Lun 12.10.2015

SOCIEDAD  › CUESTIONAN UN FALLO JUDICIAL QUE APUNTA SOBRE UNA MADRE QUE DENUNCIó ABUSO DE SU HIJA

Marchando al son de los estereotipos

La mujer denunció al padre de una de sus hijas pequeñas por abuso sexual. El fallo del Tribunal 17 no reconoció los dichos de la nena a peritos especializados porque los atribuyó a maniobras de la madre. La Defensoría General de la Nación apeló el fallo.

› Por Mariana Carbajal

“Pero mamá... si los jueces están para cuidarnos, ¿por qué le creen a él que es un mentiroso y es malo?” La frase la recibió Feliciana Bilat, de parte de su hija mayor, de 9 años, cuando supo que los magistrados del Tribunal Oral en lo Criminal Nª 17 de la Capital Federal no le habían creído todo lo que ella, siendo más pequeña, contó a través de palabras, gestos, conductas: que su papá la obligaba a realizarle sexo oral y varias veces le había eyaculado en su cuerpito infantil. Los fundamentos del escandaloso fallo que absolvió al ex esposo de Bilat, por el delito de “abuso sexual agravado por su condición ascendente de la víctima”, son un compendio del trato discriminatorio que suelen padecer las madres protectoras –como se las llama a aquellas que acompañan a víctimas de incesto– en juicios por este tipo de hechos, sobre todo cuando el imputado pertenece a sectores medios. Bilat es empleada administrativa y seguirá su lucha. Ya apeló el fallo. Se trata de un caso emblemático porque refleja cómo la Justicia –con frecuencia– responde frente a denuncias de abuso sexual infantil: considerando a la madre como mentirosa y promiscua, y capaz de inducir a su hija a repetir –verbalmente y a través de dibujos y otras expresiones corporales– un relato inventado, y a las profesionales que lo validan.

“Se plasmaron en la sentencia numerosos estereotipos de género, abundaron las preguntas y respuestas dirigidas a la vida privada de la madre y aquellos aspectos directamente vinculados con los hechos quedaron en la más completa invisibilidad. Sin citar el llamado Síndrome de Alienación Parental, conocido como SAP, se asienta en esa teoría. No escucharon a la niña e hicieron una valoración arbitraria de la prueba”, resumió a Página/12 la abogada Raquel Asensio, coordinadora de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación, quien se acaba de hacer cargo de la representación legal de Bilat y su hija, junto con el área de Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos del mismo organismo. Los jueces del TOC Nº 17 llegaron a afirmar que el testimonio de Bilat no era creíble porque no había derramado “siquiera una lágrima” durante su declaración. Pero no solo eso: además ordenaron que se abra una causa judicial contra ella por la posible comisión del delito de falso testimonio y le impusieron las costas del juicio, dos acciones que para la Defensoría General de la Nación deben ser leídas como formas de violencia institucional y como una abierta violación al derecho de acceso a la justicia de la víctima y de sus familiares.

El juicio

Bilat denunció a su ex marido en abril de 2010. BN es el padre de sus dos hijas. La menor tiene actualmente 7 años. Lo denunció por presunto abuso sexual de la mayor de las dos nenas, por entonces de 4 años. Antes, en agosto de 2009, cuando ya estaban separados, lo había denunciado por violencia de género.

El juicio oral se extendió a lo largo de cinco audiencias. El TOC Nª 17 estuvo conformado por los jueces Juan Giudice Bravo, Alejandro Noceti Achával y Pablo Daniel Vega. El otro aspecto significativo fue que el fiscal, Juan José Ghirimoldi, parte acusatoria, no realizó acusación. Es decir, pidió la absolución del imputado basándose en las declaraciones de testigos del acusado (entre ellos el primer novio de Bilat en la adolescencia y una ex mejor amiga suya de quien se había alejado a partir del descubrimiento de los abusos que sufría su hija), y omitió todas las pruebas que confirmaban los abusos. Ambos se pronunciaron sobre las supuestas preferencias sexuales de Bilat, tabúes vinculados a lo sexual y hasta se les preguntó si ella “hacía las tareas del hogar”.

