Buscar la propia historia y la del lugar en que se vive bajo el subsuelo puede ser una misión mucho más atractiva, para los estudiantes, que los clásicos textos del manual escolar. Esa es una de las razones por las que se abren al público (y a los escolares) lugares habitualmente ocultos en la ciudad: las galerías subterráneas de la vieja Aduana de Taylor y el fuerte de Buenos Aires, detrás de la Casa Rosada; los túneles de la Manzana de las Luces o el Zanjón de Granados, un espacio hallado por un vecino bajo su casa, en la calle Defensa, un canal donde desembocaba un arroyo desde el Río de la Plata. El programa se llama Historias bajo las baldosas y, además de recorridas, incluye concursos de investigación y narrativa para alumnos de escuelas de la ciudad; una muestra itinerante de materiales arqueológicos y un video donde se recorre en imágenes de archivo la historia de la costa sur de la ciudad: desde las siluetas de la ribera en los últimos dos siglos hasta las excavaciones donde estuvo el centro clandestino de detención Club Atlético, en la última dictadura.
Para esta cuarta edición de Historias bajo las baldosas saldrán a la luz lugares hasta ahora ocultos de Buenos Aires: las galerías subterráneas con arcadas de ladrillos bajo el edificio del restaurante Michelangelo, en San Telmo; el Museo Etnográfico y el Cementerio de la Recoleta.
Las visitas a esos lugares se agregan a las que ya se realizaban a la vieja Aduana porteña y a los túneles y pasadizos del siglo XVIII, en la Manzana de las Luces, entre otros.
El programa es fruto del trabajo conjunto entre las secretarías de Cultura y Educación porteñas: desde el área de Cultura se hizo la producción de los materiales, pensados para su distribución en las escuelas porteñas.
Así, en los próximos días llegará a los establecimientos educativos de la ciudad la publicación El subsuelo y la ribera, una recopilación de imágenes del pasado contrastadas con fotografías de los mismos lugares, en la actualidad. Allí asombra una litografía de 1845, que muestra en papel calco La Alameda que bordeaba la costa, a la altura de Leandro N. Alem y Corrientes, y la imagen actual del mismo lugar, sin arboleda pero con cemento, la fiebre del tránsito y las bocas del subterráneo.
Otro producto que promete llegar a las escuelas es el video que recorre la historia de la costa porteña, desde San Telmo hacia el sur, hasta llegar a la Boca del Riachuelo. Allí, un daguerrotipo de 1952 da cuenta de la imagen que la ribera tenía en esa época, cuando aún existía el fuerte, y un interesante trabajo de edición va saltando en el tiempo hasta llegar a la actual Paseo Colón. Lo mismo pasa con un dibujo realizado por el ingeniero Carlos Pellegrini, un reflejo de la costa de 1830, con los barcos anclados en la costa y el perfil de los primeros edificios porteños.