SOCIEDAD
› PERTENECIO AL EX OBISPO JERONIMO PODESTA
Rematan una casa con historia
“Usted se volvió loco.” A Clelia Isazmendi la frase le salió con el peso indiscutible que suelen tener las expresiones más espontáneas. Eso fue lo que le dijo al martillero que la llamó el martes para hablarle del remate de la casa de su madre, Clelia Luro, quien fue la esposa y compañera de Jerónimo Podestá, el obispo que dejó de ejercer su ministerio cuando se enamoró de ella. La casa es un lugar histórico declarado de interés cultural y se remató ayer, pero Isazmendi asegura que no recibieron la notificación legal necesaria para efectuar la subasta y anticipó que pedirá la anulación.
La historia tiene raíz en una hipoteca, en dólares, que Luro no pudo pagar. Tras la muerte de su esposo, ocurrida en junio de 2000, las dificultades para pagar el crédito se profundizaron por la devaluación. “Yo me quedé sin trabajo, mi madre no tenía nada”, recordó ante Página/12 Isazmendi, hija de un matrimonio anterior de Luro. “No recibimos la notificación que debe llegar al domicilio siete días hábiles antes del remate. Ahora tenemos cinco días para pedir la nulidad”, afirmó la mujer, que vive en la casa con su madre y una de sus hermanas.
Contó que se enteró de la subasta por el llamado de un martillero, el martes a las 18.30. “El miércoles pedí la suspensión de la subasta, pero el juez la negó –afirmó–. Pero sin notificación, no hay remate que valga.” La orden de subasta fue dictada por Bernardo Nespral, titular del Juzgado en lo Civil número 109.
La vivienda, ubicada en la avenida Gaona 1300, en el barrio porteño de Caballito, fue subastada por el precio base de 200 mil pesos y adjudicada al acreedor privado que inició el trámite judicial. La deuda ascendía a 65 mil dólares.
Se trata de una construcción de 1870 que “fue declarada de interés cultural por la comuna, en septiembre de 2004. Después se emprendió el trámite para convertirla en casa museo”, relató la mujer. En la historia familiar, es un espacio que estuvo abierto a las hijas de Clelia, que desandaron el camino de sus matrimonios para mudarse allí con sus hijos. Y en ese patio, Podestá solía celebrar misa. Según Isazmendi, la casa “está en proceso de expropiación” por parte de la Legislatura y el Gobierno de la Ciudad.
La vida religiosa de Podestá se inició en 1940, con su ingreso al seminario. Estudió derecho canónico en España e Italia y, en 1963, lo nombraron obispo de la diócesis de Avellaneda, donde llegó diciendo: “Yo no vengo a salvar almas, sino a ayudar a los hombres a ser felices”. Allí desarrolló su trabajo social y fue “evangelizado con la humildad de los pobres”, como él decía. Allí también conoció a Clelia. El destino de Podestá quedó ligado a estas dos elecciones, que derivaron en su renuncia a ejercer el obispado en 1969, aunque nunca fue excomulgado. Más adelante, las amenazas de la Triple A arrojaron a la pareja al exilio en Roma, París, México y Perú, y volvieron con la democracia en 1983. Hasta su muerte, estuvo al frente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados.
Informe: Daniela Bordón.