Jueves, 30 de junio de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › DOS ANáLISIS SOBRE DINDART PREJUICIOS Y ESTIGMA
Opinión
Por Soledad Vallejos
La historia local recuerda pocos casos de puchereo de diputado en reunión de Comisión. Del mundo de la política se pueden sospechar muchas pasiones, muchos hilos inimaginables, muchas guerras de traiciones y lealtades, pero difícilmente una protesta puchereada como la que ofreció el diputado Julián Dindart el martes.
Hay algo más allá de las presuntas estadísticas (“la numerología”, dijo) en las que se escudó y cuya veracidad nunca demostró, aunque ante la Comisión –que todavía preside, a pesar de la renuncia anunciada– dijo al menos una vez que “tengo la bibliografía para darles”. Algo más allá de que esta semana ratificó ante sus pares de Cámara lo que declaró en 2012 (aunque pretenda que fue sacado de contexto, sus propias palabras fueron claras: insistió en que las adolescentes vulnerables se embarazan para cobrar planes sociales). Algo más allá de que la ofuscación lo llevó a tomar como asunto personal alternativas de lo que hoy es su trabajo (es decir, debatir y legislar), y a lamentar que otros diputados le “tiren con todas las macetas y no con las flores”.
En la reunión Dindart dijo: “Ustedes pueden pensar tranquilamente que a lo mejor este lugar no me lo merezco, que este lugar no me corresponde porque no tengo suficiente sensibilidad como (para) creer qué puede pensar una mujer, qué puede pensar una adolescente o qué puede haber pensado un niño, después de haber trabajado años como pediatra”. Legislar sobre políticas públicas que garanticen y promuevan el ejercicio de derechos ciudadanos, ¿es cuestión de “sensibilidad” y de imaginar “qué puede pensar” alguna de las miles de personas afectadas? ¿Habrá descubierto el diputado nacional Dindart que un legislador no es otra cosa que un medium, un ser –por obra y gracia de su expertise clínica– capaz de traducir en sus palabras aquello que está en la cabeza de otra persona?
Cuando un funcionario, un legislador, un representante estatal de un sector de la población recurre al argumento del corazón o la “sensibilidad”, lo que huye es la información. De hecho, se va de la mano de la responsabilidad.
Cuando se trata de los derechos de las mujeres, quienes se llenan la boca con palabras como “pro-vida” (lo hizo Dindart, sí, el martes, al caracterizar a la provincia de Corrientes), suelen apelar a cualquier cosa menos a la información. Y sin embargo, información, datos duros y estudios serios son lo que sobra. Advirtió un colega de Dindart, Eduardo Amadeo, para justificarlo, que bueno, el diputado pediatra dijo “lo que piensa mucha gente”. ¿Tiene el mismo peso lo que diga en un asado familiar un ciudadano del montón, sin responsabilidad de legislar, que un diputado de la Nación en reunión de la Comisión que preside? ¿Es lo mismo debatir en un café que hacerlo en el cuerpo legislativo, donde se juegan destinos de millones de personas?
Ante ciertas cuestiones –por no decir ante todas–, un funcionario, un legislador, un representante de un sector de la población necesita aplicar su sensibilidad tanto como un pez necesita una bicicleta. Tal vez el problema sea otro. Tal vez, lisa y llanamente, Julián Dindart no esté lo suficientemente calificado para su trabajo. No es un tema de corazón, sino de capacidad.
Opinión
Por Norberto Alayón *
Dindart es un médico pediatra correntino, de la Unión Cívica Radical, que hoy integra la Alianza del PRO-Cambiemos. Fue ministro de Salud de la provincia de Corrientes, entre el 2009 y el 2015, durante el gobierno de Ricardo Colombi, también radical. Actualmente es diputado nacional y presidente de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de la Cámara.
El 19 de marzo de 2012, siendo ministro de Salud provincial, declaró que “las adolescentes se embarazan porque tienen un recurso económico como premio por haber tenido un hijo”, en alusión a la Asignación Universal por Hijo (AUH). A raíz de las diversas críticas recibidas por su conservadora manifestación, ensayó distintas explicaciones intentando desmentir lo que había expresado: “que los medios lo malinterpretaron”; “nunca dije eso, es una atrocidad”; pusieron “en mi boca cosas que no dije”.
Según el diario El Tribuno de Jujuy del 20 de marzo de 2012, fuentes de la gobernación correntina indicaron a Noticias Argentinas que el ministro se vio obligado a desmentir sus afirmaciones porque habría recibido un severo llamado de atención por parte de Colombi, aunque por el momento seguirá en el cargo”.
Dindart no sólo continuó en el cargo de ministro, sino que él sí obtuvo un premio mayor (aunque por supuesto sin embarazarse), al ser elegido como diputado nacional.
El médico Horacio Sotelo es el director del Hospital “José Vidal” de la capital correntina. El pasado 11 de mayo, en diálogo con la Radio Sudamericana de dicha ciudad, se refirió al desempeño ministerial de Dindart señalando que “su gestión fue nefasta, sobre todo en el último tiempo, donde usó el ministerio solamente para catapultarse a otra función”.
En marzo de 2012, Dindart hizo pública su concepción sobre la “motivación” del embarazo de las adolescentes, luego aparentó desdecirse y ahora –en junio de 2016– reitera su punto de vista sobre el tema, confirmando que sigue pensando y diciendo lo mismo que había afirmado en 2012.
Como presidente de la Comisión parlamentaria que debe velar por los derechos y el bienestar de las familias, de las mujeres y de las y los niños y adolescentes, el radical médico correntino acaba de ratificar lo que decía en 2012, expresando que las madres adolescentes que reciben una asignación por hijo “buscan tener algún otro (hijo) para tener un poco más de dinero”.
El diputado Dindart pareciera estar grávido de prejuicios clasistas, estigmatizantes, discriminatorios sobre los sectores más vulnerados y vulnerables de la sociedad. Piensa igual que el cómico santafesino Miguel Del Sel, de la Alianza Cambiemos, hoy embajador argentino en Panamá, que afirmaba que las “chinitas” de su provincia se embarazaban para cobrar la Asignación por hijo. Y también en sintonía con el dirigente radical Ernesto Sanz que, pretendiendo descalificar la función social de la AUH, llegó a manifestar impúdicamente que “se iba a ir por la canaleta del juego y de la droga”. Con semejantes “pensadores”, el cambio que proponía la Alianza Cambiemos está a la vista.
Las adolescentes de clases bajas –según Dindart, Del Sel y otros lúcidos “teóricos” del gobierno actual– tienen relaciones sexuales y se embarazan para cobrar la AUH. En correlato opuesto, las adolescentes de clases medias y altas tendrían relaciones sexuales por placer (lo cual es saludable) y no se embarazarían para cobrar algún subsidio, ya que utilizan profilácticos u otros métodos anticonceptivos. Lo cual tampoco es cierto, ya que las adolescentes de estos otros sectores sociales también se embarazan, aunque no suelen culminar con el alumbramiento porque tienen los recursos materiales y sociales para acceder a la interrupción de sus embarazos.
Que Julián Dindart sea el presidente de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación es una verdadera afrenta y un indeseado embarazo para el conjunto de la sociedad.
* Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
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