.03.2014

SOCIEDAD  › FUE ASESINADA A GOLPES DE MARTILLO POR SU EX PAREJA, EN BURZACO

La exclusión que no alcanzó

El ex marido estaba denunciado por violencia familiar y un juez había dispuesto su exclusión del hogar. Pero igual ingresó a la vivienda y agredió a la mujer delante de sus hijos. Cuatro niños quedaron huérfanos.

› Por Mariana Carbajal

“Tenía seis hijos, ahora tengo cinco”, dice Lidia Díaz, ahogada por un sollozo que pretende contener y no puede. La que ya no está es su hija mayor, Estefanía Michel Díaz, de 30 años: falleció el 19 de marzo como consecuencia de las heridas gravísimas que le causó su ex esposo y padre de sus cuatro hijos, Fernando Luis Oriolo, cuando la atacó una semana antes a golpes de martillo en la cabeza. En ese momento, Estefanía tenía en brazos a la menor de sus hijas, una beba de un año y medio. Oriolo se metió de madrugada en la casa que había sido el hogar familiar y en la que él tenía prohibido el ingreso. Estefanía lo había denunciado por violencia familiar. El día anterior, el Juzgado de Familia Nº 11 de Lomas de Zamora le había notificado en una audiencia que había dictado la exclusión del hogar de Oriolo. La medida, como en otros tantos casos, no alcanzó a proteger a la joven. El horror de un nuevo femicidio silenció a una mujer que trabajaba como cocinera en una escuela pública de la localidad de Glew y dejó huérfanos a la beba y a tres nenes, de 5, 7 y 9 años. El autor del crimen está detenido.

Estefanía y Oriolo convivieron durante casi 12 años. Aunque Lidia no lo sabía, el maltrato de parte de Oriolo era moneda corriente. Lo sabe ahora. “Mi hija lo había denunciado por pegarles a los chicos. Esas denuncias no sé en qué quedaron. Es evidente que Estefi tenía mucho miedo, pobrecita. Ahora yo entiendo por qué no me dejaba entrar a su casa. ‘No mami –me decía– estoy cansada.’ Tal vez, pobre, tendría moretones y no quería que se los viera. Yo encontré ahora una denuncia que le había hecho a él por violencia hace tres años. Yo no sabía que lo había denunciado en ese momento. Ella me decía que era agresivo verbalmente, pero no que le pegaba”, dice Lidia. Como tantas mujeres que sufren violencia de género de parte de su pareja, Estefanía callaba: no contaba, probablemente, por temor, amenazada.

Dice Lidia que su hija y su yerno hacía unos cinco meses que estaban separados. Pero él se resistía a dejar el hogar familiar, en Gallardo 69, Burzaco, partido de Almirante Brown, justo al lado de la casa de Lidia y Ariel, su pareja. Oriolo no aceptaba la separación, como ocurre en otros casos de violencia en relaciones de pareja.

Estefi era la hija mayor de Lidia. La menor tiene 11 años. Ahora, la mujer, de 45 años, está tramitando la tenencia de sus cuatro nietos, que ya están viviendo con ella. El mayor de los hijos de Estefanía, de 9 años, fue testigo del infierno, en la madrugada del jueves 13, cuando su papá se metió en la casa y empezó a golpear a su mamá. Según le contó a su abuela, el niño se refugió en una habitación del piso superior, con la beba, cuando su mamá se la dio para que la cuidara, en medio de una sesión de torturas que le propinaba y que incluyó golpes de todo tipo. “A mi hija le tapó la boca para que no gritara, le rompió la mandíbula, el ojo. La torturó un par de horas. La dejó desfigurada”, cuenta Lidia, desconsolada. Dice que Oriolo amenazó a su hijo mayor para que mantuviera silencio y ahora el niño se siente culpable por no haber sido más valiente y haber gritado fuerte para pedir ayuda. Lidia también siente culpa: “No escuchamos nada”, dice, aunque su casa linda con la de su hija. Oriolo le pegó a su ex pareja con un martillo en la cabeza. La dejó inconsciente.

Alrededor de las 4 de la madrugada del 13, Oriolo despertó a Lidia y a Ariel: alegó que pasaba por ahí y había escuchado gritos y que había encontrado a Estefanía caída en la bañadera, ensangrentada, como si hubiera tenido un accidente, como en su momento alegó la familia García Belsunce, en relación con la muerte de María Marta, en el country El Carmel. Oriolo fue en el auto que manejó Ariel, el padrastro de Estefanía, para llevar a la joven al Hospital Lucio Meléndez, de Adrogué. La mujer llegó en estado gravísimo. Nunca se recuperó. Falleció el 19 de marzo en la clínica privada IMA, adonde la trasladaron unos días después. Oriolo quedó detenido. Está preso en la comisaría de Burzaco, y en la investigación de femicidio interviene la Fiscalía Nº 6 de Lomas de Zamora. La casa de Estefanía es sencilla. La joven mantenía a su prole, porque Oriolo no tenía trabajo estable. Ella se desempeñaba como cocinera de la escuela Nº 62 de Glew. En las últimas semanas estaba de vacaciones porque había trabajado durante el verano en el comedor escolar. Lidia es auxiliar de cocina. “En su humildad, ella siempre estaba juntando ropita para alguna vecina. Era muy dulce, muy bondadosa, muy trabajadora”, la recuerda su mamá. Un día antes del ataque mortal que recibió de parte de su ex pareja, Estefanía había ido al Juzgado de Familia Nº 11, a cargo de Marcelo Brizuela, donde, según contó su mamá, le comunicaron que se había dictado la exclusión del hogar de Oriolo. Pero, como tantos hombres que ejercen violencia contra su pareja o ex pareja, Oriolo no respetó la orden judicial y volvió a ingresar en medio de la noche. “Ella había pedido también una restricción perimetral”, agregó la madre. “Quiero justicia por mi hija”, dice Lidia, con el dolor a flor de piel.

–¿Qué les diría a otras mujeres que estén en una relación atravesada por la violencia de género? –preguntó este diario.

–Les diría que tomen conciencia. Que se animen a hablar con su mamá, con algún pariente, con alguien que las pueda ayudar. Y si alguna vez alguna compañera de trabajo te cuenta que está viviendo algo así, hay que hacer algo. Mañana puede ser tu hija.

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