Martes, 11 de noviembre de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › LA HISTORIA DE UNA PAREJA ACUSADA DE UN CRIMEN POR UNA MOCHILA PERDIDA
Luz Gómez y Diego Romero perdieron una mochila que luego apareció en la escena del crimen. Por eso fueron detenidos y llegaron a un juicio oral que empezó ayer. El defensor pidió la nulidad de toda la acusación. Reciben el apoyo de la APDH de La Matanza.
Por Carlos Rodríguez
La pareja formada por Luz Gómez y Diego Romero llegó a Buenos Aires procedente de Jujuy en busca de trabajo. Se afincaron en Monte Grande y en septiembre de 2011, viajando en un remís, olvidaron una mochila en la que tenían, entre otras cosas, un certificado de vacunación de Zaira, su hija mayor. A fines de ese año, la policía los fue a buscar a su casa y los detuvo por su presunta vinculación con el homicidio de un colectivero. La única prueba en su contra era la mochila perdida, que apareció en la escena del crimen. Luz estuvo detenida unos meses y le dieron la prisión domiciliaria, mientras que Diego pasó un año en la cárcel hasta lograr el mismo beneficio. Una jueza de primera instancia los absolvió, pero el fallo fue apelado y ahora los llevaron a juicio oral, que comenzó ayer, con la misma acusación: supuestos partícipes de un homicidio. “Ellos no tienen absolutamente nada que ver con ese crimen y nunca se debió haber llegado al juicio oral”, le dijo a Página/12 Pablo Pimentel, dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza, que viene acompañando a la pareja.
El colectivero Roberto Castillo, de 54 años, fue asesinado por una pareja el 1º de octubre de 2011 en su casa de Castelar, en presencia de su mujer. Los autores actuaron en complicidad con otras personas que esperaban en la calle, en un auto. En abril de este año se hizo un juicio oral por el caso Castillo y hubo tres condenas, una de ellas contra un hombre que era dueño de la remisería en uno de cuyos móviles olvidaron la mochila Luz y Diego. En ese juicio, los imputados dijeron que no conocían a la pareja jujeña.
Ayer, en la apertura del nuevo juicio oral, Eduardo Soares, defensor de la pareja jujeña, pidió la nulidad del proceso dando por sentado que no existe ninguna prueba válida en contra de sus representados; desde su punto de vista “nunca se debió haber llegado a este juicio oral”. El pedido fue desechado por el Tribunal Oral Nº 5 de Morón, integrado por Susana Di Carlo, Angélica Parera y Enrique Thompson. Una de las primeras en testimoniar fue Mercedes Ríos, la viuda del colectivero Castillo, quien recordó que la mujer que entró a su casa el día del crimen era “alta y de tez blanca”, una descripción que no se corresponde con Luz Gómez.
“La única prueba que tienen contra ellos es la mochila que habían perdido meses antes del crimen y que apareció en Castelar; hay testigos que saben que esa pérdida ocurrió antes del hecho”, insistió Pablo Pimentel, de la APDH de La Matanza. La pareja jujeña había sido absuelta, en la etapa de instrucción, por la jueza de Garantías de Morón Mónica López de Osornio, pero el fallo fue apelado por el fiscal Matías Rapazzo, y la Cámara de Casación Penal bonaerense hizo lugar al pedido de la parte acusadora y de esa manera se llegó al nuevo juicio oral.
A esta instancia judicial, Gómez y Romero llegaron en libertad, luego de haber estado ambos un tiempo en la cárcel. En la primera jornada del juicio, la pareja fue acompañada por dirigentes de la APDH, familiares y por otras víctimas de la violencia institucional. Se hizo una concentración frente a los tribunales de Morón y se levantaron pancartas que afirmabam que Gómez y Romero son “víctimas de una causa armada”.
Diego Romero, antes del comienzo de la audiencia de ayer, dijo estar “muy nervioso” por lo que pueda ocurrir en el juicio oral porque hasta el momento “la Justicia nos demostró que nunca quiso hacer justicia con nosotros porque nunca debimos haber llegado a esta instancia”. Romero cree que con ellos hubo “un ensañamiento, una persecución por parte de la fiscalía, porque el fallo de la jueza de Garantías que nos absolvió era muy claro, no dejaba lugar a las dudas respecto de que éramos inocentes y que sólo nos involucraba una mochila que habíamos perdido y que apareció en la escena del crimen”.
De todos modos confió en que van a poder “imponer la verdad porque no hay testigos en contra nuestro y la descripción que se hace de la pareja que mató al colectivero nada tiene que ver con no-sotros, de manera que es una injusticia grande que estemos todavía como imputados”. Agregó que “también tenemos a favor testigos que saben que nosotros perdimos la mochila antes del crimen de Castillo y eso demuestra que no estuvimos en el lugar de los hechos”.
Luz Gómez, por su parte, señaló que “por suerte hubo mucha gente que confió en nosotros y que nos ha ayudado mucho, porque como consecuencia de esta causa perdimos el trabajo que teníamos y nos tuvimos que dedicar a vender comida cocinada por nosotros. Los vecinos nos han ayudado mucho porque si no fuera por ellos no hubiéramos tenido ni para darles de comer a nuestras hijas”.
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