SOCIEDAD
Ojo con besarse antes de los 16
En Gran Bretaña entró en vigencia una ley que califica como delito el contacto sexual con menores de 16, incluidos besos y caricias.
Por Marcelo Justo
A partir del último sábado, los menores británicos de 16 años no podrán tocarse o besarse. Y si lo hacen, estarán violando una ley que entró en vigencia este primero de mayo. La norma, denominada Sexual Offences Act, califica como delito el “contacto sexual” con menores de 16 años y, para que no queden dudas sobre su alcance, define el concepto central de la norma con sesudo detallismo leguleyo. Según la ley, “contacto sexual” es “cualquier tipo de contacto físico, incluyendo el toqueteo de cualquier parte del cuerpo, directo o a través de cualquier cosa, por ejemplo, a través de la ropa”.
El objetivo explícito de la ley es el castigo de pedófilos y abusadores sexuales adultos, pero, según varias ONG, la torpe redacción de la norma retrotrae la legislación británica a los puritanos años de la posguerra, cuando el sexo ocurría, pero raramente se lo mencionaba. “Estamos creando una confusión absoluta respecto a lo que un menor puede hacer. A partir de ahora, dos menores que se estén besando estarán violando la ley. ¿Tenemos que suponer que ellos son los delincuentes?”, señala Terri Dowty, directora de política de Action on Rights for Children.
Consciente de esta incongruencia, pero sin deseos de admitir un error o la necesidad de una modificación, el Home Office (Ministerio del Interior) encontró una solución que arroja nuevas dudas sobre la presunta existencia de un racionalismo anglosajón. El ministerio emitió una circular interna por la que dejó en claro que no tenía ninguna intención de llevar a la Justicia a los menores que tuvieran contacto sexual “de común acuerdo”. En otras palabras, el departamento gubernamental encargado de velar por el cumplimiento de la ley, autoriza su violación, siempre y cuando ésta sea de mutuo acuerdo. En otra señal de magnanimidad, la circular extendía su benevolente “vista gorda” a los casos en que inteviniera un mayor de edad, pero con una diferencia muy corta con el menor, “por ejemplo, para la relación física entre alguien de 18 años y alguien de 15”. Así las cosas, varias ONG sugirieron que se introduzca una enmienda a la ley que legalice el “contacto físico de mutuo acuerdo” entre dos menores de edad. El Home Office no quiso saber nada del asunto. Según un portavoz del ministerio, una enmienda de esta naturaleza “perjudicaría gravemente el funcionamiento de la ley”.
En un país que ha convivido durante tanto tiempo con la vetusta institución monárquica sin darle más uso que el de un decorativo adorno, donde “el rey reina pero no gobierna”, es perfectamente posible que se pueda mantener pragmáticamente este paradójico estado de cosas en el que se legisla sobre un tema para no castigar parte de las actividades sancionadas, porque se reconoce que la ley no es demasiado racional, aunque al mismo tiempo se niega toda posible modificación para volverla más lógica. Herederos del filósofo empirista David Hume, quien estimaba que las relaciones de causa y efecto no eran más que un hábito mental, los británicos han hecho gala a lo largo de su historia de un flexible sentido común para sortear con bastante éxito las vicisitudes de su historia. Lo que no quita que hoy varias ONG expresen serias reservas sobre las consecuencias en algunas áreas de este pragmatismo. “Alguien que está de acuerdo con esta ley puede iniciar una acción legal contra una menor porque la encontró besuqueándose con su novio. A partir de esto entramos en una zona muy problemática”, señaló Terri Dowty. En esta zona problemática caen desde el arbitrario autoritarismo parental hasta la presencia de minorías ultrapuritanas, como algunos sectores de los musulmanes británicos que, en muchos casos, siguen arreglando los matrimonios de sus hijos. En la acera de enfrente se encuentran la inmensa mayoría de los adolescentes. Según las estadísticas, el besuqueo no es más que una de las antesalas sexuales que exploran los menores británicos desde hace tiempo. Prueba de esto es que Gran Bretaña es uno de los países de la Unión Europea con mayor porcentaje de madres solteras menores. Según datos oficiales, el número de menores de 18 años que quedaron embarazadas subió de 40.966 en el 2001 a 41.868 en el 2002. Otras encuestas revelan que desde hace años el promedio de pérdida de la virginidad de los británicos se sitúa alrededor de los 16 y 17 años para hombre y mujer. Si ésta es la media, quiere decir que hace largo rato que un considerable porcentaje de menores viola la ley.
Por otra parte, más que una error ocasional o una excepción, la Sexual Offences Act es el último eslabón de una serie de incongruencias oficiales respecto de la sexualidad adolescente. A pesar de que la ley autoriza a los mayores de 16 años a mantener relaciones sexuales, para ver películas pornográficas deben esperar hasta los 18, a pesar de que pueden sumergirse en la práctica de las perversiones más estrafalarias que, por demás, se encuentran al alcance de una tecla de Internet. En otra clara indicación de las contradicciones oficiales en la materia, distintos distritos municipales británicos han autorizado que se dé la píldora del día siguiente a quien lo solicite, sin prestar atención a la edad. En estos municipios, a partir de hoy, las adolescentes no podrán siquiera tocarse o besuqearse, pero podrán adquirir la píldora en la farmacia del barrio.