Vie 31.12.2004

SOCIEDAD  › ULTIMO MOMENTO
AL MENOS 100 MUERTOS Y CIENTOS DE HERIDOS AL INCENDIARSE UN BOLICHE

Trampa mortal en el Once

En el lugar había casi dos mil personas, que presenciaban un recital de rock. El fuego se habría iniciado por las bengalas que usaba el público, en los techos del edificio. El local, dicen los testigos, contaba con una única salida. Entre los muertos habría niños. El operativo de rescate fue un descontrol.

Tocaba Callejeros, un grupo de rock. A República Cromañón, un boliche del barrio de Once, habían llegado anoche unos dos mil jóvenes y chicos. Pero la fiesta terminó en drama. Al parecer, un bengala llevada por los propios asistentes impactó en el techo del lugar y todo terminó en un incendio impresionante. La policía confirmó que hubo al menos once muertos y unos 200 heridos. El fuego se inició a las 23. Según los testimonios, había una sola salida de emergencia. Un muchacho aseguró que fueron ellos mismos quienes derribaron la puerta. El operativo de rescate fue calamitoso: fueron los propios jóvenes quienes sacaban a muertos y heridos, tomados de brazos y piernas.
El grupo que tocaba era Callejeros, una banda de rock que está de moda, con fama ascendente. Ya habían actuado en el microestadio de Atlanta, se habían presentado como teloneros de otros grupos importantes como Divididos. Callejeros nació en Villa Celina, en La Matanza, y cada vez convocaba a más gente. El boliche, que anteriormente era la bailanta El Reventón, está ubicado en Bartolomé Mitre 3060, a metros de la estación de trenes.
Según los testimonios, en el boliche había unas dos mil personas, entre ellos chicos de 4 y 5 años. De acuerdo a los testimonios de los que iban saliendo, todo se inició cuando una bengala que era sostenida por un asistente al recital fue a parar al techo que se empezó a prender rápidamente. El fuego se expandió con ferocidad y el humo en seguida invadió todo el boliche. Muchos de los asistentes se fueron a refugiar a los baños, lo que empeoró la situación, porque el humo también terminaba allí adentro.
Mientras iban saliendo, entre la desesperación y el pánico, los testigos aseguraban que en el lugar había una sola salida de emergencia. “Los pibes voltearon la puerta de emergencia. Acá mataron a la gente, mataron a la gente”, se indignaba un muchacho.
El operativo de evación fue desastroso. En realidad, no hubo operativo. Los muertos y las decenas de heridos eran llevadas por los propios asistentes al recital. Y lo hacían como podían: los jóvenes tomaban a sus compañeros de los brazos y las piernas entre cuatro, arrastrándolos entre corridas y dificultades. Ellos mismos también los iban subiendo a las ambulancias del SAME y de la Policía que iban llegando.
Los mismos jóvenes también hacían los trabajos de reanimación de los heridos que ellos sacaban del lugar. Primero los apoyaban sobre la calle y después les golpeaban el pecho y los apantallaban. A medida que iban reaccionando, el resto aplaudía y se abrazaba. Un portero contó que intentó reanimar a chicos de 7 u 8 ochos y no pudo hacerlo. Una ambulancia del SAME chocó con una camioneta de la policía cuando intentaba salir rápidamente a llevar a los heridos al hospital.
“¿Vio como fue lo de la AMIA? Bueno, acá es igual. Mucho grito y no se hace nada”, se enojaba ante Página/12 un bombero que se identificó como Gustavo Benítez. No era difícil comprobar la apreciación. Eran también los propios jóvenes quienes habían hecho una cadena humana para impedir el paso de curiosos y molestos varios. La policía iba y venía nerviosamente, pero sin una actuación coordinada y eficaz, al menos en lo evidente.
En la Plaza Once se juntaron cientos de personas para ver el operativo. Los familiares que se iban enterando llegaban en medio de la desesperación para buscar a los suyos. Muchos chicos y jóvenes con heridas o doficultades respiratorias se iban con sus amigos o familiares, por sus propios medios, y no en alguna ambulancia.
Los médicos iban para un lado y otro, haciendo también lo que podían. Hubo uno que le tomó el pulso a un muchacho evidentemente agonizante. Le tomó el pulso y siguió de largo.

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