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La lengua de señas con tonada propia
Por P. L.
“Cada país o región del mundo tiene su lengua de señas: existe una Lengua Argentina de Señas y en las distintas provincias hay el equivalente a las diversas ‘tonadas’ del lenguaje hablado”, cuenta Andrea Albor, intérprete en la escuela Gabriela Mistral, donde conviven alumnos sordos y oyentes.
“Cuanto antes aprenda un niño sordo la lengua de señas, mejor será su nivel académico –señala Liliana Mora, directora del Instituto Villasoles, dedicado a formar intérpretes en lengua de señas argentina–. Hasta hace unos 20 años, en la Argentina se desalentaba que el sordo utilizara su lengua de señas, suponiéndose que esto era perjudicial para acceder a la lengua oral, que en alguna medida pueden aprender mediante técnicas especiales. Pero desde entonces en nuestro país, como en la mayor parte del mundo, se aceptó la lengua de señas como primera y natural en los sordos.”
“La filosofía actual es de educación bilingüe –destaca Mora–: a partir de la lengua de señas, el niño podrá apropiarse de la segunda lengua, que en nuestro país es la castellana.”
El 95 por ciento de los chicos sordos nace de padres oyentes. “En el cinco por ciento cuyos padres también son sordos, estadísticamente el nivel académico es superior al resto, porque han podido comunicarse en su lengua desde edades tempranas. Los que nacen de padres oyentes tienen el problema de que no pueden apropiarse del idioma español, porque no lo escuchan, por eso lo mejor es que, lo antes posible, estén en contacto con usuarios de la lengua de señas; mientras tanto, los papás hacen el aprendizaje de ese idioma para poder comunicarse con el hijo”, explica Mora.
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