Jue 28.04.2005

SOCIEDAD  › OPINION

De chicos y cadenas

› Por Andrés Osojnik

Caso 1: Un chico de 5 años del colegio Nicolás Avellaneda le saca un muñeco a un compañero y no se lo quiere devolver. El padre del damnificado radica la denuncia en la comisaría. El hecho termina en la Justicia y al pequeño se le abre una causa penal por “hurto”.
Caso 2: El padre de un nene de seis años que asiste a una escuela también pública de Almagro convoca a los medios para denunciar que su hijo de seis años fue violado en el establecimiento. Delante de las cámaras, el hombre señala como violador a un compañerito del chico.
Caso 3: En su camino a la escuela en Colegiales, el hijo de un cartonero encuentra dos cuchillos. Los guarda celosamente para que en su casa haya un par de cubiertos más. En el colegio, le cuenta el hallazgo a un amigo. El amigo cuenta el hecho a sus padres. Los padres denuncian en la comisaría que un alumno fue armado a clase. Algunos medios piden conocer detalles del nuevo caso de violencia escolar.
Caso 4: Un chico de 7 años supuestamente agrede a otro. El padre de la presunta víctima va al colegio, le tira del pelo y le pega un cachetazo al pequeño que acusa de violento. Días después, concluye que la dirección “no hizo nada” con el tema y traba la puerta de entrada del colegio, se encadena a ella e impide el ingreso de todo el establecimiento. Los alumnos deben ser trasladados a otro edificio y esa mañana se quedan sin la copa de leche. Algunos medios –varios– se escandalizan por la “inacción” de las autoridades, hacen guardia frente a la casa del supuesto violento e invitan a sus programas al hombre de las cadenas.
Nada más saludable que los padres participen en la vida de la escuela de sus hijos. Nada más importante que los medios abran el debate sobre los problemas de la educación en el país.
Lo saludable y lo importante quedan hechos trizas cuando a un asunto que concierne exclusivamente a una determinada comunidad educativa se le busca solución en la policía. O cuando, a falta de hechos más relevantes, se llenan los espacios periodísticos dándole aire a un padre que ejerce la violencia para reclamar por una presunta agresión. ¿Qué mayor violencia que dejar a 200 alumnos literalmente en la calle? ¿Qué mayor hipocresía que ofrecerle el micrófono sin poner en cuestión sus métodos? ¿Qué más peligroso que advertir dedo en alto que estamos en presencia de un futuro Junior?
Las actitudes desmesuradas de algunos padres pueden provocarles mucho daño a los chicos. La escasez de noticias también.

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