SOCIEDAD
› LOS SORDOS PIDEN CAMPAÑAS ESPECIFICAS CONTRA EL VIH
Un reclamo para que sea oído
Un estudio demostró que tanto el uso de preservativos como la información sobre el VIH-sida son menores entre los sordos: no existen campañas en su propio idioma, la lengua de señas.
› Por Pedro Lipcovich
La comunidad sorda reclamó que se pongan en marcha planes de prevención del sida específicos para personas privadas de la audición. Lo hizo en un acto donde se dieron a conocer los resultados, inquietantes, de una encuesta: tanto el uso de preservativos como la información general acerca del VIH/sida resultaron sensiblemente menores entre los sordos, comparados con la población general. Una de las raíces del problema está en que ser sordo no es sólo no poder oír: es hablar otro idioma, que en nuestro país es la “lengua argentina de señas”; no es el castellano expresado en señas, sino un idioma propio, que, además, no se puede escribir, ya que no está hecho de letras sino de gestos. Toda esta explicación es necesaria para entender que la prevención del sida entre los sordos no se resuelve presentándoles material escrito: el castellano no es su lengua materna, y su distancia con un texto en este idioma es como la que un hablante en castellano puede tener con un texto en inglés, si ha estudiado este idioma. La solución, entonces, sería que el mensaje preventivo fuese entregado en el idioma correspondiente, la lengua de señas, a través de integrantes de la propia comunidad sorda. “Queremos tomar en nuestras manos nuestra salud, y dejar de ser manejados por los que supuestamente saben”, dijo, con su idioma de todo el cuerpo, una dirigente de la Confederación Argentina de Sordomudos.
El pronunciamiento tuvo lugar durante el Primer Foro Interdisciplinario “Construyendo estrategias para la prevención en VIH/sida y adicciones en la comunidad sorda”, que organizó la entidad Riesgo Cero. Allí se presentó una encuesta –coordinada por Luisa Baum– sobre 228 personas, la mitad de ellas sordas y el resto oyentes, de entre 15 y 54 años, en su mayor parte estudiantes y docentes. El 63 por ciento de los sordos declaró tener actividad sexual y, de éstos, sólo el 58 por ciento dijo utilizar preservativos. Entre los oyentes de la muestra, en cambio, el 83 por ciento manifestó tener actividad sexual y, de éstos, el 89 por ciento dijo utilizar preservativos.
Sólo el 26 por ciento de los sordos manifestó haber recibido información sobre el VIH/sida a través de publicidad, en contraste con el 68 por ciento que, entre los oyentes, declaró haberse informado por esa vía. Sólo el 19 por ciento de los sordos había recibido información por medio de folletos, medio que había servido al 60 por ciento de los oyentes; los afiches habían sido útiles para el 12 por ciento de los sordos, y para el 31 por ciento de los oyentes; los diarios habían trasmitido información sobre el VIH al 17 por ciento de los sordos, y al 39 por ciento de los oyentes.
Esto denuncia la particular dificultad para hacer llegar los mensajes preventivos a las personas sordas. Liliana Rubinstein, coordinadora de Riesgo Cero y a su vez profesora de sordos, lo ejemplificó así: “Ese afiche que dice ‘No seas forro, usá forro’, un sordo no puede entenderlo: porque el significado de la expresión ‘ser forro’ es local, propia de una comunidad y una cultura en particular dentro del idioma español. El idioma en el que se expresa la comunidad sorda es otro (ver recuadro). Entonces, aunque el mensaje de prevención no sea auditivo sino visual, sus posibilidades de captarlo son menores que las de la persona cuya lengua materna es el español”.
Por otra parte, la prevención del VIH también incluye facilitar que la gente tenga fácil acceso a los tests de detección, cuyos resultados deben ser entregados en un ámbito de privacidad y contención. “Esto no funciona para los sordos, por falta de hospitales o centros de salud con personal entrenado en la lengua de señas –advirtió Rubinstein–: el adolescente que precise un análisis de VIH, la pareja que quiera hacerse un estudio mutuo, están en clara desventaja con respecto a las personas que pueden oír.”
Esta situación se agrava en la medida en que “la comunidad sorda es relativamente cerrada, lo cual incrementa los peligros epidémicos de la difusión del virus”.
La solución requeriría “armar redes: empezar por capacitar a intérpretes en lengua de señas para que así la actitud preventiva ingrese y se pueda trasmitir por vía de redes a partir de los líderes de la comunidad sorda”, según propuso la coordinadora de Riesgo Cero.
En el Foro, que contó con intérpretes de la lengua de señas, participaron también adolescentes de la comunidad sorda, como Paola Fascia y Gullermo Aimar: “En el colegio, cuando dan educación sexual, dejan de lado el tema del sida”, señaló ella. “En tercer año, tuvimos la suerte de que la profesora de Cívica tomara la iniciativa de hablar del tema”, comentó él.
Ana María de la Rocca, directiva de la Confederación Argentina de Sordomudos, destacó que “el problema de la prevención del VIH se vincula con las grandes dificultades que tenemos los sordos cuando nos acercamos a los servicios hospitalarios: nos consideramos discriminados”, sostuvo, y destacó “la necesidad de capacitar e incluir intérpretes de nuestro idioma entre el personal hospitalario”.
Marita Druetta, de la misma entidad, recordó que “hace años, los sordos estaban sujetos a la manipulación de los profesionales, en especial los médicos, y nuestra lengua de señas era desestimada. Preferimos tomar en nuestras manos, y en nuestro idioma, lo que se refiere a nuestra salud. Tratándose de prevenir el VIH, es importante que las personas sordas participen en la difusión de los mensajes, que así van a circular en el idioma que nos da identidad”.
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