SOCIEDAD › MUESTRA EN EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORANEO (MAR) DE MAR DEL PLATA
El recorrido invita a visitar obras de artistas clásicos y contemporáneos como Xul Solar, Raquel Forner, Grete Stern y Gyula Kosice y espacios donde el público puede interactuar con las obras.
Desde Mar del Plata
“Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres.” La sentencia de Jorge Luis Borges, en su libro El mundo de los seres imaginarios, realizado en colaboración con Margarita Guerrero (ver aparte), guía los pasos y la imaginación de los que recorren el laberinto de la muestra que se exhibe –hasta diciembre– en el Museo de Arte Contemporáneo (MAR) de esta ciudad y que en las vacaciones de invierno ha sido visitada por decenas de miles de personas de todas las edades. El libro contiene la descripción de ciento dieciséis animales o personajes fantásticos que pueblan la mitología, la religión y la literatura; todos no están presentes en el Museo de los Mundos Imaginarios, la nueva apuesta del MAR, pero se ha logrado plasmar el espíritu de esa incursión a lo fantástico propiciada por Borges, a través de las obras de medio centenar de artistas clásicos y contemporáneos que sorprenden, movilizan y provocan sonrisas –también algún sofocón– a un público hiperactivo que acepta el convite e interactúa cada vez que los artistas los convocan a través de sus trabajos.
Para que el viaje sea posible, la recorrida empieza con Xul Solar, ese artista venerado por Borges y por Leopoldo Marechal, que sigue deleitando con su obra inspirada en la astrología, las ciencias ocultas, la creación de nuevos idiomas; un talento impar conocido a nivel mundial que instaló una propuesta que se potencia cada vez más con el correr de los años. Está en la muestra el pan ajedrez, el ajedrez total, el juego favorito de Xul Solar, del que se muestran 60 de las 104 piezas que la componen. Mariana, la joven guía que acompañó a Página/12 durante la recorrida, recordó una anécdota contada por Borges: “El decía que cada vez que se juntaban a jugar, Xul Solar inventaba reglas nuevas y era imposible seguirlo”.
En el pan ajedrez, las casillas tradicionales del juego son muchas más y las piezas se relacionan con las constelaciones y los signos zodiacales. Otra frase de Borges sobre Xul Solar señaló que era capaz de crear “una cosmogonía por día”, en una búsqueda permanente para encontrar respuestas sobre el origen del universo y de la humanidad.
También puede verse en la sala uno del MAR la carta astral que le hizo a Victoria Ocampo, cuyo nombre aparece rodeado de planetas y estrellas. Se pueden ver obras de sus últimos años, cuando se fue a vivir al Tigre, a principios de los sesenta, cuando sus trabajos estuvieron inspirados por la arquitectura.
En esa primera parte puede verse la obra de Mariano Sardón, Libros de arena. Chicos y grandes pasan sus manos o algún objeto plano sobre una pantalla horizontal y como por arte de magia, pueden leerse comentarios en varios idiomas exaltando la obra de Jorge Luis Borges. De igual modo se destaca el portal de Tadeo Muleiro, pleno de colorido en las telas que dan vida a seres de la mitología popular argentina, con recreación de imágenes propias de los pueblos originarios, de la imaginería quechua y una referencia crítica a la llamada Campaña del Desierto.
El primer salón está dedicado a los universos espirituales y mágicos. Allí aparece la obra de Raquel Forner, que muestra amigables personajes de otros mundos, coloridos y sonrientes, que llegan a la Tierra para darles vida a sus grises habitantes, golpeados por guerras y otras aberraciones. Uno de los sitios interactivos de mayor concurrencia es El muro, de Leandro Erlich. Los visitantes tienen que correr las cortinas de dos ventanas por las que puede verse una pared de ladrillos a la vista. Desde afuera, se advierte al tacto la firme estructura de los materiales con los que está construido el recinto, pero cuando se espía hacia adentro, el rostro de los que interactúan se puede ver con nitidez, porque la pared devuelve la imagen igual que un espejo. Es el lugar ideal para llevarse un recuerdo fotográfico.
Otras obras de Erlich les han permitido a los más inquietos trepar edificios con más facilidad que a un tren en hora pico o caminar sobre una pileta llena de agua, sin mojarse ni hundirse. Otro sitio muy transitado es un cuadrado en el suelo que cuando se lo pisa reacciona como una rayuela al revés: uno no tiene que saltar hacia los casilleros que tiene adelante de sus ojos. No, los casilleros de formas geométricas lo corren a uno y no hay forma de escapar de la persecución. Su autor, Javier Bilatz, dijo que la idea era “oponerse al ‘cuidado, no pises que se rompe’, sino todo lo contrario, hay que meterse adentro y dejar las huellas”.
Un lugar atractivo para chicos y grandes es una casita pequeña, como de juguete, en apariencia adorable, que está inspirada en alguna de las escenas más dramáticas de El mago de Oz. Es una obra del colectivo de artistas que conforman Provisorio Permanente. El recinto interactivo de mayor participación es el denominado proyecto Osedax. En la semioscuridad se advierte la presencia de una figura enorme que resulta ser una ballena, sobre la que caen las luces multicolores disparadas desde la altura y que provienen de varias fuentes, generando un ambiente psicodélico, donde la música también juega un papel importante.
El efecto que se produce al caer la luz sobre la superficie del gigantesco muñeco asemeja las formas de microorganismos que habitan en los océanos, que se denominan en forma genérica osedax y que se alimentan de los huesos de las ballenas muertas que yacen en el fondo del mar. La obra fue concebida por los integrantes del grupo Proyecto Biopus, quienes se inspiraron en los resultados de una investigación que hicieron investigadores de la Universidad de Southampton, del Reino Unido. Ellos descubrieron ocho microorganismos de los que no se tenía conocimiento y a los que encontraron en una sola inmersión.
Son muchas las fotografías que se muestran a lo largo de los tres salones. Hay fotos de Grete Stern, la alemana que vivió y murió en la Argentina. Son trabajos de fotomontaje, muy curiosos, que fueron publicados por una revista destinada a la mujer que se llamaba Idilio. Las lectoras, en forma anónima, expresaban sus deseos, sus angustias y su marginación de la vida social, laboral y cultural por los cánones ultramachistas en los años cuarenta. Sobre esa idea y contando con el aporte de psicólogos que analizaban los mensajes, Stern armaba los trabajos que eran publicados.
En la muestra se exhiben los dibujos de la argentina Dolores Avendaño, que le ha dado un rostro, en los libros, al aprendiz de brujo Harry Potter, el famoso personaje creado por J. K. Rowling. En el salón tres, que cierra la recorrida, predominan el agua y la luz. Se destacan las “esculturas líquidas” de Gyula Kosice, igual que sus fantasías lumínicas y su famosa Ciudad Hidroespacial. El broche de oro, sobre todo para los más chicos, lo aporta Eduardo Basualdo con su obra interactiva El silencio de las sirenas. En ese sitio, el agua ingresa hasta formar un pequeño lago y luego se retira, formando un remolino.
En el lugar hay dos piedras enormes a las que los chicos se suben cuando el agua se ha retirado y esperan allí arriba que el líquido coloreado vuelva a coparlo todo. Se quedan quietos, en silencio, con la sensación de ser náufragos en una isla. Ellos y ellas se quedan tiesos, silenciosos, contemplativos, mientras sus padres se agitan algo y les hacen preguntas para saber cómo están viviendo la experiencia. Los chicos y chicas responden con monosílabos, absortos por las sensaciones que los atrapan.
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