Dom 26.10.2003

SOCIEDAD  › SUSAN MURRAY, DIRECTORA DE MISSING CHILDREN, REVELA TODAS SUS SOSPECHAS SOBRE LA FAMILIA GARCIA BELSUNCE

“Nunca los escuché pedir que el crimen se resuelva”

Al cumplirse mañana un año del asesinato de María Marta, su amiga y compañera de trabajo decidió romper el silencio, contar sus dudas y salir a reclamar por el esclarecimiento del caso.

Por Horacio Cecchi y Mariana Carbajal

Después de un año de silencio, Susan Murray, presidenta de Missing Children, decidió salir a reclamar justicia por el crimen de su amiga y abrió la boca. En un extenso reportaje con Página/12, se animó a contar episodios sospechosos que hasta ahora no habían trascendido a la prensa sobre Carlos Carrascosa y el círculo más cercano a María Marta. Murray enumeró una a una sus dudas sobre el asesinato y apuntó todas sus sospechas sobre la familia García Belsunce: “No me cierra que estemos llegando al año y nunca los haya escuchado pedir que el crimen se resuelva”. Las reuniones que organizó Horacio –poco después de saberse por la autopsia que había sido un homicidio– para ver si ella y otras amigas de María Marta sospechaban del marido; unas cartas de María Marta que encontró Carrascosa que describían peleas familiares; la prohibición que le impuso la familia a Susan de ir a ver el cuerpo de María Marta la misma noche de su muerte y un celular que tenía Carrascosa al que le borraron todas sus memorias son algunos de los datos novedosos que surgieron en la charla. “Después de todo un año de parálisis emocional, de dolor, hemos conseguido arrancar con mucha energía y bregar para que sean juzgados y condenados los culpables”, enfatizó Murray. Mañana a las 19 encabezará un acto frente a la tumba de María Marta en la Recoleta para pedir por el esclarecimiento del caso.
–¿Por qué cree que el caso no se resuelve?
–Veo que hay tantas trabas en la investigación. Hace meses que estamos parados.
–¿Qué opinan de esas trabas dentro del círculo de amigas de María Marta?
–... las extracciones de sangre, por ejemplo. Si yo estoy ciento por ciento convencida de que no tengo nada que ver, haría la extracción para que dejen de poner la energía sobre mi persona y sigan con quien podría ser el culpable. Eso es lo que yo esperaría de tanta gente que está diciendo “yo no tengo nada que ver, no están dadas las garantías, quiero esperar”.
–¿Tiene sospechas sobre la familia o parte de ella?
–Yyy... a mí no me cierra por qué hicieron tantas cosas, no me cierra por qué estamos llegando a un año y nunca los escuché pedir que el crimen se resuelva. Los escuché defenderse, pero pocas veces hablar de ella.
–¿Qué cosas del caso le fueron llamando la atención?
–En el momento no las percibí, pero con el correr del tiempo fui atando cabos. Llegué al velorio el 28 de octubre a las 9 de la mañana. Pero me avisaron el día anterior a las once de la noche. Me llamó Pichi Taylor. Me dijo que María Marta había tenido un accidente en el baño y que había muerto. Apenas me lo dijo me puse a llorar. Le dije me voy para allá, quería abrazarla. Pero Pichi me dijo que no fuera, que estaban esperando al médico forense. Fui a las 9 de la mañana. Yo buscaba a dos personas. A Pichi Taylor, que me había avisado, y a Carlos Carrascosa. A ella la vi en el living, a través de la ventana. Pensé en ir a saludarla pero la vi conversando animadamente, con una sonrisa, y me frené, me sentí incómoda. Después fui asociando cosas.
–¿Y qué le llamó la atención de Carrascosa?
–Yo pensaba que este hombre, tan dependiente de María Marta, se iba a desmoronar. Me acerqué, le di un beso y le dije que contara conmigo. Me sorprendió cómo me respondió: “Gracias, gracias”, y enseguida se dio vuelta y le dijo a una empleada doméstica que trajera coca y café para la gente. Me quedé helada. En el entierro también, lo vi con una sonrisa. Pensé que estaba shockeado. El entierro en sí mismo fue muy frío.
–¿Quiere decir con poca carga emocional?
