Lunes, 7 de julio de 2014 | Hoy
Por Isaac Widuczynski *
Como lector de Página/12 desde hace muchos años disfruto de las variadas notas sobre política, economía, educación, ciencia, arte, espectáculos, deporte y tantos otros. Los dibujos de Paz-Rudy y Rep son definiciones políticas y un llamado a la vida respectivamente.
Pero una nota de opinión que apareció el viernes 30 de mayo de 2014 y leí esa misma noche (“Una mosca en la leche”, firmada por Mónica Müller) despertó mi reprobación por ciertas ligerezas e inexactitudes y la necesidad de aclararlas. Soy químico de Ciencias Exactas de la UBA, primero licenciado y luego doctorado. Mis primeros 15 años de profesional los desarrollé como investigador del Instituto Malbrán, INTA y la UBA. Los 10 años siguientes fue como responsable de I&D en la industria farmacéutica. Sintiendo que el gran desafío en la Argentina es el desarrollo de alimentos bien producidos, hace 35 años que estoy en el mundo de los aditivos funcionales, como los hidrocoloides, enzimas, bacterias lácticas, etc. Así creamos Biotec, una típica pyme argentina que reinvirtió el excedente para equiparnos y crear una empresa productiva. Ahora vengo a saber que somos uno de los “cinco emporios multinacionales productores de lácteos y aditivos químicos para la industria de la alimentación”. No somos productores de lácteos. Es cierto que nos invitaron a patrocinar la Primera Jornada... y lo hicimos con gusto. Sí creo que un vaso de leche o un yogur es muy conveniente para el grueso de la población, más accesible que ciertos productos naturales, muy sabrosos pero más costosos para la mayoría de las capas populares. Habría más tela para cortar, pero sólo pregunto ¿qué otra forma de ingerir leche y otros productos lácteos hay que no sea industrializada, como lo es en la actualidad? ¿Es que tomada la leche al pie de la vaca, como lo fue en el pasado, era más higiénica y nutritiva?
* Doctor en química, Biotec.
Por Mónica Müller *
El tamaño con que haya comenzado Biotec tiene poco que ver con la cuestión en debate. Hoy es una gran empresa con actividad internacional en la elaboración de aditivos para la industria de la alimentación, representante de importantes empresas extranjeras y merecedora del premio “Proveedores del Año” por Danone y La Serenísima, cuestión que el doctor Widuczynski omite, del mismo modo que el doctor Carmuega ocultó su carácter de director asociado en el Instituto Danone del Cono Sur al aconsejar el consumo de más lácteos.
Sigo sosteniendo que es un recurso ilegítimo el aconsejar u opinar como médico del consumo de un producto sin decir que a la vez se es directivo, empleado o beneficiario de la empresa que lo vende. En otros países esa conducta se condena enérgicamente porque se la considera ajena a la ética más elemental. Sobre la inconveniencia de consumir más lácteos y los beneficios de aumentar el consumo de cereales y vegetales, me remito a las investigaciones independientes de las más prestigiosas universidades, cuyos links de acceso he incluido en mi nota “Una mosca en la leche”. No se trata de mi opinión ni de la del doctor Widuczynski, sino del resultado de trabajos de indiscutible objetividad científica.
Por último, cuando me refiero a productos lácteos industrializados, no estoy promoviendo el regreso a la leche de vaca recién ordeñada sin controles ni pasteurización, sino que cuestiono la infinidad de productos cargados de conservantes, emulsionantes, colorantes, estabilizantes y saborizantes que la industria láctea ofrece con el argumento de que son saludables y naturales, colocándolos en el imaginario del público como mejores que una fruta fresca o un puñado de nueces, alimentos que no sólo son más nutritivos, sino también mucho más económicos.
* Médica. Autora de Pandemia (Sudamericana) y de Sana Sana. La industria de la enfermedad (Sudamericana, de próxima publicación).
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