SOCIEDAD › EL JUEZ DIO POR CONCLUIDA LA PENA AL DENTISTA QUE MATO A LAS CUATRO MUJERES DE SU FAMILIA EN 1992
El odontólogo está en condiciones de recuperar su libertad sin restricción ni control alguno. El juez dio por cumplida la pena de prisión perpetua al considerar extinguida la acción penal contra el dentista. Gozaba de prisión domiciliaria desde el 30 de diciembre de 2015.
A casi 24 años de un cuádruple homicidio –hoy sería calificado jurídicamente de femicidio– que conmocionó al país, su autor, el odontólogo Ricardo Barreda, está en condiciones de recuperar su libertad sin restricción alguna, porque así lo determinó el juez de Ejecución Penal de La Plata, Raúl Dalto. Si bien antes de ser condenado había reconocido la autoría del múltiple crimen de su mujer, sus dos hijas y su suegra, a puro escopetazo, volvió a provocar repudio cuando habló, un año después del hecho, ocurrido el 15 de noviembre de 1992, en un reportaje periodístico. Barreda se despachó con dos frases lapidarias: “Creo que fue un acto de justicia, me habían declarado la guerra y así no podía seguir viviendo” y “No estoy arrepentido y si las circunstancias se volvieran a repetir, no dudaría en hacer lo mismo”.
Lo que hizo el martes el juez Dalto –su fallo recién se conoció ayer– fue dar por cumplida la pena de prisión perpetua por considerar extinguida la acción penal contra el odontólogo. El texto de la resolución declaró “extinguida la pena impuesta a Ricardo Alberto Barreda y hacer cesar las accesorias legales impuestas, todo ello al día 29 de marzo de 2016”. Esto determina que a los 80 años, Barreda, que se encontraba libre, en forma condicional, en un domicilio fijado en el partido bonaerense de Tigre, puede gozar ahora de libertad plena, sin estar controlado por ninguna autoridad judicial.
El juez Dalto ordenó que se notifique la decisión “al Patronato de Liberados de la Provincia de Buenos Aires, al Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal, a la Dirección de Antecedentes Personales del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, al Juzgado con competencia electoral y al Registro de las Personas”.
En el texto se hace mención de los antecedentes del caso, que incluyen beneficios, como cuando se le concedió la posibilidad de vivir con una nueva pareja que conoció en la cárcel, la maestra jubilada Berta André, con la que convivió entre 2008 y 2014 en la casa de ella, en el barrio de Belgrano, hasta que la relación se desgastó y la Justicia le quitó a Barreda el beneficio de la prisión domiciliaria. André murió el año pasado, víctima de una enfermedad neurológica.
En el fallo de Dalto se recordó que la condena a prisión perpetua para Barreda “adquirió firmeza el 2 de mayo de 2007 en razón de lo resuelto por la Suprema Corte de Justicia” bonaerense y que el 29 de marzo de 2011 “la Cámara le concedió la libertad condicional (...) imponiendo como requisitos fijar un domicilio, hacer tratamiento psiquiátrico-psicológico, no cometer nuevos delitos y someterse al cuidado del Patronato de Liberados”.
El odontólogo logró salir de la cárcel, con prisión domiciliaria primero, en 2008, y condicional desde 2014. Su puerta de salida fue su nueva novia, Berta “Pochi” André, una mujer de rostro angelical que se había enamorado de él, a pesar de la forma brutal en la que había terminado la relación con su familia anterior. El 22 de diciembre de 2014, Barreda tuvo que volver a prisión, a la Unidad 25 de Olmos, porque había denuncias presunto maltrato a su nueva pareja.
El magistrado recordó que en esa oportunidad quedó claro que no se trataba de una “revocatoria absoluta” dado que “el condenado no se sustrajo a la ejecución, no se ausentó del domicilio denunciado, no evadió el control del Patronato de Liberados”, aunque de todos modos tuvo que encontrar cabida en “un nuevo domicilio” para poder continuar gozando de esa situación y “continuar con su debido control”. El beneficio de la prisión domiciliaria se le restituyó el 30 de diciembre de 2015, cuando propuso un nuevo domicilio en el barrio Los Troncos de el Talar de Pacheco, en el partido de Tigre.
Dalto precisó que, ante el pedido de libertad efectuado por el abogado defensor del odontólogo, Eduardo Gutiérrez, se le corrió vista a la fiscalía y ésta respondió que “debe hacerse lugar a la petición defensista” para que “se declare la extinción de la pena por cumplimiento de la misma y el cese de la inhabilitación”.
Al fundamental su decisión, el juez Dalto valoró el hecho de que el 17 de diciembre de 2012 se hizo “cesar la condición de continuar con el tratamiento psiquiátrico-psicológico que venía realizando” Barreda en un centro de salud mental porteño.
El abogado Gutiérrez, en declaraciones a los medios de comunicación, se manifestó satisfecho por la decisión judicial y aseguró que estuvo “bregando desde hace veinte años por esto, porque es lo que correspondía”. Agregó que “esto culmina acá, terminó el proceso. Es el cumplimiento total de la pena y ahora se renuevan todos sus derechos”.
El letrado afirmó que “a Ricardo le va a cambiar la vida, no se va a tener que someter a nada más, lógicamente lo venía controlando mensualmente el Patronato de Liberados pero ahora está libre del todo”.
Gutiérrez dijo desconocer qué hará Barreda a partir de ahora o dónde residirá, pero adelantó que, como era fácil suponer, “tomó bien la noticia, para él es la culminación de un largo proceso”.
El abogado, ante una pregunta, dijo que no está en condiciones de saber “si la sociedad lo perdonó o no”, pero señaló que en el sistema penal vigente “hay premios y castigos” y dentro de las penas que se pueden aplicar “él tuvo su castigo y su deuda con la sociedad está hoy judicialmente cumplida”.
El cuádruple homicidio ocurrió en la casona de 48, entre 11 y 12, de la ciudad de La Plata, donde Barreda, armado con una escopeta calibre 16 “Víctor Sarrasqueta”, le quitó la vida su esposa Gladys Margarita Mac Donald, de 57 años, a su suegra Elena Arreche, de 86, y a sus hijas Celina, de 26 años, y Adriana, de 24, según él mismo contó, con voz serena y detalles precisos, en el juicio oral. Dijo que había obrado así por “el maltrato” que dijo haber recibido de parte de las cuatro mujeres.
Antes de reconocer su culpabilidad, el odontólogo intentó convencer a la policía de que era inocente y que las víctimas habían sido asesinadas por un grupo de hombres que habían entrado a la casa con fines de robo.
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