–Fue tremendamente frío. Cuando llegó el cajón, dieron una oración que ni siquiera fue en la capilla como me dijeron que se hace siempre, sino en la entrada por donde pasaban todos los turistas. Fue como un trámite. Nosotras quedamos muy mal... la sensación fue que no hubo cariño.
–¿Siguió viendo a Carrascosa?
–Me llamó un par de veces antes de que se cumpliera un mes de la muerte. La última fue el 26 de noviembre. Me invitó a almorzar a mí y a otra voluntaria de Missing. Fuimos a Rond Point en Tagle y Figueroa Alcorta. Nosotras fuimos muy emocionadas pensando: pobre hombre, se cumple un mes, debe estar cayendo en la cuenta. Pero nos encontramos con que nosotras dos estábamos más destruidas que él. Salimos de ahí, nos miramos y dijimos: “¿qué fue esto?”.
–¿Por qué? ¿Cómo fue el almuerzo?
–Pensábamos que nos íbamos a juntar para hablar y recordar a María Marta. Y empezamos a contarle lo último que había hecho ella y él cambiaba de tema. Así durante todo el almuerzo. Decía que estaba con el bridge, que se iba a mudar, que iba a buscar una casa con jardín para la perra, que su amigo Binello lo invitó a Punta del Este, que otro amigo lo había invitado a España y otro a Turquía. Nosotras, cada vez más shockeadas.
–¿Y para qué cree que las llamó?
–Lo último que nos preguntó y con eso se terminó el almuerzo fue si sabíamos de unas cartas que tenía guardadas María Marta. Le dijimos que no. Le pregunté de qué se trataban las cartas y dijo que eran problemas entre la familia. La sensación que nos quedó es que quería saber qué sabíamos nosotras de esas cartas.
–¿Después de ese almuerzo lo volvió a ver a Carrascosa?
–No, no lo vi más ni hablé con él hasta el 13 de febrero, cuando le pedí que devolviera un teléfono Nextel que habíamos sacado a nombre de Missing. Cada uno pagaba su cuenta y María Marta me había pedido si podía sacarle un teléfono a él para estar conectados por radio. Cuando murió ni se me ocurrió pedírselo, pero cuando fue imputado por encubrimiento y yo veía cosas que no me cerraban, quise recuperarlo y que nos pagaran un par de meses adeudados. Trajeron el dinero pero no el teléfono. Al final me lo dio.
–¿Se fijó en la memoria qué teléfonos tenía?
–Hubo un tema que me sorprendió. En la radio uno tiene puestos los grupos (con los cuales se puede comunicar), en el teléfono de Carrascosa estaban todos borrados. Cuando fui a declarar, yo comenté esto.
–¿Qué se decía en el velatorio sobre los motivos de la muerte?
–Se escuchaban distintas versiones: que se había desmayado y se había caído sobre la bañera y se había ahogado; que se había golpeado la cabeza con la ventana, se desmayó y cayó; que se había patinado... siempre accidentes. Me enteré de que había una investigación en noviembre. Pensé que a lo mejor era bueno porque se iba a hacer una autopsia.
–¿Tenía dudas?
–En ese momento no, pero esperaba que se supiera que María Marta había muerto de una embolia cerebral, de un ataque al corazón. No podía creer que hubiera muerto de un accidente tan tonto. Ella era súper deportista, muy ágil. Eso de que era torpe como dijeron no era verdad, en cuatro años yo nunca la vi que se tropezara. Lo que menos me esperé es que el 3 de diciembre me llamara Horacio, que quería encontrarse conmigo urgente. Ahí me dijo que la autopsia decía que María Marta tenía cinco balas en la cabeza.
–¿Cómo se lo contó él?
–La sensación que me quedó es que él estaba enojado, con bronca. Yo me acuerdo de que me paré y me puse a llorar. El me sentó, me dijo que me tranquilizara, que teníamos que pensar quién podría haberla matado. “Ayudame a pensar, quién pensás vos que pudo haber sido”, me decía. Yo no entendía nada. Insistía mucho en pensar qué podía haber pasado, si era algo relacionado con alguna actividad de Missing. Me dijo: “Ustedes están relacionados con muchas mafias”, pero si lo que hacemos nosotros es casi angelical. Yo le pedí llamar a la otra voluntaria de Missing con la que habíamos almorzado con Carrascosa, porque tal vez entre las dos se nos ocurría algo. Nos juntamos con ella y él nos preguntaba mucho sobre si María Marta tenía alguna persona que pudiera estar enamorada de ella y no lo correspondiera, me preguntó cómo era la relación de María Marta con el marido. Cuando me dijo eso, yo le pregunté: “¡¡¿Qué, vos sospechás de él?!!”. Su respuesta, palabras textuales fueron: “No, el Gordo zafó porque llegó después del guardia”. Una frase que a mí me sonó muy rara y me quedó grabada. Me doy cuenta de que con el shock fui guardando cosas que después he ido analizando.
