Sáb 18.05.2002

SOCIEDAD  › OPINION

Yo quiero una explicación

Por María del Carmen Verdú y Daniel Stragá *

Sres. Jueces:
Está prescribiendo la causa Bulacio. Después de 11 años y un mes, después de casi 40 jueces y de 17 cuerpos de expediente; después de 11 años de marchas, movilizaciones y escraches; después de que Víctor Bulacio, padre de Walter, se dejara morir de desconsuelo; después de kilómetros caminados por una diminuta abuela, gigante en su perseverancia; después de que el pibe de 17 años detenido en un recital de rock se convirtiera en bandera de organización y lucha contra la política represiva del Estado, ustedes están dejando prescribir la causa Bulacio.
Si Bulacio es emblemático entre millares de casos de represión policial, la causa judicial es también emblemática para mostrar cómo el brazo judicial del Estado protege y ampara a su brazo armado, las fuerzas de seguridad, representadas en este caso por el comisario Miguel Angel Espósito.
En estos largos años, ustedes, señores jueces, han permitido que el comisario se “defendiera” con magistrales clases de chicana criolla. Ahora están a punto de ver maduro el fruto de su complicidad. Está prescribiendo la causa Bulacio por falta de impulso judicial al trámite, o sea, gracias a ustedes.
Cuando la Procuración del Estado argentino contestó la demanda presentada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos –primer caso de represión policial que llegó al tribunal internacional–, ofreció como testigos de su descargo a jueces de la causa y al defensor del comisario. Queda claro quiénes están de un lado y quiénes del otro en este asunto.
En la última presentación de la querella en el expediente dijimos: “Nunca como en esta causa ha quedado tan claramente demostrado a quiénes protege y a quiénes victimiza el Poder Judicial argentino. El objetivo fijado por la defensa hace muchos años se está cumpliendo, y podrá probablemente el Dr. Pablo Argibay Molina congratularse por demostrar una vez más que en este sistema –su sistema– el éxito formal acompaña al pícaro funcional y al poderoso. No tenemos nosotros ni la familia Bulacio poder ni picardía. Pero tenemos toda la razón.
Mientras tanto, la sociedad argentina tiene un argumento más para deslegitimar las instituciones.
Hace diez años, la Sala VI de la Cámara Penal nos reprendió por haber incluido al cierre de un escrito una estrofa de una canción popular. Hoy sentimos que debemos reiterarlo:

Jueces del anochecer, polizontes del horror
Ud. quiere a su mujer, yo quiero una explicación.
Ayer Soñé con Walter, Fito Páez, 1991”.

* Abogados de Correpi y apoderados de la familia de Walter Bulacio.

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