SOCIEDAD
› UN SECUESTRADOR EN EL BARRIO DEL SECUESTRADO
El horror siempre presente
Hace un año, su caso inauguró una siniestra modalidad delictiva en el país. Federico Ariel Strajman fue secuestrado y sus captores le amputaron la falange de un dedo que enviaron luego a su familia como prueba de vida. Actualmente, mientras trata de superar ese traumático suceso, uno de sus secuestradores, bajo arresto domiciliario por tener más de 70 años, vive a dos cuadras de su casa (en Villa Urquiza) y se pasea “tranquilamente” por el barrio, violando el régimen de detención que le impuso la Justicia, según denunció el propio Strajman.
“Los vecinos lo vieron paseando por el barrio. Comprando en la carnicería o en la panadería como si nada hubiera pasado. Es una vergüenza que suceda algo así. Con mis abogados pensamos denunciar esta situación”, señaló Strajman en relación a Alberto Somaruga, acusado de liderar la denominada banda de “los patovicas”, que supuestamente también integraban su esposa e hijos.
Strajman consideró que “nunca podrá recuperarse” del trauma que padeció hace un año. “Dejé el tratamiento psicológico que empecé cuando me liberaron. Todo esto es como una cruz que siempre vuelve. Intento llevar una vida normal, ir al cine, salir, pero el recuerdo del secuestro vuelve cada tanto. No me comuniqué con nadie que haya sufrido lo mismo, cada uno debe estar con su familia”, remarcó el joven, que hoy tiene 28 años.
El miércoles 16 de octubre de 2002, Federico Ariel Strajman volvía a su casa en Villa Urquiza cuando fue abordado por un grupo de hombres que lo obligaron a subir a un auto. A las pocas horas, los secuestradores se comunicaron con sus padres y le exigieron dos mil dólares para liberar a su hijo. El padre, Mario Strajman, aceptó. Pero poco después, los captores elevaron sus pretensiones: querían 30 mil de la misma moneda. Volvieron a comunicarse y le ordenaron al padre dirigirse a una dirección. Allí, dentro de una caja, encontró una parte de un dedo meñique de la mano derecha de su hijo. La policía intervino en el caso y liberó a Federico en la madrugada del viernes 18, en la localidad bonaerense de Pilar.
El caso Strajman inauguró el siniestro mecanismo de negociación por parte de los secuestradores: amputar a sus víctimas como una forma de presionar a sus familiares para que paguen el rescate. Pablo Belluscio, Mirta Fernández y Leopoldo Andrada se sumaron meses después a la lista de quienes fueron amputados por sus captores.