La detención “electoral” no es muy conocida públicamente, y de allí su éxito. Los métodos para realizarla son diversos. Cuando la Justicia requiere la citación de alguien en particular, el método de rastrearlo en el padrón es habitual. No siempre se trata de detenciones, pero cuando ocurren, suelen tener que ver con la Justicia civil y a veces con la penal en causas menores. Morosos, quiebras, alguna que otra estafa, testigos elusivos. En pocas ocasiones, prófugos por cuestiones mayores como fue el caso de Julio Metica o el de Miguel Gómez, buscados por secuestro u homicidio. El juez o fiscal ordena una guardia en las mesas correspondientes al buscado. Los policías alertan a los fiscales de mesa y suelen hacerse pasar como votantes, o se sientan en las mismas mesas como fiscales. En algunos casos, el fiscal hace una seña previamente convenida. En otros, al leer el nombre en voz alta llaman la atención de los policías. Para evitar complicaciones y riesgos, la detención suele realizarse después del voto, y cuando el prófugo ya se retira de la escuela.