SOCIEDAD
› LA UNIVERSIDAD QUE RECORRE EL PAIS CON UN PROYECTO DE EDUCACION POPULAR
Los trashumantes del cambio
Se mueve en un viejo colectivo que ya recorrió 30 mil kilómetros. En cada lugar organiza talleres artísticos y de reflexión social. Busca aportar a la “construcción de otro país”. Es la Universidad Trashumante.
Nada de bibliografías interminables y acríticas, exámenes donde sólo se repiten contenidos ni docentes como únicos portadores del saber. Es un aprendizaje diferente que, con la educación popular como herramienta, lleva sus prácticas por distintos puntos de la Argentina y pretende la “construcción colectiva de otro país”. La Universidad Trashumante está conformada por grupos sociales que desde la educación, la comunicación, la música y el teatro –entre otras disciplinas– recorren el país, exponen experiencias alternativas a la educación formal y buscan consolidar redes de trabajo que rompan el aislamiento social. “Vamos a los pueblos del interior del país a aprender junto a sus comunidades, a intercambiar conocimientos con personas condenadas a la miseria por este sistema. Juntos dejamos el inmovilismo al que nos quieren condenar, juntos nos ayudamos a seguir caminando”, explicó Roberto “Tato” Iglesias, integrante de la organización.
La Universidad Trashumante es un proyecto de educación y arte popular en el que participan 200 personas de diversas provincias. Todos son integrantes de diferentes grupos que, desde distintas prácticas sociales, apuntan a transformaciones en lo social, lo político y lo cultural. Viajan por el país con experiencias que unen artes plásticas, títeres, malabares, murga, acrobacia, payasos, folklore y danza. Este espacio, junto con los periódicos talleres de educación popular, busca “consolidar redes que fortalezcan y contengan las acciones individuales en un proyecto colectivo”.
Impulsada por la organización social Sendas para la Educación Popular y con sus primeros pasos en San Luis, caminaron el país en el Quirquincho: un colectivo con el que recorrieron en dos años 30.000 kilómetros. Compartieron sus saberes en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Misiones, Jujuy, Santiago del Estero, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Como resultado de los más de 140 talleres realizados conformaron la red “El otro país”, donde participan más de veinte organizaciones de siete provincias, todas con fuerte trabajo en sus propias comunidades.
En la actualidad trabajan en cinco proyectos: Comunicación Popular, Formación, Centro de Maestros Campesinos, la Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas (COPA) y el Arte Trashumante. Dentro del último área figura el Circo Criollo, espectáculo multidisciplinario que reivindica la cultura americana y trabaja sobre la historia, vinculándola a la realidad actual. El Circo es una propuesta “políticopedagógica” con una fuerte crítica al “sistema capitalista y su proyecto educativo”, explicaron.
“El circo está íntimamente ligado con la trashumancia, ideológica y estéticamente. Por la manera en que ambos recuperan la memoria de los pueblos, por el eterno caminar conociendo y evocando en el espectáculo la realidad de cada lugar, por el misterio y la fiesta que provoca; por la empecinada permanencia a través del tiempo y porque ambos muestran que siempre habrá caminos nuevos por recorrer”, explica Carolina Savino, trashumante de Córdoba. Al día siguiente de la función, siempre se comparten talleres de reflexión sobre la realidad, buscando causas y pensando juntos el futuro.
Con todas sus acciones buscan profundizar la articulación y unión entre el arte, lo político y lo pedagógico. Las bases de la experiencia son la formación, reflexión y elaboración conceptual colectiva. Ningún circo es igual al anterior ni al que vendrá, porque en el escenario siempre se trabaja según las problemáticas del lugar anfitrión y de las organizaciones sociales de la región.
El desafío de la Trashumante, que es parte del área de Extensión de la Facultad de Ciencias Humanas de San Luis –aunque tienen total autonomía de esa institución–, consiste en vincular su identidad artística con la del espacio y el contexto donde el circo se presenta, desde la lucha de los movimientos de trabajadores desocupados hasta la resistenciacampesina. “Vemos toda clase de disciplinas, potenciando un mensaje de lucha abierto, soñador y esperanzador”, explican. Muchas de estas experiencias están cantadas en el disco “Circo criollo”, de Rally Barrionuevo, uno de los primeros integrantes de la experiencia.
Con los Talleres de Formación proponen “aprender a leer entre todos la realidad, escucharnos mucho, aprender interactuando, a distinguir lo coyuntural de lo estructural”. La pregunta disparadora de su pedagogía es “¿se puede cambiar este mundo?”. En los talleres –que son espacios abiertos a toda la comunidad, no hay cupos y “no se entregan certificados”, ironizan– también se interrogan sobre quién perjudica al pueblo y qué propuestas de transformación se proponen. Todas estas respuestas son registradas y posteriormente sistematizadas.
Más allá del diccionario, desde el proyecto definen a la trashumancia: “Es una actitud frente a la vida, es caminar, estar vivos, creer y creernos, escuchar, saber mirar al otro desde el otro, no quedarse en el pasado, amar con esperanza y pasión el futuro. El trashumante debe saber enfrentar la soledad y animarse desde allí, siempre, a construir lo colectivo. Trashumar es buscar caminos diferentes, se hace en el día a día, es construir nuestra propia libertad”.
Desde la organización también trabajan en la comunicación popular y alternativa, partiendo desde el convencimiento de que “los medios llamados de ‘comunicación’ incomunican, son los soberbios portadores de mensajes de las voces que siempre hablan, y cada vez más esenciales para la formación de los valores que sustentan hoy la sociedad”. “El objetivo es construir otra forma de comunicarnos, escribiendo sobre temas que no aparecen en las agendas mediáticas y dando voz a quienes no quieren se escuchados”, explican. Con ese fin cuentan con la revista El Otro País, una página de Internet y una agencia de noticias.
La organización se reconoce autónoma de partidos políticos, sindicatos, la Iglesia y el Estado. “Esto no significa en una primera instancia negarlos, pero sí construir desde otra lógica y fundamentalmente desde otra ética. Debemos volver a creernos y a confiar entre nosotros”, rescatan.
Las raíces del proyecto están en los talleres de educación popular que en 1985 se realizaban en los barrios pobres de San Luis. Con el tiempo, y en busca de “una real participación democrática en la construcción de una sociedad diferente”, comenzaron a conectar esta pedagogía con la educación formal, desde escuelas hasta universidades. En 1992, y en el marco de la cátedra de Sociología de la Educación de la UNSL, convocaron al Primer Encuentro Nacional Taller de Talleristas: antecedente directo del proyecto. “Debemos trabajar para ayudar a construir una revolución, un cambio de paradigma. Revolución que necesariamente debe ser epocal, es decir sin nostalgia de lo ocurrido en tiempos anteriores y también sin dogmatismos que determinen sin reflexión los rumbos a seguir”, explicaron desde la Trashumante, un espacio de construcción social que entiende la educación como una práctica para la libertad.
Informe: Darío Aranda
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