Mar 16.09.2003

SOCIEDAD  › CAYO AL IR A VOTAR EL ACUSADO DE MATAR A UNA GERENTE EN PALERMO

Otro detenido en la mesa electoral

El joven apresado sería un taxi-boy que intimaba con Verónica Tomini y que mantenía largas charlas vía chat. Las copias de esas conversaciones que quedaron en la PC de la mujer permitieron dar con el sospechoso. Ayer, el acusado se negó a declarar.

› Por Horacio Cecchi

Eran alrededor de las cuatro de la tarde del domingo pasado. La tensión por las elecciones porteñas seguía anudada con cálculos y porcentajes. Miguel Angel Gómez entró en la escuela Guadalupe, en Paraguay y Julián Alvarez y a dos cuadras de la comisaría 21ª. Buscó detenidamente en los listados del padrón masculino, después se dirigió a la mesa, entregó su documento, aguardó hasta que se liberó el cuarto oscuro, entró, seleccionó su boleta, la colocó en el sobre, humedeció la solapa con su lengua, cerró el sobre, salió, colocó el sobre dentro de la urna. Retiró el documento. Y, para su sorpresa, fue detenido. Miguel Angel Gómez, “Mike” para sus amigos y sus conexiones de chateo, está sospechado por el crimen de la joven gerente de marketing Verónica Tomini, ocurrido el 19 de agosto pasado en el departamento de Tomini, Gorriti 3515. Según los investigadores, sus chateos con la víctima quedaron grabados en la PC de la joven. La justicia sospecha que “Mike” participó en otro crimen ocurrido en diciembre pasado en Ramos Mejía.
Entre la noche del martes 19 de agosto pasado y la madrugada del miércoles, Verónica Tomini, de 25 años y gerente de una empresa de marketing, fue asesinada a golpes en el rostro en su departamento del 3º A de Gorriti 3515, casi esquina Billinghurst. Su cuerpo, semidesnudo, fue hallado por su madre pasado el mediodía del miércoles. En la escena del crimen, los investigadores descubrieron una serie de pistas que fueron llevando hasta la sombra de un sospechoso.
La puerta del departamento estaba cerrada con llave y la cerradura no había sido violentada. Los detectives dedujeron que debería tratarse de algún conocido. En el departamento no parecía faltar nada. Los detectives dedujeron que en principio no hubo robo, después corrigieron y descubrieron que faltaban 10 mil dólares. También faltaba una mancuerna de gimnasia de 2 kilos de peso. Los detectives imaginaron que se trataba del arma usada para golpear a la víctima. Hallaron botellas de bebidas alcohólicas vacías, picadura de marihuana y pastillas. Dedujeron que habían desatado la tensión o facilitado el crimen. Descubrieron un profiláctico usado. Lo enviaron al laboratorio para analizar el ADN tomado de los restos de semen. Lo mismo hicieron con unos cabellos que la víctima había arrancado a su asesino. Y tomaron la PC de Verónica para investigar su disco rígido en busca de pistas. Y las encontraron.
“Verónica chateaba en Internet –dijo a Página/12 un experto en informática que trabajó en el caso–. Entre sus chats se cruzaba con uno que usaba ‘Mike’ como nick (apodo clave para ingresar a los chateos). Ella usaba ‘Vero’. Venían chateando hace tiempo y casi a diario. Ella lo llamaba ‘Cachorro’, y él a ella le decía ‘Bebota’. Hablaban de todo un poco, con quién habían andado, cosas cotidianas y también de la noche, de los boliches por los que habían pasado, cosas por el estilo. Lo que nos llamó la atención poderosamente es que para la fecha del crimen arreglaron verse en la casa de ella. Verónica le dijo que ese día saldría del trabajo, pasaría por el gimnasio y que a eso de las diez de la noche lo esperaba en la casa, en su departamento de Gorriti.”
En los chats, los investigadores también descubrieron que “Mike” le comentó en algún momento a Verónica que se encontraba muy deprimido porque un amigo suyo se había suicidado. La sospecha de los investigadores (tienen más elementos que son mantenidos en silencio) es que el mentado suicidio podría ser en realidad el asesinato del dentista Carlos Miguel Aisen, de 41 años, cuyo cuerpo fue hallado por su secretario el 6 de diciembre pasado, semidesnudo, flotando en la pileta de su casa, en Ramos Mejía, con fuertes golpes en la cabeza provocados con un bate de béisbol. La justicia cree que “Mike” conocía al dentista y que habría convivido con él.
A partir del análisis de la computadora de Verónica, y testimonios que daban cuenta de que salía con un joven que no era aceptado en su entorno, los investigadores ataron cabos. Determinaron a quién correspondía el apodo de “Mike”, lo identificaron como un habitué de la noche pesada y los boliches, y que se ganaba la vida como taxi-boy, contratado tanto por hombres como por mujeres. También, luego de recoger testimonios, comprobaron que del departamento de Verónica faltaban 10 mil dólares que la joven había cobrado por diferentes trabajos, lo que los llevó a la presunción de que el motivo del crimen podría haber sido el robo del dinero.
El viernes 12 pasado, con las pruebas en la mano, el fiscal Martín López Perrando pidió la detención de “Mike” y el juez Gustavo Karam ordenó que se localizara el lugar de votación. “Teníamos que en las últimas elecciones había votado y dónde –reveló a este diario un investigador–, así que apostamos a que volviera.” Y de hecho, nadie sabe si impulsado por alguna remota responsabilidad cívica o por qué otro motivo, Miguel “Mike” Gómez apareció, a eso de las cuatro de la tarde, por la escuela Guadalupe. Vio policías y gendarmes, y se dijo a sí mismo que es algo normal en toda elección. Se buscó en las listas, se dirigió a la mesa correspondiente, aguardó en la fila sin que nada pareciera anormal, quedó frente al fiscal de mesa, le entregó el documento, le pareció que el fiscal leía su nombre en voz demasiado alta y que no hacía falta subrayar tanto, pero no pasó nada, aguardó su turno y creía que lo miraban, pero no, cuando quedó libre el cuarto oscuro entró, respiró aliviado y libre de tanta mirada, tomó la boleta, la colocó en el sobre, humedeció la solapa, la cerró y presionó con sus dedos, abrió la puerta, colocó el sobre en la ranura, estiró la mano para que le entregaran el documento. Dos hombres que parecían fiscales se levantaron y otros, por detrás, lo esposaron.
Ayer, mientras Aníbal Ibarra analizaba su victoria ante los medios, “Mike” se negaba a declarar ante el juez, aconsejado por su defensa y todavía sorprendido por el cuarto oscuro que le tocó.

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