SOCIEDAD
La confesión de dos policías que complica a Musa Azar en Santiago
Dos policías declararon que por orden del ex funcionario llevaron los cuerpos de Leyla Bshier y Patricia Villalba desde una propiedad suya hasta La Dársena.
› Por Alejandra Dandan
La prisión del ex jefe del aparato de represión e inteligencia del juarismo generó el primer efecto jurídico en la investigación del doble crimen de La Dársena. Dos de sus policías de confianza se quebraron y vincularon a Musa Azar con las maniobras de desaparición de los cuerpos de las dos chicas de Santiago. En una audiencia frente a la jueza María del Carmen Bravo, los policías Horacio Albarracín y Pablo Gómez habrían reconocido que trasladaron los cuerpos hasta la zona de La Dársena en un Escort bordó de la Secretaría de Informaciones por orden del todopoderoso ex comisario, según los datos aportados a Página/12 por una de las fuentes más directas de la investigación. Tras ese primer efecto, la detención de quien fue durante estos años el ejecutor de las políticas de represión del gobierno de Santiago está provocando otros efectos secundarios: “Es como que se destapó una olla y está saliendo todo”, decía anoche Luis Horacio Santucho, uno de los abogados del caso que en este momento recibe decenas de denuncias de policías, funcionarios y vecinos que comienzan a perder el miedo para hablar.
Como siempre, la investigación del doble crimen de La Dársena se debate sobre dos planos: uno penal y el otro social, en donde van apareciendo las nuevas denuncias mencionadas por Santucho. “Sabíamos que su detención era importante –explica ahora–, pero no porque esperáramos su confesión sino porque permite que otros ya no sientan miedo para hablar.”
De esa cadena de silencios que finalmente parece que empieza a quebrarse surgió una de las declaraciones claves del doble crimen: la del ex oficial Pablo Gómez. “Admitió que él mismo trasladó los cuerpos desde una de las propiedades de Musa Azar hasta el descampado de La Dársena”, le dijo la misma fuente consultada de la investigación a este diario. La revelación de este policía no es casual. Gómez es uno de los cuatro policías detenidos y procesados por la muerte de Oscar Edmundo Seggiaro, un ganadero brutalmente asesinado en marzo por una banda de cuatro policías dedicados al abigeato que formaban parte de la estructura de la Secretaría de Informaciones de Musa Azar. La jueza María del Carmen Bravo el sábado lo llamó a declarar bajo la sospecha de que esos policías funcionaban a las órdenes del ex comisario, como mano de obra para distinto tipo de trabajos, incluso como remiseros de las dos chicas muertas.
Además de la declaración de Gómez, los investigadores reunieron otro testimonio en la misma línea. Esta vez, el agente Héctor Albarracín, otro de los procesados por “robo calificado seguido de muerte” en el caso Seggiaro. De acuerdo con los datos recogidos por Página/12, el propio Albarracín habría reconocido frente a la jueza su participación en el trabajo de remisero: “No se autoincriminó como autor de las muertes –indicó la fuente– pero sí reconoció que colaboró en el traslado de los cuerpos en un Escort por orden del ex comisario”.
Esos dos testimonios, si fueran ciertos, estarían dando cuenta de cómo fue el traslado de los cuerpos de Leyla Bshier y de Patricia Villalba hacia La Dársena, el sitio en el que aparecieron el 6 de febrero. En tanto, las marcas de tortura encontradas sobre el cuerpo de Patricia vincularían el tipo de muerte con el del propio Seggiaro: de acuerdo a las nuevas pericias criminalísticas, el cuerpo del ganadero tenía marcas de tortura semejantes a las de Patricia, hechas con una “chaira o una herramienta usada para cuerear animales”. Las coincidencias en los tipos de muerte y en los métodos fue redireccionando la investigación de la causa hasta conectar los dos casos, y de allí vincularlos con Musa Azar.
Pero estas no son las únicas novedades del caso. Las últimas inspecciones determinaron, por ejemplo, que le faltan 115 huesos a los restos de Leyla encontrados sobre el monte. Entre ellos las manos y los pies. Aunque nadie sabe aún dónde están, una de las hipótesis es que podrían estar escondidos aún en el zoo privado de Musa Azar. El lunes a la tarde hubo una nueva inspección en el lugar. Aunque los peritos no entraron a la finca, constataron la existencia de una puerta metálicamencionada por el oficial Gómez en su declaración y detectaron la existencia de una tapia de cemento que, presumen, podría estar tapando alguna de las evidencias que faltan.