–¿Horacio estaba defendiendo a Carrascosa o lo estaba acusando y dudaba de él?
–Mi sensación en ese momento fue que quería saber qué pensaba yo de Carrascosa. Si yo sospechaba. En ese momento, nos pidió formar parte de un equipo de investigación para pensar quién la podía haber matado. Por supuesto le dije que sí. Un día me llamó y me pidió reunirme con otra amiga de María Marta y con una de las compañeras de Amigos del Pilar, Julia Arauz Castex. Cada una decía lo que sospechaba, lo que pensaba. Yo me enteré en ese momento de que María Marta tenía zapatillas puestas y dije “¡Cómo alguien pensó que se había resbalado!”. Y entonces dijeron que tenía las zapatillas mojadas. ¿Cómo las zapatillas mojadas, si el pantalón lo tenía seco? Y ahí Julia lo llamó al marido y le comentó nuestras dudas. El le contestó: “Nosotros creemos que ella trató de escaparse por la bañadera y salir por la ventana”. Cuando dijo “nosotros creemos”, le pregunté con quién estaba su marido y me dijo que con Horacio, Carrascosa, Binello y Bártoli. Estaban en otro lugar escuchando lo que nosotras pensábamos. Me hicieron sentir muy incómoda, había cosas que no me cerraban, me callé la boca, no quise atenderlos más, y a partir de ahí me hice a un costado.
–¿Cree que la familia está encubriendo algo?
–Yyyyyy.... a mí no me cierran las cosas que hicieron.
–¿Cree que la familia supo que se trató de un asesinato desde el primer momento?
–Por lo que después describieron qué pasó, sí. En el primer momento entre medio del shock pueden no pensar, pero con el pasar de los días tanta gente que hubo ahí, profesionales, médicos, abogados, gente muy preparada para no darse cuenta de que hay algo raro. Aunque hubiese sido un accidente, ¿no habría habido que hacerle una autopsia directamente?
–Usted compartía la masajista (Beatriz Michelini) con María Marta. ¿Qué versión le dio ella?
–El jueves 30 la llamé para ver cómo estaba. Me dio una respuesta que también me pareció rara. Me dijo: “Estoy triste pero no impresionada”. Le pregunté si ella había encontrado a María Marta muerta y me dijo que no, que había golpeado la puerta, que nadie atendía, que se quedó esperando un ratito y cuando vio que tardaban se fue a buscarla al Club House y ahí se encontró con el marido (según la coartada de Carrascosa, estuvo mirando un partido en la casa de Bártoli, pero tres testigos lo vieron tomando café con lemoncello en el Club House). Ahí se volvieron juntos y él subió, salió por la ventana y le dijo a Betty que María Marta tuvo una descompensación.
–La historia de que un guardia va con la masajista a la casa, toca el timbre ...
–Me la contó ella misma dos semanas después. Me dijo que no la dejaban entrar en la guardia. Le aclaré que eso no había sido lo primero que me había contado y me contestó que debía haber estado nerviosa. Me pareció raro. A María Marta le molestaba mucho perder tiempo. Conociéndola, estoy segura de que había dado una autorización permanente para que entrara la masajista. No cierra que la hayan parado en la guardia.
–¿Hubo alguna pelea familiar el fin de semana de la muerte?
–A mí me habían llegado rumores de que había habido una pelea el sábado a la noche en otra casa de El Carmel entre María Marta y alguien de la familia. A veces me dijeron que había sido con la hermana...
–¿En este caso hay una justicia para ricos?
–Este caso está demostrando que hay una justicia para quien puede pagar estudios prestigiosos de abogados y un montón de cosas. Yo quiero que el señor que está sospechado de matar a su mujer pero que vive en un barrio humilde tenga las mismas condiciones de investigación que el señor Carrascosa.

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