También los jueces formularon preguntas sobre los comportamientos, vestimenta y hasta la moral sexual de la mamá de Bilat. A Bilat le preguntaron qué método anticonceptivo utilizaba y hasta con qué frecuencia mantenía relaciones sexuales. “Todos aspectos irrelevantes para esclarecer el hecho denunciado”, subrayó Asensio.

La sentencia reproduce estereotipos de género: los que presentan a las mujeres como mendaces, deshonestas e instrumentales. Además, el TOC Nª17 consideró que los rasgos de “sexualidad exacerbada e hipererotización” de la niña obedecerían “a los rasgos de la personalidad materna” (en alusión a sus supuestas preferencias sexuales), en lugar de dar crédito a los reiterados dichos de la pequeña con respecto al abuso sexual sufrido. Incluso, los jueces llegaron a afirmar que Bilat había presentado la denuncia de ASI para obtener una mejor cuota alimentaria.

El SAP

En la DGN cuestionan además que se cite un libro del médico psiquiatra Eduardo Padilla, quien afirma en esa obra que el SAP es una herramienta muy útil para el esclarecimiento de las denuncias por ASI (abuso sexual infantil). “Este posicionamiento parte de desconfiar de los niños y niñas que denuncian abusos sexuales porque suponen que detrás de esa denuncia hay una madre vengativa y rencorosa que denuncia falsamente un abuso de su hijo/a con el fin de perjudicar a su ex pareja”, apuntó Asensio.

La sentencia dice que “no ha habido un relato de la niña acerca de un suceso de connotación sexual medianamente circunstanciado”. Sin embargo, la niña refirió a muchas personas y en reiteradas ocasiones el abuso sufrido y brindó las precisiones esperables para su edad. “Distintas profesionales afirmaron que el relato era creíble y espontáneo, y se reforzaba con la comunicación gestual y conductual de la niña (sentimiento de vergüenza, gestos masturbatorios, angustia, temor a la figura paterna, etc.). En consecuencia, no es cierto que no hubo un relato medianamente circunstanciado del abuso. En realidad, el Tribunal consideró que la madre no es creíble y, como si fuera una derivación lógica y necesaria, tampoco lo fueron a su criterio las múltiples declaraciones de la niña”, indicó Asensio.

Por otra parte, la sentencia afirmó que no estaba probado que sintiera temor hacia la figura paterna, cuando varias profesionales dieron cuenta de ello. “Para negar la existencia del ASI, el TOC Nª 17 valoró de forma arbitraria la prueba, al otorgar prevalencia injustificada a algunos elementos probatorios sobre otros”, señaló Asensio. Por ejemplo, hizo generalizaciones sobre las conclusiones de los peritos, cuando en realidad no había tales acuerdos. Por otro lado, fundó su sentencia en informes efectuados por peritos que nunca entrevistaron a la niña, y dejó de lado o restó valor probatorio a los elaborados por la perito que la entrevistó en la mayor cantidad de oportunidades.

También se descalificó prueba que corroboraba el abuso de forma irrazonable. Por ejemplo, el testimonio de la psicóloga que atendió durante un año a la niña fue relativizado por su calidad de terapeuta. Tampoco se valoró el testimonio de su maestra, a quien la nena le había contado los abusos sufridos por parte del padre.

Bilat no piensa bajar los brazos. A pesar del fallo adverso, seguirá luchando para proteger a sus hijas, dijo a Página/12. “Me preguntan si lo van a volver a ver al padre. No lo ven hace más de 5 años. Y es muy posible que con este fallo pida la revinculación. Lo más terrible es que mi hija no haya sido escuchada. La presencia de prejuicios de género hace que muchos operadores de la justicia partan de considerar que la mamá que denuncia abuso sexual en alguno de sus hijos miente, induce a sus hijos a la mentira. Así, nos convierten de víctimas en victimarias”, concluyó Bilat, con tristeza y mucha indignación.

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